Tokio
Tokio no es una ciudad... Tokio es LA CIUDAD. La mayor área metropolitana del mundo, con más de 35 millones de habitantes, es una descomunal megalópolis en la que uno puede llegar a sentirse realmente pequeño. Además de la ciudad de Tokio propiamente dicha, con unos 13 millones de habitantes, esta interminable área urbana incluye Yokohama, que es la segunda urbe más poblada de Japón, con 3,5 millones de habitantes, y Saitama, que también supera el millón.
La capital japonesa es también el área metropolitana con el mayor PIB del mundo, alrededor de 1,2 billones de euros, superior, incluso, al PIB de la región de Nueva York o al PIB de toda España, que alcanzan por poco el billón de euros. Tokio es, sin duda, una de las regiones más prósperas del planeta, a pesar del relativo estancamiento que arrastra la economía nipona desde la década de los años 90.
Las inabarcables dimensiones de Tokio hacen que sus barrios puedan considerarse como ciudades independientes, todas ellas conectadas por una excelente red de transporte público, que incluye 13 líneas de metro y múltiples líneas de cercanías.
El precio del billete de metro depende del número de estaciones que se vayan a recorrer, partiendo de un mínimo de 170 yenes (1,7 euros). En caso de duda, se puede comprar el billete más económico y al llegar al destino abonar la diferencia en unas máquinas especiales de ajuste de tarifa, que están presentes en todas las estaciones. Las líneas Toei pertenecen a una compañía privada y tienen sus propios billetes, lo que obliga a pagar más para hacer transbordo entre las dos redes de metro.
Existen pases de metro de un día que cuestan 710 yenes (7,1 dólares) y que permiten coger todas las líneas de metro convencionales y otros pases de 1.000 yenes (10 dólares), que también permiten acceder a las líneas Toei.
Además del metro, hay múltiples líneas de cercanías. Las más útiles para el turista son la Yamanote, una línea circular que comunica los principales barrios de la ciudad, y la Chuo Line, que atraviesa Tokio de este a oeste. Las dos son líneas elevadas, cuyos trenes van por la superficie y se pueden coger gratis con el Japan Rail Pass porque pertenecen a la compañía de ferrocarriles JR. El Japan Rail Pass también es válido para el Narita Express, el tren que comunica el aeropuerto internacional de Narita con la estación central de Tokio en una hora de trayecto.
Aunque al principio pueda echar un poco para atrás ver un mapa del transporte urbano de Tokio y su funcionamiento parezca confuso, lo cierto es que moverse por la capital nipona es relativamente sencillo porque todo está muy bien señalizado con carteles en inglés y japonés.
Mapa del metro de Tokio.
Interior de un vagón de metro.
Línea circular Yamanote.
Debido a la magnitud de Tokio, en este post vamos a dividir la ciudad en barrios para resumir mejor nuestra visita a la capital japonesa:
MARUNOUCHI
Podría considerarse el corazón de Tokio, además de su centro financiero. Es el barrio que se extiende en los alrededores de la estación central, el gran núcleo ferroviario de la capital japonesa, donde convergen varias líneas de metro, cercanías y trenes de larga distancia. La estación es un bonito edificio de ladrillo de principios de siglo XX, que contrasta con los modernos rascacielos de su entorno.
En Marunouchi se encuentra también el Palacio Imperial, residencia oficial del emperador de Japón. El Palacio no se puede visitar, salvo en fechas determinadas y mediante solicitud previa, pero sí se pueden ver las murallas exteriores y recorrer el parque, un pulmón verde en pleno centro de Tokio.
Este barrio es el más caro de Japón y el metro cuadrado se paga a riñón y medio. Los principales bancos japoneses, como el Tokyo-Mitsubishi, y las grandes multinacionales tienen aquí sus sedes centrales en modernos rascacielos de cristal.
Muralla exterior del Palacio Imperial de Tokio.
Rascacielos de Marunouchi.
Parque del Palacio Imperial.
Árboles perfectamente podados junto al Palacio Imperial.
Estación central de Tokio.
Taxi de Tokio.
Avenida en el distrito de Marunouchi.
Todas las calles tienen su nombre traducido al alfabeto latino.
Otra avenida de Marunouchi.
ROPPONGI
El principal atractivo de Roppongi es la torre de Tokio, una copia de la torre Eiffel parisina pintada de rojo y blanco, los colores de la bandera japonesa, que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque es unos metros más alta que su homóloga francesa, lo cierto es que parece mucho más pequeña porque mientras que la torre Eiffel destaca en solitario por encima del horizonte parisino, la torre japonesa debe competir por el protagonismo con los rascacielos de Tokio.
El mejor lugar para observar la torre de Tokio es desde el mirador del museo de Arte Mori, un centro de arte contemporáneo situado en las plantas 52 y 53 del complejo Roppongi Hills. La entrada cuesta 1.500 yenes (15 euros) más otros 500 yenes (5 euros) si se quiera acceder al helipuerto de la azotea, desde donde se obtienen fantásticas panorámicas de Tokio sin cristales de por medio. Aunque la entrada al museo de Arte Mori es cara, merece la pena pagarla por las vistas y también por las exposiciones que alberga.
Una esquina del distrito de Roppongi.
Seguimos de paseo por Roppongi.
Uno de los modelos de Honda más vendidos en Japón.
Doraemon se ha multiplicado en las calles de Roppongi.
La torre de Tokio, vista desde el museo de Arte Mori.
Otra panorámica de Tokio desde el mirador del museo de Arte Mori.
Vista de la zona de la bahía de Tokio.
El helipuerto del museo de Arte Mori ofrece fabulosas vistas de Tokio.
GINZA
Amplias avenidas, centros comerciales y tiendas de lujo dan forma a uno de los barrios con más solera de Tokio. Ginza vio nacer las primeras grandes superficies comerciales de Japón a principios del siglo XX, pero ha sabido adaptarse al paso del tiempo y hoy día sigue siendo una de las zonas más dinámicas de Tokio.
