Évora
Évora se encuentra a solo 100 km de la frontera de Badajoz, en las llanuras de la región del Alentejo portugués, y es una de las ciudades más antiguas de Europa, con vestigios de la época romana y un precioso centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad. Con apenas 50.000 habitantes, se puede recorrer muy fácilmente a pie.
Todo el centro histórico está delimitado por una muralla medieval y está formado principalmente por casas bajas de fachadas blancas y balcones de hierro forjado, que nos recuerdan mucho a los pueblos de Andalucía o Extremadura.
La plaza de Giraldo, rodeada de bellos porches con arcos de medio punto, es el núcleo de la ciudad vieja. En ella destaca la iglesia de San Antonio y una gran fuente barroca de mármol blanco en el centro. En verano se llena de terrazas de los bares cercanos y bajo los porches de uno de sus laterales hay una oficina de turismo donde proporcionan mapas e información práctica.
No muy lejos se levanta el templo romano de Évora, también conocido como templo de Diana porque estaba dedicado a la diosa de la caza. Data del siglo I y sus columnas corintias son seguramente la imagen más icónica de la ciudad. A su lado se erige la iglesia del Convento dos Lóios.
Évora cuenta también con decenas de iglesias y palacios, muchos de ellos construidos a lo largo del siglo XVI gracias al impulso económico que trajeron los reyes de Portugal al instalarse temporalmente en la ciudad junto a grandes familias de la nobleza lusa.
Otro lugar destacado es la Sé Catedral, construida en el siglo XII en estilo románico como así lo atestiguan sus gruesos muros de piedra, que le dan cierto aspecto de fortaleza. En posteriores ampliaciones se fueron añadiendo elementos góticos, como el claustro interior.
La iglesia de San Francisco es otra visita obligada en Évora porque esconde uno de los lugares más impactantes de la ciudad: la Capela dos Ossos, o capilla de los huesos. La construyó un monje franciscano en el siglo XVI y para decorar sus paredes utilizó huesos humanos, se calcula que unos 5.000, procedentes de unos 800 esqueletos recuperados de fosas comunes y cementerios de la comarca.
Para completar su obra, decoró esta macabra capilla con dos cadáveres disecados, que cuelgan de unas cadenas. El objetivo de este monje era transmitir el carácter efímero de la vida en la Tierra, solo una fase previa a la vida celestial. A la capilla se entra por una puerta sobre la que hay escrita la siguiente leyenda: Nós ossos que aqui estamos pelos vossos esperamos (Nosotros, los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos).
Otros lugares destacados de la ciudad son el acueducto Agua de Prata, diseñado en el siglo XVI y que atraviesa parte del centro histórico; y el palacio de Don Manuel, que fue uno de los más grandes de Portugal, pero del que solo queda una galería de estilo manuelino. En este palacio fue donde Vasco da Gama recibió el mandato para liderar la expedición a las indias a finales del siglo XV.
También vale la pena visitar Évora para disfrutar de su gastronomía alentejana, una de las más exquisitas de Portugal. Destacan los guisos, los cocidos y los platos de caza. Una de sus especialidades más típicas es el cerdo al estilo alentejano, que fusiona el mar y la montaña porque también lleva almejas. La comida se puede regar, además, con excelentes vinos de la tierra.
En Évora nos alojamos en el hotel Dom Fernando, fuera del centro histórico, pero muy cerca de la muralla que lo delimita. Se puede aparcar en la calle y tiene un jardín central con piscina, pero en invierno las habitaciones son un poco frías. La doble nos costó 35 euros.
Todo el centro histórico está delimitado por una muralla medieval y está formado principalmente por casas bajas de fachadas blancas y balcones de hierro forjado, que nos recuerdan mucho a los pueblos de Andalucía o Extremadura.
