Ciudad de Panamá
Ciudad de Panamá se ha convertido en la capital financiera de Centroamérica y la mayoría de bancos internacionales han desembarcado en sus calles atraídos por las ventajas fiscales que ofrece el país y por el olor de los dólares que mueve el tráfico por el Canal de Panamá.
Los rascacielos siguen brotando como si fueran champiñones en su moderno centro financiero, en plena fase de crecimiento, y se alinean frente al Pacífico formando un bonito skyline, que se contempla a la perfección desde el casco antiguo de la ciudad.
La avenida Balboa, que discurre paralela al océano, y la congestionada Vía España son las dos principales arterias que atraviesan la capital panameña uniendo el casco antiguo con el centro financiero.
En esta zona moderna de la ciudad destacan los barrios de El Cangrejo y Bellavista, repletos de bares y restaurantes, que se concentran especialmente en la calle Uruguay y en los alrededores de Vía Argentina. El ambiente nocturno y la amplia oferta gastronómica, que va desde una hamburguesería hasta el más sofisticado japonés, convierten estos barrios en las mejores opciones para alojarse.
Nosotros nos quedamos en el hotel Autograph Lodge, un pequeño establecimiento familiar situado en el barrio de El Cangrejo. Las habitaciones son sencillas, pero limpias, modernas y con aire acondicionado. La doble, con desayuno incluido, nos costó 60 dólares.
Una actividad imprescindible en esta zona moderna de la ciudad es recorrer el paseo marítimo, conocido como Cinta Costera, que ofrece fantásticas vistas del centro financiero y del casco antiguo de la ciudad. Antes de llegar al casco antiguo hay que echar un vistazo a la lonja, donde todas las mañanas descargan las capturas del día y se puede comer pescado a buen precio. Cuando cae la tarde y el sol aprieta menos, la Cinta Costera suele llenarse de lugareños paseando, ciclistas y patinadores.
Los rascacielos del centro financiero de Ciudad de Panamá.
Otra vista de Ciudad de Panamá.
La Cinta Costera es el paseo marítimo de la capital panameña.
Una panorámica de la Cinta Costera.
Tráfico en la avenida Balboa.
Centro de Ciudad de Panamá.
Paseando por la capital panameña.
Puesto de comida callejero.
La congestionada Vía España.
Otra calle del centro de la ciudad.
Barrio de El Cangrejo.
Todavía quedan algunos viejos autobuses americanos, aunque cada vez menos.
La calle de nuestro hotel, en El Cangrejo.
Habitación del hotel Autograph Lodge.
Los principales atractivos de la capital panameña, no obstante, se concentran en el casco antiguo, levantado en una península que se adentra en el Pacífico e inmerso en un ambicioso proceso de restauración. Hace solo una década, este centro histórico estaba muy degradado y apenas recibía turistas, pero el gobierno panameño invirtió mucho dinero, y lo sigue haciendo, para recuperarlo y reconvertirlo en el icono de la ciudad.
Se han restaurado fachadas, edificios históricos, calles, plazas, alcantarillado, etc. Las obras continúan a un ritmo frenético y es imposible no toparse con algún andamio en sus estrechas callejuelas. El esfuerzo, sin embargo, ha valido la pena y el casco antiguo ha recuperado su pintoresco aspecto de antaño.
Además, conforme el casco antiguo recuperaba su mejor cara, se han ido abriendo en su calles modernos bares y restaurantes, que lo han convertido en una de la zonas más caras de la ciudad. Solo hay que tener en cuenta que la residencia del presidente se encuentra aquí. Es también una buena zona para cenar o tomarse una copa, aunque la oferta de alojamientos todavía es limitada.
La plaza de la Independencia es el corazón del casco antiguo y está presidida por uno de sus principales puntos de interés, la barroca catedral Metropolitana, construida a finales del siglo XVII. Además de la catedral, en las callejuelas del casco abundan pequeñas iglesias, algunas de fachada muy pintoresca como la iglesia de La Merced y otras con tesoros ocultos, como la iglesia de San José, que esconde un precioso altar de oro del siglo XVII.