Vale la pena acercarse al edificio Sony, donde suele haber proyecciones audiovisuales en la última planta y donde se pueden ver las últimas novedades tecnológicas de la multinacional japonesa. Tampoco hay que perderse las surrealistas exposiciones que montan en la Shiseido Gallery. Ambos edificios son gratis. Para comer, la zona de restauración de los almacenes Mitsukoshi es muy recomendable. Se encuentra en el sótano del edificio, pero se puede comprar allí la comida y subir a la azotea para degustarla.
En Ginza también se encuentra una de las grandes atracciones de Tokio, el mercado de pescado de Tsukiji. Se trata de la mayor lonja del mundo en la que cada mañana se comercia con toneladas y toneladas de pescado. Para ver la subasta de atún hay que madrugar mucho porque las plazas son limitadas y empieza antes de las 5.00 h de la mañana. Como siempre existe la posibilidad de pegarse el madrugón y quedarse fuera, decidimos prescindir de la subasta y acudir directamente a la zona de los mayoristas, que se abre al público a partir de las 9.00 h.
En esta zona de la lonja de Tsukiji se amontonan centenares de pescaderías que venden al por mayor pescado y marisco en grandes cajas de poliestireno. El trajín de gente es frenético y hay que estar muy atento a las camionetas que circulan a toda velocidad por los estrechos pasillos.
Aunque el mercado de Tsukiji sigue siendo un lugar imprescindible, no es, quizás, tan espectacular como las lonjas de Corea porque está mucho más profesionalizado y es menos pintoresco. Casi todo el pescado se vende ya muerto y bien colocado en cajas, mientras que en las lonjas coreanas la mayoría se vendía vivo y en enormes peceras, siendo más sorprendente para los ojos occidentales.
En las calles de los alrededores del mercado de Tsukiji hay muchos restaurantes de sushi, ideales para almorzar pescado fresco.
Boca de metro en el barrio de Ginza.
Calle de Ginza.
Amplias avenidas vertebran el barrio de Ginza.
Ginza es un buen lugar para ir de compras.
Al fondo, el edificio Sony.
Otra calle de Ginza.
Más calles de Ginza.
Un Lamborghini parado en un paso de cebra. Ginza es uno de los barrios más caros de Tokio.
Paseando por Ginza.
Prohibido fumar en la calle.
El famoso robot Pepper, en la fachada del banco SoftBank.
Esquina comercial de Ginza.
Mercadillo callejero junto a la lonja de Tsukiji.
Alrededores del mercado de pescado de Tsukiji.
Flambeando vieiras junto a la lonja de Tsukiji.
Los alrededores de Tsukiji están llenos de restaurantes de sushi.
Restaurante de sushi con la clásica cinta transportadora por donde desfilan los platos.
BAHÍA DE TOKIO
En la isla artificial de Odaiba han brotado en los últimos años grandes centros comerciales y modernos edificios, como el Fuji, y es un buen lugar para pasear observando el skyline de Tokio desde el otro lado de la bahía. En esta isla se encuentra también el parque de atracciones Tokyo Joypolis, que fusiona atracciones reales y virtuales.
Destaca, además, la pequeña estatua de la Libertad, réplica de la neoyorquina, que se levanta frente al puente del Arco Iris, o Rainbow Bridge, que comunica la isla con el resto de la ciudad. Es interesante el viaje en el monorraíl, que cruza este puente para llegar hasta la isla de Odaiba. El billete cuesta 320 yenes (3,2 dólares).
Monorraíl elevado en dirección a la bahía de Tokio.
El gran puente del Arco Iris comunica Tokio con la isla de Odaiba.
La estatua de la Libertad de Tokio, en la isla de Odaiba.
Vista del puente del Arco Iris y la ciudad de Tokio al fondo.
Parque en la isla de Odaiba.
SHINJUKU
Es uno de los centros neurálgicos de Tokio y su enorme estación de metro y ferrocarril es una de las más transitadas del mundo. Shinjuku es un barrio muy recomendable para alojarse porque está lleno de restaurantes y bares para cenar o tomar algo, lo que permite salir por la noche sin depender del transporte público, todo un lujo en una ciudad de estas dimensiones. Eso sí, los alojamientos más económicos suelen llenarse con rapidez.
Más allá de las calles de bares y restaurantes, los centros comerciales y su animado ambiente nocturno, Shinjuku no cuenta con lugares especialmente atractivos para visitar. El más interesante es, quizás, el Ayuntamiento de Tokio, un complejo de granito con dos torres gemelas diseñadas por Tange Kenzo, que cuentan con un mirador gratuito en el piso 45 a más de 200 metros de altitud.
Barrio de Shinjuku, con un coche de la policía tokiota en primer plano.
Alrededores de la estación de Shinjuku.
Parking de pago para bicicletas junto a la estación de Shinjuku.
Calle de restaurantes en Shinjuku.
Un local para conducir robots, en el barrio de Shinjuku.
Otra calle comercial de Shinjuku.
Una banda actuando en las calles de Shinjuku.
Más calles comerciales de Shinjuku.
Carteles de Shinjuku.
Shinjuku por la noche.
SHIBUYA
Shibuya es otra de las principales zonas de ocio de la capital japonesa y, por lo tanto, un buen sitio para alojarse, aunque, como ocurría con Shinjuku, los hoteles económicos suelen estar muy solicitados. Durante el día se puede pasear por las numerosas calles de tiendas del barrio, siempre repletas de gente, o visitar alguno de sus modernos centros comerciales. Por la noche, la oferta de bares y restaurantes también es muy amplia.
El corazón del barrio es el famoso cruce de Shibuya, cuyo paso de cebra es el más transitado del mundo. Cada vez que el semáforo se pone en verde hasta mil peatones pueden llegar a lanzarse al asfalto para atravesar el cruce y, lo que es más sorprendente, sin llegar a colisionar unos con otros. Al atardecer es cuando suele estar más transitado.
