Parque Nacional de Malá Fatra
Este día dejamos atrás la República Checa para entrar en Eslovaquia. Antes de cruzar la frontera es muy importante acordarse de comprar la viñeta obligatoria para circular por las autopistas eslovacas, porque de lo contrario te expones a una multa. La viñeta se puede comprar online con el teléfono móvil y cuesta 22 euros para 10 días (a diferencia de Chequia, que en 2024 todavía tenía coronas, la moneda oficial de Eslovaquia es el euro). En la República Checa también existe esa viñeta obligatoria, pero si alquilas el coche allí, ya suelen llevarla incluida en el precio del alquiler, así que nosotros solo tuvimos que comprarla para Eslovaquia.
Nuestra primera parada en Eslovaquia fue en el Parque Nacional de Malá Fatra, que se encuentra en el extremo occidental de los Cárpatos, un macizo no demasiado elevado (el pico más alto tiene 1.709 metros), pero con un paisaje espectacular formado por montañas y verdes bosques de hayas, pinos y abetos.
En este parque nacional hay múltiples opciones de senderismo, pero si vais con niños os recomendamos la que hicimos nosotros, Janosikove Diery, porque es muy divertida y a nuestros hijos les encantó. Es una ruta que tiene varias alternativas según la distancia que quieras hacer, pero todas incluyen pasarelas, puentes y escaleras metálicas que trepan por las rocas junto a un río, así que para los niños es mucho más entretenida que simplemente ir caminando por el monte. Además, se pueden hacer rutas circulares que empiezan y terminan en el mismo punto, junto al aparcamiento.
El parking de Janosikove Diery está a las afueras de Terchová, el pueblo que concentra la mayoría de servicios en Malá Fatra. Hay un parking oficial, pero casi todos los vecinos se han montado un negocio particular y te permiten aparcar en su jardín a un precio más económico: eso es lo que hicimos nosotros.
Una vez aparcado el coche, te adentras poco a poco en el bosque y muy pronto aparecerá el río y las primeras pasarelas metálicas de las muchas que encontraréis en toda la ruta. En algunos puntos hay que atravesar estrechos cañones de roca junto al río y en otros hay que subir empinadas escaleras, que pueden dar algo de vértigo, pero no son complicadas. Nuestros peques, de 8 años, hicieron toda la ruta perfectamente. También hay zonas es las que hay que trepar un poco, pero suele haber cadenas clavadas en la roca para agarrarte.
La duración de la ruta depende del camino que elijas. Nosotros estuvimos unas cuatro horas en total para completar una ruta circular de forma relajada y parando a hacer un pícnic. Vale la pena llevar agua y comida, pero si no lleváis tampoco es un problema porque en medio de la ruta hay un refugio de montaña que vende snacks y bebidas.
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