Cuenta la leyenda que este altar de oro se salvó del saqueo del pirata Henry Morgan, en 1670, gracias a que el párroco de la iglesia de San José lo pintó de negro para camuflar el oro y hacerlo pasar por madera de caoba cuando se enteró de que las huestes de Morgan habían pisado Ciudad de Panamá.
No hay que dejar de echarle un vistazo al Arco Chato, una de las pocas partes del antiguo Convento de Santo Domingo que todavía permanece en pie desde su construcción en el siglo XVII. La tradición popular cuenta que la resistencia de este arco al paso del tiempo convenció a los americanos de que los terremotos no eran un problema en Panamá y acabó de animarles a construir aquí el Canal de Panamá en lugar de hacerlo en Costa Rica o Nicaragua.
Otro lugar destacado es la plaza de Francia, en el extremo del casco antiguo, cuya escalinata blanca conduce hasta unas fabulosas vistas del océano y de los rascacielos del centro financiero. La panorámica peligra un poco debido a una antiestética autopista sobre el mar, que está construyendo el gobierno panameño desoyendo los consejos de la Unesco.
Panorámica del casco antiguo de Ciudad de Panamá.
Acercándonos al casco antiguo.
Entrada al casco antiguo por la cinta costera.
Bonita plaza en el casco antiguo.
Callejuela del casco antiguo.
Otra callejuela.
El campanario de la iglesia de San Francisco, al fondo.
Paseando por el casco antiguo.
Catedral de Ciudad de Panamá.
Más calles del casco antiguo.
Ropa tendida en los balcones.
Algunas fachadas todavía están muy decrépitas.
La iglesia de San José, al fondo de la calle.
Aroma marinero en el casco antiguo.
El famoso Arco Chato.
Músico callejero.
Escalinata de la plaza de Francia.
Vistas del casco antiguo desde la plaza de Francia.
Tenderetes en el casco antiguo.
Los típicos sombreros panameños.
Tejidos artesanos de los indígenas Kuna, de la región de San Blas.
Vista de los rascacielos de Ciudad de Panamá desde el casco antiguo.
Detalle de la monstruosa autopista sobre el mar que se está construyendo alrededor del casco antiguo.
Vistas desde el casco antiguo.
La lonja.
Limpiando pescado en la lonja.
Marea baja junto a las murallas del casco antiguo.
El casco antiguo se empezó a construir en la península en la que actualmente se encuentra en 1670, después de que la antigua Ciudad de Panamá fuera completamente arrasada por el mencionado pirata Henry Morgan. Las ruinas de aquella primera urbe fundada en 1519, la primera que se erigió en la costa americana del Pacífico, todavía se pueden visitar a las afueras de la ciudad y se conocen como Panamá Viejo.
La entrada al recinto cuesta 4 dólares y en su interior se pueden apreciar los restos de antiguos conventos, iglesias y otros edificios gubernamentales, únicos vestigios de la que en su día fue una importante colonia española en el Nuevo Mundo.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es la ruina mejor conservada y todavía es posible subir al campanario para obtener una buena panorámica de la zona. Para hacerse una idea de cómo eran el resto de edificios hay que echarle un poco de imaginación.
El campanario de Nuestra Señora de la Asunción es la ruina mejor conservada de Panamá Viejo.
Recorriendo las ruinas de Panamá Viejo.
Poco queda de la original Ciudad de Panamá.
Las ruinas contrastan con los modernos edificios de la ciudad nueva.
Vista del complejo de Panamá Viejo desde el campanario de Nuestra Señora de la Asunción.
Atardecer desde Panamá Viejo.
Aunque Ciudad de Panamá está construyendo su primera línea de metro, unas obras que provocan enormes atascos de tráfico, de momento, la mejor forma de moverse por la ciudad es el taxi. Son muy baratos y por 2 o 3 dólares se puede ir prácticamente a cualquier punto de la ciudad.
El aeropuerto internacional de Tocumen se encuentra casi a 40 kilómetros del centro y los taxistas suelen cobrar unos 25 dólares por el trayecto. Los vuelos interiores, como en el que llegamos nosotros desde Bocas del Toro, aterrizan en el pequeño aeropuerto de Albrook, cerca del Canal de Panamá y mucho más cerca del centro. Los taxis hasta aquí solo cuestan 5 dólares.