El paso de cebra de Shibuya está rodeado de edificios con carteles luminosos y vallas publicitarias en una especie de Times Square a la japonesa porque no falta la imagen del robot o del personaje manga. Desde el piso superior de un Starbucks se puede observar el espectáculo del cruce de los peatones con una buena perspectiva. El mirador del centro comercial Shibuya Hikarie es otro buen punto de observación.
Este famoso cruce se encuentra junto a la estación de metro de Shibuya, otra de las más transitadas de Tokio, y al lado de la estación se puede ver la estatua de Hachiko, muy querida por los tokiotas. La escultura, que data de 1935, representa al perro Hachiko, que en los años 20 acudía a diario a la estación de Shibuya para esperar a su dueño. Tristemente, su dueño nunca llegaba porque había fallecido.
Cerca de Shibuya está el barrio de Harajuku, donde se encuentra la abarrotada Takeshita-dori, una estrecha calle peatonal repleta de tiendas de ropa para jóvenes. Hace años era un lugar muy frecuentado por adolescentes de estética gótica, aunque hoy día los turistas han tomado el poder. Paralela a la calle Takeshita discurre la avenida Omote-sando, una de las más 'fashion' de la ciudad porque en ella se han instalado las principales firmas de moda internacional. Para comprar en Omote-sando hay que ir bien surtido de yenes.
Desde Harajuku también se puede caminar hasta el templo Meiji, el santuario sintoísta más importante de Tokio. El templo está situado en el interior de un frondoso parque y para llegar al recinto hay que atravesar dos enormes torii de madera.
Cerca del templo se extiende el parque Yoyogi, uno de los más frecuentados por los lugareños. Artistas callejeros, músicos y jóvenes fans del anime y de los disfraces solían montar espectáculos en el parque los fines de semana, pero el Ayuntamiento cada vez pone más problemas a ese tipo de actuaciones improvisadas y la cosa ha decaído bastante.
Cruce de Shibuya, el paso de cebra más transitado del mundo.
El cruce de Shibuya, con el semáforo en rojo.
Se pone verde el semáforo.
Vista del cruce de Shibuya desde el centro comercial Shibuya Hikarie.
La estatua del perro Hachiko.
Los carteles publicitarios adornan las calles de Shibuya.
Calle comercial de Shibuya.
Otra calle comercial de Shibuya.
Más calles de tiendas en el barrio de Shibuya.
En la calle solo se puede fumar en zonas delimitadas como esta.
Modernos centros comerciales en Shibuya.
Vista de Tokio desde el mirador del centro comercial Shibuya Hikarie.
Calle de Shibuya por la noche.
El cruce de Shibuya por la noche.
Calle Takeshita, en el barrio de Harajuku.
La calle Takeshita siempre está llena de gente.
Tienda de ropa en Takeshita-dori.
Una gran torii de madera preside la entrada al templo Meiji.
Templo Meiji.
Los japoneses suelen escribir mensajes en tablillas de madera presentes en todos los templos.
Fuente purificadora en el templo Meiji.
Parque Yoyogi.
ASAKUSA
Durante la época Edo, el nombre de Tokio antes de la restauración Meiji de 1868, Asakusa era un barrio humilde donde vivían las clases más populares, pero a lo largo del siglo XIX fue ganando importancia como distrito de ocio, con muchos teatros, cafés y prostíbulos animando sus calles junto al río Sumida. Numerosos artistas se instalaron en Asakusa en el siglo XIX convirtiendo el barrio en una especie de Montmartre japonés, tal y como relata el escritor Yasunari Kawabata en su novela 'La pandilla de Asakusa'.
En la actualidad, Asakusa sigue siendo uno de los barrios más turísticos de Tokio, con sus calles formadas por casitas bajas y los tradicionales rickshaws cargados de turistas compitiendo con los coches sobre el asfalto. El principal punto de interés es el templo Senso-ji, el más visitado de la capital japonesa. Para llegar hay que atravesar la llamada puerta del trueno y recorrer una pintoresca calle, siempre colapsada de gente, en la que se venden todo tipo de souvenirs y reliquias de este templo budista.
Desde el puente Azuma-bashi se obtienen buenas vistas de la Sky Tree, el edificio más alto de Tokio, que, con sus 634 metros de altitud, se erige majestuosa al otro lado del río Sumida. Se puede cruzar el puente y llegar caminando a la torre en un agradable paseo, pero subir a la torre ya es otro cantar debido a las interminables colas que se forman, sobre todo en fin de semana. Cuando fuimos nosotros, las entradas ya estaban agotadas para todo el día, así que nos quedamos sin subir al mirador más alto de Tokio, que está situado a 450 metros. La entrada cuesta la nada despreciable cifra de 3.000 yenes (30 dólares).
No muy lejos de Asakusa se encuentra el Gimnasio Arashio, que viene indicado en la Lonely Planet, donde se puede observar desde la calle cómo entrenan los luchadores de sumo. Hay que ir temprano porque sobre las 9 de la mañana suelen terminar la sesión. Además, la ventana desde donde se observa el entrenamiento se llena rápido de turistas. La parada de metro de Hamacho es la más cercana al gimnasio.
Barrio de Asakusa.
En Asakusa todavía se pueden ver los tradicionales rickshaws japoneses.
Pasaje comercial en Asakusa.
Mercadillo frente al templo Senso-ji.
Acceso principal al templo Senso-ji.
El Senso-ji es el templo más visitado de Tokio.
Japoneses purificándose en la fuente del templo Senso-ji.
Casi todos los templos ofrecen mensajes que leen el futuro a cambio de un donativo y un pequeño ritual.
El río Sumida, a su paso por Asakusa.
Viviendas junto al río Sumida.
