Valladolid y los cenotes de Xkekén y Samulá


Después de visitar las ruinas de Chichén Itzá fuimos a comer a la ciudad de Valladolid, que está a solo 45 kilómetros del complejo arqueológico, pero antes de llegar paramos en los cenotes de Xkekén y Samulá para darnos un baño.

Estos dos cenotes gemelos, uno está al lado del otro, se encuentran en el municipio de Dzitnup, muy cerca de Valladolid. Poco antes de llegar a la ciudad hay que coger un desvío y conducir un par de kilómetros por una estrecha carretera. El párking es gratuito, pero la entrada cuesta 61 pesos a cada uno (3,1 euros).

Xkekén y Samulá son dos cenotes muy fotogénicos porque son cavernas subterráneas a las que se desciende por una estrecha escalera. En su interior esconden bellas formaciones de piedra caliza y estalactitas colgando del techo rocoso, además de dos piscinas naturales con agua transparente para bañarte. Los dos cenotes tienen una abertura en el techo, a modo de claraboya, por la que penetran los rayos del sol para iluminar toda la gruta.

Aunque para nadar son más agradables los cenotes al aire libre, como el Gran Cenote, los cenotes subterráneos como los de Xkekén y Samulá también merecen una visita, aunque solo sea para contemplarlos, porque son mucho más pintorescos. De todas formas, en el interior de las cavernas suele hacer calor y es difícil resistirse a un baño.



Entrada a los cenotes de Xkekén y Samulá.



Escalera para bajar al cenote de Xkekén.



Interior del cenote de Xkekén.



La claraboya que ilumina el cenote de Xkekén.



Peces nadando en el agua transparente del cenote de Xkekén.


Los rayos del sol iluminan el agua del cenote a través de la claraboya.



Escalera para bajar al cenote de Samulá.



Bajando al cenote de Samulá.



El cenote de Samulá.



La luz de la claraboya se refleja en el agua de Samulá.


Después de nadar en los cenotes de Dzitnup, continuamos hacia Valladolid en busca de comida auténtica mexicana, algo difícil de encontrar en los grandes complejos hoteleros de la Riviera Maya. Los lugareños consideran esta ciudad como un paraíso gastronómico por sus numerosos restaurantes y por sus precios asequibles, muy inferiores a los que se barajan en la costa caribeña.

Aunque en la plaza de la catedral abundan los restaurantes turísticos, solo hay que alejarse un poco por las calles secundarias para encontrar establecimientos más auténticos. Nosotros acabamos comiendo en el restaurante Oasis Familiar, que nos recomendó un agente de la policía turística. Es un local muy frecuentado por los lugareños y sirve excelentes tacos a precios muy económicos.

Una vez saciamos el hambre, fuimos a dar una vuelta por Valladolid, una pequeña ciudad colonial infinitamente más bella que cualquier urbe de la Riviera Maya, todas construidas a base de hormigón en las últimas tres décadas. Al contrario que esas poblaciones de nuevo cuño, Valladolid se fundó en el siglo XVI y es una de las localidades más antiguas de México.

Su principal atractivo es el parque Francisco Cantón, situado en el corazón de la ciudad, donde se levanta la imponente catedral de San Gervasio, también del siglo XVI. A los cuatro lados del parque se pueden ver preciosas fachadas con soportales de estilo colonial, todas perfectamente restauradas.

Fuera del parque Francisco Cantón no encontraremos demasiados reclamos turísticos, pero sí vale la pena alejarse un poco para ver el lado más auténtico de la ciudad, con las fachadas sin restaurar y las cantinas tradicionales donde acuden los vallisoletanos a tomarse una cerveza.

En un par de horas se puede comer y dar una vuelta por el centro de Valladolid. Cerca del parque Francisco Cantón hay una zona de aparcamiento.



Catedral de San Gervasio.



Carteles anunciando una feria en Valladolid.



Soportales en la plaza del parque Francisco Cantón.



Fachadas coloniales de Valladolid.


Una anciana junto a una enorme ventana de estilo colonial.



Parque Francisco Cantón.



Vendedor ambulante en el parque Francisco Cantón.



Paseando con un vestido tradicional.



Más soportales en el parque Francisco Cantón.



Calle del centro de Valladolid.



Simpático cactus en la entrada de una tienda.



Más calles del centro de Valladolid.



Las fachadas son más decrépitas conforme nos alejamos del centro.



Tienda de comestibles.



Un salón de máquinas recreativas.



Iglesia evangélica.



Paseando por Valladolid.



Una cantina típica mexicana.



Más comercios de Valladolid.



La Policía patrulla en grandes vehículos todoterreno.



El restaurante Oasis Familiar donde comimos.



Cerveza local y nachos, en el restaurante Oasis Familiar.

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