La plaza de Giraldo, rodeada de bellos porches con arcos de medio punto, es el núcleo de la ciudad vieja. En ella destaca la iglesia de San Antonio y una gran fuente barroca de mármol blanco en el centro. En verano se llena de terrazas de los bares cercanos y bajo los porches de uno de sus laterales hay una oficina de turismo donde proporcionan mapas e información práctica.
No muy lejos se levanta el templo romano de Évora, también conocido como templo de Diana porque estaba dedicado a la diosa de la caza. Data del siglo I y sus columnas corintias son seguramente la imagen más icónica de la ciudad. A su lado se erige la iglesia del Convento dos Lóios.
Évora cuenta también con decenas de iglesias y palacios, muchos de ellos construidos a lo largo del siglo XVI gracias al impulso económico que trajeron los reyes de Portugal al instalarse temporalmente en la ciudad junto a grandes familias de la nobleza lusa.
Otro lugar destacado es la Sé Catedral, construida en el siglo XII en estilo románico como así lo atestiguan sus gruesos muros de piedra, que le dan cierto aspecto de fortaleza. En posteriores ampliaciones se fueron añadiendo elementos góticos, como el claustro interior.
Iglesia de San Antonio, en la plaza de Giraldo.
Plaza de Giraldo de Évora.
Fachadas en la plaza de Giraldo.
La fuente de mármol de la plaza de Giraldo.
Arcos en los laterales de la plaza de Giraldo.
Otra plaza en el centro histórico de Évora.
El centro de Évora parece el típico pueblo andaluz.
Centro de Évora.
Calles empedradas en la ciudad vieja de Évora.
Templo romano, dedicado a la diosa Diana.
La iglesia de San Francisco es otra visita obligada en Évora porque esconde uno de los lugares más impactantes de la ciudad: la Capela dos Ossos, o capilla de los huesos. La construyó un monje franciscano en el siglo XVI y para decorar sus paredes utilizó huesos humanos, se calcula que unos 5.000, procedentes de unos 800 esqueletos recuperados de fosas comunes y cementerios de la comarca.
Para completar su obra, decoró esta macabra capilla con dos cadáveres disecados, que cuelgan de unas cadenas. El objetivo de este monje era transmitir el carácter efímero de la vida en la Tierra, solo una fase previa a la vida celestial. A la capilla se entra por una puerta sobre la que hay escrita la siguiente leyenda: Nós ossos que aqui estamos pelos vossos esperamos (Nosotros, los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos).
Otros lugares destacados de la ciudad son el acueducto Agua de Prata, diseñado en el siglo XVI y que atraviesa parte del centro histórico; y el palacio de Don Manuel, que fue uno de los más grandes de Portugal, pero del que solo queda una galería de estilo manuelino. En este palacio fue donde Vasco da Gama recibió el mandato para liderar la expedición a las indias a finales del siglo XV.
También vale la pena visitar Évora para disfrutar de su gastronomía alentejana, una de las más exquisitas de Portugal. Destacan los guisos, los cocidos y los platos de caza. Una de sus especialidades más típicas es el cerdo al estilo alentejano, que fusiona el mar y la montaña porque también lleva almejas. La comida se puede regar, además, con excelentes vinos de la tierra.
En Évora nos alojamos en el hotel Dom Fernando, fuera del centro histórico, pero muy cerca de la muralla que lo delimita. Se puede aparcar en la calle y tiene un jardín central con piscina, pero en invierno las habitaciones son un poco frías. La doble nos costó 35 euros.
Calle del centro de Évora.
Acueducto Agua de Prata.
La muralla medieval que rodea la ciudad vieja.
Centro histórico de Évora.
Al fondo, el campanario de la iglesia de San Francisco.
Entrada a la capilla de los huesos.
Capilla de los huesos.
Detalle de las paredes de la capilla de los huesos.
Los cráneos que decoran las paredes de la capilla.
Una esquina de la capilla de los huesos.
Volvemos a las calles de Évora.
Más calles del centro histórico de Évora.
Cerdo al estilo alentejano en un restaurante de Évora.
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