La torre Sky Tree, el edificio más alto de Tokio, se levanta al otro lado del río.
UENO
Es otro de los barrios más tradicionales de Tokio, donde todavía se respira el aroma de la época Edo, aunque siempre hay que tener en cuenta que la capital japonesa fue destruida casi en su totalidad en la Segunda Guerra Mundial y apenas quedan en pie edificios antiguos. Aun así, el barrio de Ueno es el lugar que mejor ha resistido el paso del tiempo.
Ueno es un distrito tranquilo formado por casitas bajas y calles estrechas salpicadas de pequeños templos y santuarios. También se encuentra aquí el Museo Nacional de Tokio, el más importante de la capital japonesa, que destaca por su colección de arte nipón. El museo está dentro del parque Ueno, muy frecuentado por los lugareños en fin de semana.
Kanei-ji, uno de los múltiples templos que se pueden visitar en Ueno.
Calle del barrio de Ueno.
Algunos templos de Ueno tienen pequeños cementerios, cuyas tumbas lucen tablas de madera con mensajes escritos.
Otra calle de Ueno.
Cayendo el diluvio universal en Ueno.
Otro pequeño templo en el barrio de Ueno.
Museo Nacional de Tokio.
AKIHABARA
Es el barrio de la electrónica de Tokio y el lugar más 'freak' de la capital japonesa. En sus calles se amontonan decenas de centros comerciales especializados en aparatos electrónicos, salones recreativos de varios pisos y edificios enteros dedicados al mundo del cómic. Las luces de neón y cierto ambiente retro crean una atmósfera única por la que nunca te cansarías de pasear.
Akihabara es también el barrio de los otaku, una palabra japonesa que se utiliza para definir a los amantes de los videojuegos y de los comics manga, lo que en España vendría a ser un friki de toda la vida, y que en Japón son una auténtica legión.
Aunque cualquier pequeña tienda de cómics o centro comercial merece una visita, destaca el Super Potato, una tienda especializada en videojuegos antiguos, con gameboys y consolas vintage decorando sus paredes. También se puede echar una partida de Super Mario en 8 bits. Para probar videojuegos más modernos se puede entrar en alguno de los grandes salones recreativos, como el edificio Sega. Todos los salones recreativos incluyen, al menos una planta, dedicada a videojuegos antiguos.
También son sorprendentes las tiendas de cómics manga en las que, además de miles de historietas, se venden figuritas, pósters y disfraces de todo tipo de personajes de los dibujos animados japoneses, desde los protagonistas de Bola de Dragón o los guerreros del Street Fighter hasta la dulce Candy Candy.
En Akihabara también abundan los sex-shops que, sin duda, también merecen una visita para observar curiosos artilugios sexuales, disfraces, películas y cómics porno. Son tiendas, algunas de ellas de varios pisos, tan frikis como las tiendas de cómics y es que las fantasías sexuales son otra de las debilidades de los otaku.
Otra atracción de Akihabara son los cafés de sirvientas, donde jóvenes camareras disfrazadas de criadas interpretan el papel de sirvienta sumisa con sus clientes, una mezcla de otakus y turistas. Estas sirvientas están por todas las calles del barrio repartiendo flyers para intentar atraer clientes a sus cafés.
Y sería difícil marcharse de Akiha, así se conoce popularmente al barrio, sin escuchar alguna canción de las AKB48, un grupo musical de jovenzuelas vestidas de colegialas que hacen vistosas coreografías y cantan con voz de pito. Son un auténtico fenómeno social en Japón y cuentan con miles de fans, en su mayoría masculinos. Hay tiendas enteras dedicadas a las AKB48 y otros grupos similares.
Luces de neón en el barrio de Akihabara.
Calle de Akihabara.
Akihabara es el barrio del manga y el anime.
Otra pequeña tienda de videojuegos.
Camarera de un café de sirvientas en busca de clientes.
Colegialas repartiendo propaganda en Akihabara.
Cartel de un café de sirvientas.
Calle de Akihabara.
Interior de una tienda de cómics.
Entrada a un sex-shop de varias plantas en Akihabara.
El manga porno es una de las pasiones de los japoneses.
Paseando por Akihabara.
Más calles de Akihabara.
Cartel manga decorando las calles de Akihabara.
Seguimos de paseo por Akihabara.
Las máquinas para sacar bolas con regalos son también muy populares en Japón.
Otra sirvienta intentando atraer clientes.
Sirvienta charlando con un potencial cliente.
Akihabara es también el barrio de la electrónica, ideal para comprar tarjetas de memoria, pen drives, etc...
Máquinas de refrescos en las calles de Akihabara.
Akihabara es el barrio más friki y divertido de Tokio.
Sala de pachinko, las tragaperras japonesas.
El pachinko consiste en introducir bolas metálicas en la máquina y ver cómo caen. Si se cuelan en el agujero correcto, hay premio.
En Tokio nos alojamos en dos hoteles, uno al llegar a Japón y otro al final del viaje. Primero nos quedamos en el hotel Sotetsu Fresa Nimbombachi, que está situado a unos 20 minutos caminando de la estación central de Tokio. Está bien comunicado con dos líneas de metro en la puerta, pero para llegar a una línea de JR (gratis con el Japan Rail Pass) hay que hacer un transbordo. La habitación doble con desayuno nos costó 62 euros. Es muy pequeña, como todas las habitaciones de Tokio, pero nueva y bien equipada. El wifi gratuito funciona a la perfección.
El otro hotel que probamos fue el My Stays Kanda que está en el barrio de Kanda, también muy cerca de la estación central de Tokio. Este establecimiento está, quizás, mejor situado que el anterior porque, aunque hay que caminar cinco minutos para llegar al metro, se pueden coger directamente las líneas Yamanote y Chuo de JR. La habitación también estaba muy bien y era, incluso, algo más grande que la del Sotetsu Fresa, aunque un pelín más cara. La doble nos costó 70 euros y el desayuno no estaba incluido. El wifi es gratis.