Los rascacielos siguen brotando como si fueran champiñones en su moderno centro financiero, en plena fase de crecimiento, y se alinean frente al Pacífico formando un bonito skyline, que se contempla a la perfección desde el casco antiguo de la ciudad.
La avenida Balboa, que discurre paralela al océano, y la congestionada Vía España son las dos principales arterias que atraviesan la capital panameña uniendo el casco antiguo con el centro financiero.
En esta zona moderna de la ciudad destacan los barrios de El Cangrejo y Bellavista, repletos de bares y restaurantes, que se concentran especialmente en la calle Uruguay y en los alrededores de Vía Argentina. El ambiente nocturno y la amplia oferta gastronómica, que va desde una hamburguesería hasta el más sofisticado japonés, convierten estos barrios en las mejores opciones para alojarse.
Nosotros nos quedamos en el hotel Autograph Lodge, un pequeño establecimiento familiar situado en el barrio de El Cangrejo. Las habitaciones son sencillas, pero limpias, modernas y con aire acondicionado. La doble, con desayuno incluido, nos costó 60 dólares.
Una actividad imprescindible en esta zona moderna de la ciudad es recorrer el paseo marítimo, conocido como Cinta Costera, que ofrece fantásticas vistas del centro financiero y del casco antiguo de la ciudad. Antes de llegar al casco antiguo hay que echar un vistazo a la lonja, donde todas las mañanas descargan las capturas del día y se puede comer pescado a buen precio. Cuando cae la tarde y el sol aprieta menos, la Cinta Costera suele llenarse de lugareños paseando, ciclistas y patinadores.
Los rascacielos del centro financiero de Ciudad de Panamá.
Otra vista de Ciudad de Panamá.
La Cinta Costera es el paseo marítimo de la capital panameña.
Una panorámica de la Cinta Costera.
Tráfico en la avenida Balboa.
Centro de Ciudad de Panamá.
Paseando por la capital panameña.
Puesto de comida callejero.
La congestionada Vía España.
Iglesia neogótica.
Otra calle del centro de la ciudad.
Barrio de El Cangrejo.
Todavía quedan algunos viejos autobuses americanos, aunque cada vez menos.
La calle de nuestro hotel, en El Cangrejo.
Habitación del hotel Autograph Lodge.
Los principales atractivos de la capital panameña, no obstante, se concentran en el casco antiguo, levantado en una península que se adentra en el Pacífico e inmerso en un ambicioso proceso de restauración. Hace solo una década, este centro histórico estaba muy degradado y apenas recibía turistas, pero el gobierno panameño invirtió mucho dinero, y lo sigue haciendo, para recuperarlo y reconvertirlo en el icono de la ciudad.
Se han restaurado fachadas, edificios históricos, calles, plazas, alcantarillado, etc. Las obras continúan a un ritmo frenético y es imposible no toparse con algún andamio en sus estrechas callejuelas. El esfuerzo, sin embargo, ha valido la pena y el casco antiguo ha recuperado su pintoresco aspecto de antaño.
Además, conforme el casco antiguo recuperaba su mejor cara, se han ido abriendo en su calles modernos bares y restaurantes, que lo han convertido en una de la zonas más caras de la ciudad. Solo hay que tener en cuenta que la residencia del presidente se encuentra aquí. Es también una buena zona para cenar o tomarse una copa, aunque la oferta de alojamientos todavía es limitada.
La plaza de la Independencia es el corazón del casco antiguo y está presidida por uno de sus principales puntos de interés, la barroca catedral Metropolitana, construida a finales del siglo XVII. Además de la catedral, en las callejuelas del casco abundan pequeñas iglesias, algunas de fachada muy pintoresca como la iglesia de La Merced y otras con tesoros ocultos, como la iglesia de San José, que esconde un precioso altar de oro del siglo XVII.
Cuenta la leyenda que este altar de oro se salvó del saqueo del pirata Henry Morgan, en 1670, gracias a que el párroco de la iglesia de San José lo pintó de negro para camuflar el oro y hacerlo pasar por madera de caoba cuando se enteró de que las huestes de Morgan habían pisado Ciudad de Panamá.
