Alquézar y las bodegas del Somontano
A los pies del Prepirineo de Huesca se encuentra la comarca vinícola del Somontano, que produce algunos de los vinos más preciados de Aragón y que además de sus viñedos esconde pueblos encantadores como Alquézar.
Esta villa medieval se halla a las puertas de la Sierra de Guara, un extraordinario paraje natural en el que se pueden practicar multitud de deportes al aire libre, como escalada en roca o barranquismo. El pueblo está dominado por la Colegiata de Santa María, una gran fortaleza de origen musulmán que data del siglo IX y que tras la Reconquista se transformó en templo cristiano.
Mitad iglesia, mitad castillo, la Colegiata de Alquézar no perdió su carácter defensivo porque se eleva sobre un promontorio que domina con facilidad todo el territorio colindante, pero con el paso de los siglos fue abandonando poco a poco su carácter militar y abrazando el divino. En su interior destaca el claustro románico.
Además de la Colegiata, vale la pena perderse por las estrechas callejuelas de Alquézar, muchas de ellas en cuesta ya que el pueblo creció al calor de su templo-castillo y se extiende por las faldas de la colina. No hay que perderse la diminuta Plaza Mayor, flanqueada por robustas arcadas de piedra.
Pero para disfrutar de todo el esplendor de Alquézar hay que contemplar el pueblo desde la distancia y el mejor lugar para hacerlo es el mirador de la Sonrisa del Viento, que ofrece una panorámica excepcional de la villa y sus alrededores.
Otra actividad imprescindible en Alquézar es hacer la llamada 'ruta de las pasarelas', que nace en el mismo pueblo y recorre el cercano cañón del río Vero a través de un entramado de pasarelas y puentes metálicos. Son unos tres kilómetros de recorrido y, además de divertido, permite disfrutar de unas vistas inmejorables desde el interior de este cañón natural labrado por las aguas del río.
Aunque en Alquézar hay buenos restaurantes para comer, nosotros aprovechamos la excursión para visitar una bodega del Somontano y comimos también en ella, una experiencia que si os gusta el vino y la enología os recomendamos sin duda.
Fuimos a las bodegas Sommos, que ofrecen visitas guiadas a sus instalaciones, con cata de vinos incluida y varios menús de degustación en su restaurante. Todo un acierto. Se encuentran a las afueras de Barbastro, la capital del Somontano, que está rodeada de viñedos y donde hay montones de bodegas, pues en esta tierra se respira aroma de vino.
La bodega de Sommos es una de las más modernas de España y se encuentra en un edificio vanguardista de vidrio y metal, rodeado de viñedos. En su interior, la bodega está totalmente mecanizada, incluso con robots que se encargan de mover las barricas de roble.
La visita guiada permite conocer todos los procesos de elaboración del vino y el cultivo de la uva. También cuenta con espacios sensoriales en los que se pueden oler los matices de los diferentes caldos que se producen.
Al terminar la visita, entramos en una sala de catas muy profesional en la que probamos tres vinos siguiendo todas las indicaciones del enólogo. A los niños pequeños les ofrecieron mosto para hacer su particular cata.
En el restaurante, el menú chuletón, que suele incluir productos de temporada y de la tierra, fue excelente. Y, por supuesto, también el vino que lo acompañó.
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