La capital japonesa es también el área metropolitana con el mayor PIB del mundo, alrededor de 1,2 billones de euros, superior, incluso, al PIB de la región de Nueva York o al PIB de toda España, que alcanzan por poco el billón de euros. Tokio es, sin duda, una de las regiones más prósperas del planeta, a pesar del relativo estancamiento que arrastra la economía nipona desde la década de los años 90.
Las inabarcables dimensiones de Tokio hacen que sus barrios puedan considerarse como ciudades independientes, todas ellas conectadas por una excelente red de transporte público, que incluye 13 líneas de metro y múltiples líneas de cercanías.
El precio del billete de metro depende del número de estaciones que se vayan a recorrer, partiendo de un mínimo de 170 yenes (1,7 euros). En caso de duda, se puede comprar el billete más económico y al llegar al destino abonar la diferencia en unas máquinas especiales de ajuste de tarifa, que están presentes en todas las estaciones. Las líneas Toei pertenecen a una compañía privada y tienen sus propios billetes, lo que obliga a pagar más para hacer transbordo entre las dos redes de metro.
Existen pases de metro de un día que cuestan 710 yenes (7,1 dólares) y que permiten coger todas las líneas de metro convencionales y otros pases de 1.000 yenes (10 dólares), que también permiten acceder a las líneas Toei.
Además del metro, hay múltiples líneas de cercanías. Las más útiles para el turista son la Yamanote, una línea circular que comunica los principales barrios de la ciudad, y la Chuo Line, que atraviesa Tokio de este a oeste. Las dos son líneas elevadas, cuyos trenes van por la superficie y se pueden coger gratis con el Japan Rail Pass porque pertenecen a la compañía de ferrocarriles JR. El Japan Rail Pass también es válido para el Narita Express, el tren que comunica el aeropuerto internacional de Narita con la estación central de Tokio en una hora de trayecto.
Aunque al principio pueda echar un poco para atrás ver un mapa del transporte urbano de Tokio y su funcionamiento parezca confuso, lo cierto es que moverse por la capital nipona es relativamente sencillo porque todo está muy bien señalizado con carteles en inglés y japonés.
Mapa del metro de Tokio.
Interior de un vagón de metro.
Línea circular Yamanote.
Debido a la magnitud de Tokio, en este post vamos a dividir la ciudad en barrios para resumir mejor nuestra visita a la capital japonesa:
MARUNOUCHI
Podría considerarse el corazón de Tokio, además de su centro financiero. Es el barrio que se extiende en los alrededores de la estación central, el gran núcleo ferroviario de la capital japonesa, donde convergen varias líneas de metro, cercanías y trenes de larga distancia. La estación es un bonito edificio de ladrillo de principios de siglo XX, que contrasta con los modernos rascacielos de su entorno.
En Marunouchi se encuentra también el Palacio Imperial, residencia oficial del emperador de Japón. El Palacio no se puede visitar, salvo en fechas determinadas y mediante solicitud previa, pero sí se pueden ver las murallas exteriores y recorrer el parque, un pulmón verde en pleno centro de Tokio.
Este barrio es el más caro de Japón y el metro cuadrado se paga a riñón y medio. Los principales bancos japoneses, como el Tokyo-Mitsubishi, y las grandes multinacionales tienen aquí sus sedes centrales en modernos rascacielos de cristal.
Muralla exterior del Palacio Imperial de Tokio.
Rascacielos de Marunouchi.
Parque del Palacio Imperial.
Árboles perfectamente podados junto al Palacio Imperial.
Estación central de Tokio.
Taxi de Tokio.
Avenida en el distrito de Marunouchi.
Todas las calles tienen su nombre traducido al alfabeto latino.
Otra avenida de Marunouchi.
ROPPONGI
El principal atractivo de Roppongi es la torre de Tokio, una copia de la torre Eiffel parisina pintada de rojo y blanco, los colores de la bandera japonesa, que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque es unos metros más alta que su homóloga francesa, lo cierto es que parece mucho más pequeña porque mientras que la torre Eiffel destaca en solitario por encima del horizonte parisino, la torre japonesa debe competir por el protagonismo con los rascacielos de Tokio.
El mejor lugar para observar la torre de Tokio es desde el mirador del museo de Arte Mori, un centro de arte contemporáneo situado en las plantas 52 y 53 del complejo Roppongi Hills. La entrada cuesta 1.500 yenes (15 euros) más otros 500 yenes (5 euros) si se quiera acceder al helipuerto de la azotea, desde donde se obtienen fantásticas panorámicas de Tokio sin cristales de por medio. Aunque la entrada al museo de Arte Mori es cara, merece la pena pagarla por las vistas y también por las exposiciones que alberga.
Una esquina del distrito de Roppongi.
Seguimos de paseo por Roppongi.
Uno de los modelos de Honda más vendidos en Japón.
Tokyo Midtown, un gran complejo de oficinas en Roppongi.
Doraemon se ha multiplicado en las calles de Roppongi.
La torre de Tokio, vista desde el museo de Arte Mori.
Otra panorámica de Tokio desde el mirador del museo de Arte Mori.
Vista de la zona de la bahía de Tokio.
El helipuerto del museo de Arte Mori ofrece fabulosas vistas de Tokio.
GINZA
Amplias avenidas, centros comerciales y tiendas de lujo dan forma a uno de los barrios con más solera de Tokio. Ginza vio nacer las primeras grandes superficies comerciales de Japón a principios del siglo XX, pero ha sabido adaptarse al paso del tiempo y hoy día sigue siendo una de las zonas más dinámicas de Tokio.