No hay que dejar de echarle un vistazo al Arco Chato, una de las pocas partes del antiguo Convento de Santo Domingo que todavía permanece en pie desde su construcción en el siglo XVII. La tradición popular cuenta que la resistencia de este arco al paso del tiempo convenció a los americanos de que los terremotos no eran un problema en Panamá y acabó de animarles a construir aquí el Canal de Panamá en lugar de hacerlo en Costa Rica o Nicaragua.
Otro lugar destacado es la plaza de Francia, en el extremo del casco antiguo, cuya escalinata blanca conduce hasta unas fabulosas vistas del océano y de los rascacielos del centro financiero. La panorámica peligra un poco debido a una antiestética autopista sobre el mar, que está construyendo el gobierno panameño desoyendo los consejos de la Unesco.
Panorámica del casco antiguo de Ciudad de Panamá.
Acercándonos al casco antiguo.
Entrada al casco antiguo por la cinta costera.
Bonita plaza en el casco antiguo.
Callejuela del casco antiguo.
Otra callejuela.
El campanario de la iglesia de San Francisco, al fondo.
Paseando por el casco antiguo.
Catedral de Ciudad de Panamá.
Más calles del casco antiguo.
Ropa tendida en los balcones.
Algunas fachadas todavía están muy decrépitas.
La iglesia de San José, al fondo de la calle.
Aroma marinero en el casco antiguo.
El famoso Arco Chato.
Músico callejero.
Escalinata de la plaza de Francia.
Vistas del casco antiguo desde la plaza de Francia.
Tenderetes en el casco antiguo.
Los típicos sombreros panameños.
Tejidos artesanos de los indígenas Kuna, de la región de San Blas.
Vista de los rascacielos de Ciudad de Panamá desde el casco antiguo.
Detalle de la monstruosa autopista sobre el mar que se está construyendo alrededor del casco antiguo.
Vistas desde el casco antiguo.
La lonja.
Limpiando pescado en la lonja.
Marea baja junto a las murallas del casco antiguo.
El casco antiguo se empezó a construir en la península en la que actualmente se encuentra en 1670, después de que la antigua Ciudad de Panamá fuera completamente arrasada por el mencionado pirata Henry Morgan. Las ruinas de aquella primera urbe fundada en 1519, la primera que se erigió en la costa americana del Pacífico, todavía se pueden visitar a las afueras de la ciudad y se conocen como Panamá Viejo.
La entrada al recinto cuesta 4 dólares y en su interior se pueden apreciar los restos de antiguos conventos, iglesias y otros edificios gubernamentales, únicos vestigios de la que en su día fue una importante colonia española en el Nuevo Mundo.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es la ruina mejor conservada y todavía es posible subir al campanario para obtener una buena panorámica de la zona. Para hacerse una idea de cómo eran el resto de edificios hay que echarle un poco de imaginación.
El campanario de Nuestra Señora de la Asunción es la ruina mejor conservada de Panamá Viejo.
Recorriendo las ruinas de Panamá Viejo.
Poco queda de la original Ciudad de Panamá.
Las ruinas contrastan con los modernos edificios de la ciudad nueva.
Vista del complejo de Panamá Viejo desde el campanario de Nuestra Señora de la Asunción.
Atardecer desde Panamá Viejo.
Aunque Ciudad de Panamá está construyendo su primera línea de metro, unas obras que provocan enormes atascos de tráfico, de momento, la mejor forma de moverse por la ciudad es el taxi. Son muy baratos y por 2 o 3 dólares se puede ir prácticamente a cualquier punto de la ciudad.
El aeropuerto internacional de Tocumen se encuentra casi a 40 kilómetros del centro y los taxistas suelen cobrar unos 25 dólares por el trayecto. Los vuelos interiores, como en el que llegamos nosotros desde Bocas del Toro, aterrizan en el pequeño aeropuerto de Albrook, cerca del Canal de Panamá y mucho más cerca del centro. Los taxis hasta aquí solo cuestan 5 dólares.
Excelentes fotos, muy buen trabajo. Felicitaciones a Hoja de rutas
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