Vale la pena acercarse al edificio Sony, donde suele haber proyecciones audiovisuales en la última planta y donde se pueden ver las últimas novedades tecnológicas de la multinacional japonesa. Tampoco hay que perderse las surrealistas exposiciones que montan en la Shiseido Gallery. Ambos edificios son gratis. Para comer, la zona de restauración de los almacenes Mitsukoshi es muy recomendable. Se encuentra en el sótano del edificio, pero se puede comprar allí la comida y subir a la azotea para degustarla.
En Ginza también se encuentra una de las grandes atracciones de Tokio, el mercado de pescado de Tsukiji. Se trata de la mayor lonja del mundo en la que cada mañana se comercia con toneladas y toneladas de pescado. Para ver la subasta de atún hay que madrugar mucho porque las plazas son limitadas y empieza antes de las 5.00 h de la mañana. Como siempre existe la posibilidad de pegarse el madrugón y quedarse fuera, decidimos prescindir de la subasta y acudir directamente a la zona de los mayoristas, que se abre al público a partir de las 9.00 h.
En esta zona de la lonja de Tsukiji se amontonan centenares de pescaderías que venden al por mayor pescado y marisco en grandes cajas de poliestireno. El trajín de gente es frenético y hay que estar muy atento a las camionetas que circulan a toda velocidad por los estrechos pasillos.
Aunque el mercado de Tsukiji sigue siendo un lugar imprescindible, no es, quizás, tan espectacular como las lonjas de Corea porque está mucho más profesionalizado y es menos pintoresco. Casi todo el pescado se vende ya muerto y bien colocado en cajas, mientras que en las lonjas coreanas la mayoría se vendía vivo y en enormes peceras, siendo más sorprendente para los ojos occidentales.
En las calles de los alrededores del mercado de Tsukiji hay muchos restaurantes de sushi, ideales para almorzar pescado fresco.
Boca de metro en el barrio de Ginza.
Calle de Ginza.
Amplias avenidas vertebran el barrio de Ginza.
Ginza es un buen lugar para ir de compras.
Al fondo, el edificio Sony.
Otra calle de Ginza.
Más calles de Ginza.
Un Lamborghini parado en un paso de cebra. Ginza es uno de los barrios más caros de Tokio.
Paseando por Ginza.
Prohibido fumar en la calle.
El famoso robot Pepper, en la fachada del banco SoftBank.
Esquina comercial de Ginza.
VÍDEO: Mercado de pescado de Tsukiji
Mercadillo callejero junto a la lonja de Tsukiji.
Alrededores del mercado de pescado de Tsukiji.
Flambeando vieiras junto a la lonja de Tsukiji.
Los alrededores de Tsukiji están llenos de restaurantes de sushi.
Restaurante de sushi con la clásica cinta transportadora por donde desfilan los platos.
BAHÍA DE TOKIO
En la isla artificial de Odaiba han brotado en los últimos años grandes centros comerciales y modernos edificios, como el Fuji, y es un buen lugar para pasear observando el skyline de Tokio desde el otro lado de la bahía. En esta isla se encuentra también el parque de atracciones Tokyo Joypolis, que fusiona atracciones reales y virtuales.
Destaca, además, la pequeña estatua de la Libertad, réplica de la neoyorquina, que se levanta frente al puente del Arco Iris, o Rainbow Bridge, que comunica la isla con el resto de la ciudad. Es interesante el viaje en el monorraíl, que cruza este puente para llegar hasta la isla de Odaiba. El billete cuesta 320 yenes (3,2 dólares).
Monorraíl elevado en dirección a la bahía de Tokio.
El gran puente del Arco Iris comunica Tokio con la isla de Odaiba.
La estatua de la Libertad de Tokio, en la isla de Odaiba.
Vista del puente del Arco Iris y la ciudad de Tokio al fondo.
Parque en la isla de Odaiba.
SHINJUKU
Es uno de los centros neurálgicos de Tokio y su enorme estación de metro y ferrocarril es una de las más transitadas del mundo. Shinjuku es un barrio muy recomendable para alojarse porque está lleno de restaurantes y bares para cenar o tomar algo, lo que permite salir por la noche sin depender del transporte público, todo un lujo en una ciudad de estas dimensiones. Eso sí, los alojamientos más económicos suelen llenarse con rapidez.
Más allá de las calles de bares y restaurantes, los centros comerciales y su animado ambiente nocturno, Shinjuku no cuenta con lugares especialmente atractivos para visitar. El más interesante es, quizás, el Ayuntamiento de Tokio, un complejo de granito con dos torres gemelas diseñadas por Tange Kenzo, que cuentan con un mirador gratuito en el piso 45 a más de 200 metros de altitud.
Barrio de Shinjuku, con un coche de la policía tokiota en primer plano.
Alrededores de la estación de Shinjuku.
Parking de pago para bicicletas junto a la estación de Shinjuku.
Calle de restaurantes en Shinjuku.
Un local para conducir robots, en el barrio de Shinjuku.
Otra calle comercial de Shinjuku.
Una banda actuando en las calles de Shinjuku.
Más calles comerciales de Shinjuku.
Carteles de Shinjuku.
Shinjuku por la noche.
SHIBUYA
Shibuya es otra de las principales zonas de ocio de la capital japonesa y, por lo tanto, un buen sitio para alojarse, aunque, como ocurría con Shinjuku, los hoteles económicos suelen estar muy solicitados. Durante el día se puede pasear por las numerosas calles de tiendas del barrio, siempre repletas de gente, o visitar alguno de sus modernos centros comerciales. Por la noche, la oferta de bares y restaurantes también es muy amplia.
El corazón del barrio es el famoso cruce de Shibuya, cuyo paso de cebra es el más transitado del mundo. Cada vez que el semáforo se pone en verde hasta mil peatones pueden llegar a lanzarse al asfalto para atravesar el cruce y, lo que es más sorprendente, sin llegar a colisionar unos con otros. Al atardecer es cuando suele estar más transitado.
El paso de cebra de Shibuya está rodeado de edificios con carteles luminosos y vallas publicitarias en una especie de Times Square a la japonesa porque no falta la imagen del robot o del personaje manga. Desde el piso superior de un Starbucks se puede observar el espectáculo del cruce de los peatones con una buena perspectiva. El mirador del centro comercial Shibuya Hikarie es otro buen punto de observación.
Este famoso cruce se encuentra junto a la estación de metro de Shibuya, otra de las más transitadas de Tokio, y al lado de la estación se puede ver la estatua de Hachiko, muy querida por los tokiotas. La escultura, que data de 1935, representa al perro Hachiko, que en los años 20 acudía a diario a la estación de Shibuya para esperar a su dueño. Tristemente, su dueño nunca llegaba porque había fallecido.
Cerca de Shibuya está el barrio de Harajuku, donde se encuentra la abarrotada Takeshita-dori, una estrecha calle peatonal repleta de tiendas de ropa para jóvenes. Hace años era un lugar muy frecuentado por adolescentes de estética gótica, aunque hoy día los turistas han tomado el poder. Paralela a la calle Takeshita discurre la avenida Omote-sando, una de las más 'fashion' de la ciudad porque en ella se han instalado las principales firmas de moda internacional. Para comprar en Omote-sando hay que ir bien surtido de yenes.
Desde Harajuku también se puede caminar hasta el templo Meiji, el santuario sintoísta más importante de Tokio. El templo está situado en el interior de un frondoso parque y para llegar al recinto hay que atravesar dos enormes torii de madera.
Cerca del templo se extiende el parque Yoyogi, uno de los más frecuentados por los lugareños. Artistas callejeros, músicos y jóvenes fans del anime y de los disfraces solían montar espectáculos en el parque los fines de semana, pero el Ayuntamiento cada vez pone más problemas a ese tipo de actuaciones improvisadas y la cosa ha decaído bastante.
Cruce de Shibuya, el paso de cebra más transitado del mundo.
El cruce de Shibuya, con el semáforo en rojo.
Se pone verde el semáforo.
Vista del cruce de Shibuya desde el centro comercial Shibuya Hikarie.
La estatua del perro Hachiko.
Los carteles publicitarios adornan las calles de Shibuya.
Calle comercial de Shibuya.
Otra calle comercial de Shibuya.
Más calles de tiendas en el barrio de Shibuya.
En la calle solo se puede fumar en zonas delimitadas como esta.
Modernos centros comerciales en Shibuya.
Vista de Tokio desde el mirador del centro comercial Shibuya Hikarie.
Calle de Shibuya por la noche.
El cruce de Shibuya por la noche.
VÍDEO: Cruce de Shibuya
Calle Takeshita, en el barrio de Harajuku.
La calle Takeshita siempre está llena de gente.
Tienda de ropa en Takeshita-dori.
Una gran torii de madera preside la entrada al templo Meiji.
Templo Meiji.
Los japoneses suelen escribir mensajes en tablillas de madera presentes en todos los templos.
Fuente purificadora en el templo Meiji.
Parque Yoyogi.
ASAKUSA
Durante la época Edo, el nombre de Tokio antes de la restauración Meiji de 1868, Asakusa era un barrio humilde donde vivían las clases más populares, pero a lo largo del siglo XIX fue ganando importancia como distrito de ocio, con muchos teatros, cafés y prostíbulos animando sus calles junto al río Sumida. Numerosos artistas se instalaron en Asakusa en el siglo XIX convirtiendo el barrio en una especie de Montmartre japonés, tal y como relata el escritor Yasunari Kawabata en su novela 'La pandilla de Asakusa'.
En la actualidad, Asakusa sigue siendo uno de los barrios más turísticos de Tokio, con sus calles formadas por casitas bajas y los tradicionales rickshaws cargados de turistas compitiendo con los coches sobre el asfalto. El principal punto de interés es el templo Senso-ji, el más visitado de la capital japonesa. Para llegar hay que atravesar la llamada puerta del trueno y recorrer una pintoresca calle, siempre colapsada de gente, en la que se venden todo tipo de souvenirs y reliquias de este templo budista.
Desde el puente Azuma-bashi se obtienen buenas vistas de la Sky Tree, el edificio más alto de Tokio, que, con sus 634 metros de altitud, se erige majestuosa al otro lado del río Sumida. Se puede cruzar el puente y llegar caminando a la torre en un agradable paseo, pero subir a la torre ya es otro cantar debido a las interminables colas que se forman, sobre todo en fin de semana. Cuando fuimos nosotros, las entradas ya estaban agotadas para todo el día, así que nos quedamos sin subir al mirador más alto de Tokio, que está situado a 450 metros. La entrada cuesta la nada despreciable cifra de 3.000 yenes (30 dólares).
No muy lejos de Asakusa se encuentra el Gimnasio Arashio, que viene indicado en la Lonely Planet, donde se puede observar desde la calle cómo entrenan los luchadores de sumo. Hay que ir temprano porque sobre las 9 de la mañana suelen terminar la sesión. Además, la ventana desde donde se observa el entrenamiento se llena rápido de turistas. La parada de metro de Hamacho es la más cercana al gimnasio.
Barrio de Asakusa.
En Asakusa todavía se pueden ver los tradicionales rickshaws japoneses.
Pasaje comercial en Asakusa.
Mercadillo frente al templo Senso-ji.
Acceso principal al templo Senso-ji.
El Senso-ji es el templo más visitado de Tokio.
Japoneses purificándose en la fuente del templo Senso-ji.
Casi todos los templos ofrecen mensajes que leen el futuro a cambio de un donativo y un pequeño ritual.
El río Sumida, a su paso por Asakusa.
Viviendas junto al río Sumida.
La torre Sky Tree, el edificio más alto de Tokio, se levanta al otro lado del río.
VÍDEO: Gimnasio de Sumo
UENO
Es otro de los barrios más tradicionales de Tokio, donde todavía se respira el aroma de la época Edo, aunque siempre hay que tener en cuenta que la capital japonesa fue destruida casi en su totalidad en la Segunda Guerra Mundial y apenas quedan en pie edificios antiguos. Aun así, el barrio de Ueno es el lugar que mejor ha resistido el paso del tiempo.
Ueno es un distrito tranquilo formado por casitas bajas y calles estrechas salpicadas de pequeños templos y santuarios. También se encuentra aquí el Museo Nacional de Tokio, el más importante de la capital japonesa, que destaca por su colección de arte nipón. El museo está dentro del parque Ueno, muy frecuentado por los lugareños en fin de semana.
Kanei-ji, uno de los múltiples templos que se pueden visitar en Ueno.
Calle del barrio de Ueno.
Algunos templos de Ueno tienen pequeños cementerios, cuyas tumbas lucen tablas de madera con mensajes escritos.
Otra calle de Ueno.
Cayendo el diluvio universal en Ueno.
Otro pequeño templo en el barrio de Ueno.
Museo Nacional de Tokio.
AKIHABARA
Es el barrio de la electrónica de Tokio y el lugar más 'freak' de la capital japonesa. En sus calles se amontonan decenas de centros comerciales especializados en aparatos electrónicos, salones recreativos de varios pisos y edificios enteros dedicados al mundo del cómic. Las luces de neón y cierto ambiente retro crean una atmósfera única por la que nunca te cansarías de pasear.
Akihabara es también el barrio de los otaku, una palabra japonesa que se utiliza para definir a los amantes de los videojuegos y de los comics manga, lo que en España vendría a ser un friki de toda la vida, y que en Japón son una auténtica legión.
Aunque cualquier pequeña tienda de cómics o centro comercial merece una visita, destaca el Super Potato, una tienda especializada en videojuegos antiguos, con gameboys y consolas vintage decorando sus paredes. También se puede echar una partida de Super Mario en 8 bits. Para probar videojuegos más modernos se puede entrar en alguno de los grandes salones recreativos, como el edificio Sega. Todos los salones recreativos incluyen, al menos una planta, dedicada a videojuegos antiguos.
También son sorprendentes las tiendas de cómics manga en las que, además de miles de historietas, se venden figuritas, pósters y disfraces de todo tipo de personajes de los dibujos animados japoneses, desde los protagonistas de Bola de Dragón o los guerreros del Street Fighter hasta la dulce Candy Candy.
En Akihabara también abundan los sex-shops que, sin duda, también merecen una visita para observar curiosos artilugios sexuales, disfraces, películas y cómics porno. Son tiendas, algunas de ellas de varios pisos, tan frikis como las tiendas de cómics y es que las fantasías sexuales son otra de las debilidades de los otaku.
Otra atracción de Akihabara son los cafés de sirvientas, donde jóvenes camareras disfrazadas de criadas interpretan el papel de sirvienta sumisa con sus clientes, una mezcla de otakus y turistas. Estas sirvientas están por todas las calles del barrio repartiendo flyers para intentar atraer clientes a sus cafés.
Y sería difícil marcharse de Akiha, así se conoce popularmente al barrio, sin escuchar alguna canción de las AKB48, un grupo musical de jovenzuelas vestidas de colegialas que hacen vistosas coreografías y cantan con voz de pito. Son un auténtico fenómeno social en Japón y cuentan con miles de fans, en su mayoría masculinos. Hay tiendas enteras dedicadas a las AKB48 y otros grupos similares.
Luces de neón en el barrio de Akihabara.
Calle de Akihabara.
Tienda de cómics y videojuegos.
Akihabara es el barrio del manga y el anime.
Otra pequeña tienda de videojuegos.
Camarera de un café de sirvientas en busca de clientes.
Colegialas repartiendo propaganda en Akihabara.
Cartel de un café de sirvientas.
Calle de Akihabara.
Interior de una tienda de cómics.
Entrada a un sex-shop de varias plantas en Akihabara.
El manga porno es una de las pasiones de los japoneses.
Paseando por Akihabara.
Más calles de Akihabara.
Cartel manga decorando las calles de Akihabara.
Seguimos de paseo por Akihabara.
Las máquinas para sacar bolas con regalos son también muy populares en Japón.
Otra sirvienta intentando atraer clientes.
Sirvienta charlando con un potencial cliente.
Akihabara es también el barrio de la electrónica, ideal para comprar tarjetas de memoria, pen drives, etc...
Máquinas de refrescos en las calles de Akihabara.
Akihabara es el barrio más friki y divertido de Tokio.
Sala de pachinko, las tragaperras japonesas.
El pachinko consiste en introducir bolas metálicas en la máquina y ver cómo caen. Si se cuelan en el agujero correcto, hay premio.
En Tokio nos alojamos en dos hoteles, uno al llegar a Japón y otro al final del viaje. Primero nos quedamos en el hotel Sotetsu Fresa Nimbombachi, que está situado a unos 20 minutos caminando de la estación central de Tokio. Está bien comunicado con dos líneas de metro en la puerta, pero para llegar a una línea de JR (gratis con el Japan Rail Pass) hay que hacer un transbordo. La habitación doble con desayuno nos costó 62 euros. Es muy pequeña, como todas las habitaciones de Tokio, pero nueva y bien equipada. El wifi gratuito funciona a la perfección.
El otro hotel que probamos fue el My Stays Kanda que está en el barrio de Kanda, también muy cerca de la estación central de Tokio. Este establecimiento está, quizás, mejor situado que el anterior porque, aunque hay que caminar cinco minutos para llegar al metro, se pueden coger directamente las líneas Yamanote y Chuo de JR. La habitación también estaba muy bien y era, incluso, algo más grande que la del Sotetsu Fresa, aunque un pelín más cara. La doble nos costó 70 euros y el desayuno no estaba incluido. El wifi es gratis.
Nuestra habitación en el hotel Sotetsu Fresa Nimbombachi.
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