Bocas del Toro
En Puerto Viejo hay muchas agencias que ofertan viajes a Bocas del Toro por unos 25 o 30 dólares, pero yendo por libre se tarda lo mismo aunque esas agencias digan lo contrario, y además se ahorran unos pocos dólares.
Primero hay que coger un autobús hasta Sixaola, en la frontera con Panamá. El billete cuesta 1.600 colones (3 dólares) y el trayecto dura una hora. Una vez allí hay que obtener el sello de salida de Costa Rica y cruzar a pie un antiguo puente ferroviario sobre el río Sixaola, que sirve de frontera natural entre ambos países.
Al otro lado del puente está la oficina de inmigración de Panamá, donde hay que sellar el pasaporte. Como ocurría al entrar en Costa Rica, las autoridades panameñas exigen un billete de salida del país, así que, si no se dispone de él, habrá que comprar un billete de autobús a algún destino de Costa Rica en la frontera. Como nosotros teníamos el billete de avión para regresar a España desde Ciudad de Panamá, no fue necesario discutir con el funcionario de la aduana.
Completados los trámites fronterizos, la mejor forma de continuar el viaje es en una furgoneta compartida hasta los muelles de Almirante, desde donde parten las lanchas a Bocas del Toro. Después de negociar con varios conductores conseguimos un precio de 15 dólares para dos personas (7,5 por cabeza). El trayecto dura una hora. La lancha a Bocas del Toro cuesta 4 dólares y tarda media hora.
En autobús hacia la frontera de Sixaola.
El pueblo de Sixaola.
Entrada al puente que separa Costa Rica de Panamá.
Cruzando el puente.
El río Sixaola sirve de frontera natural entre Costa Rica y Panamá.
Llegamos a Panamá, en la otra orilla del puente.
Entrando en Panamá.
Furgonetas esperando a los turistas en la frontera panameña.
Muelles de Almirante.
Nuestra lancha para ir a Bocas del Toro.
Listos para partir hacia Bocas.
Las lanchas te dejan en el pueblo de Bocas del Toro, capital del archipiélago del mismo nombre, situada en Isla Colón. Esta pintoresca villa marinera de coloridas casas de madera está repleta de hoteles, restaurantes y bares de copas. Si se busca un poco de animación y oferta gastronómica, este es, sin duda, el mejor lugar para alojarse. En otras islas del archipiélago se pueden encontrar hoteles y alojamientos más aislados.
Nosotros nos quedamos en el pueblo de Bocas del Toro y nos recorrimos unos cuantos hoteles en busca de descuentos, ya que agosto es temporada baja y se pueden encontrar buenas ofertas. Al final nos quedamos en el hotel Swan's Cay, uno de los mejores del pueblo, donde nos dejaron la habitación doble por 30 dólares al pagar de golpe cuatro noches. Tiene piscina y las habitaciones están impecables, con aire acondicionado y nevera. El desayuno no estaba incluido, pero aun así el precio era una ganga.
Llegando a Bocas del Toro.
Casas junto al mar en Bocas.
Más fachadas bocatoreñas junto al mar.
Desembarcamos en Isla Colón.
Calle principal del pueblo de Bocas del Toro.
Coloridas casitas de madera en Bocas.
Más fachadas de colores.
Paseando por el pueblo de Bocas.
La puerta de un supermercado.
Calle de Bocas del Toro.
Un comercio del pueblo.
Ambiente muy caribeño.
Un autobús transformado en bar.
Frutería y cartel electoral sobre el poste de madera.
Volvemos a la calle principal de Bocas.
Cuartel de los bomberos.
Una agencia de turismo.
Otro supermercado del pueblo.
El hotel Swan's Cay, donde nos alojamos.
Nuestra habitación.
El gran atractivo de Bocas del Toro, sin embargo, son sus excelentes playas. Y para disfrutar de ellas hay que moverse un poco o contratar alguna excursión. Las más recomendables son las que te llevan a Cayo Zapatilla, un par de islotes con playas vírgenes y aguas cristalinas.
En el pueblo de Bocas hay decenas de agencias que ofertan excursiones de snorkel a Cayo Zapatilla y también se puede negociar el precio directamente con algún barquero. Nosotros nos decidimos por la agencia Under Sea Tours, gestionada por unos españoles, porque ofrece la posibilidad de practicar deep-board y nos apeteció probarlo.
Se trata de una forma diferente de practicar snorkel en la que vas remolcado por una lancha con un cable. Permite sumergirse con facilidad y es una actividad muy divertida, aunque para que os hagáis una idea de en qué consiste, mejor observad este vídeo:
La excursión de día completo cuesta 45 dólares por persona e incluye, además del deep-board, la comida en Cayo Zapatilla, donde hay tiempo suficiente para disfrutar de sus paradisíacas playas. También te llevan a practicar snorkel convencional a Cayo Coral y a ver delfines.
Muelle de madera para coger la lancha hacia Cayo Zapatilla.
Parada para ver delfines salvajes por el camino.
Una pareja de delfines.
Llegando a Cayo Zapatilla.
Cayo Zapatilla.
Pisando Cayo Zapatilla.
Cayo Zapatilla, un pequeño paraíso.
Cocoteros bañados por el Caribe.
La vegetación prácticamente acaricia el mar.
Cayo Zapatilla.
Tumbados a la bartola en Cayo Zapatilla.
Dan ganas de zambullirse en el agua.
Barcas amarradas en Cayo Zapatilla.
Toallas en el tronco del cocotero.
Último vistazo a Cayo Zapatilla.
Otro día fuimos a la playa de la Estrella, conocida en inglés como Starfish Beach, situada en el otro extremo de Isla Colón. Para llegar hay que coger un autobús, que tarda media hora. El billete de ida y vuelta cuesta 5 dólares. El autobús te deja en Boca del Drago, un diminuto pueblo con cuatro casas y un embarcadero. Desde aquí se puede ir caminando hasta la playa de la Estrella en 10 minutos.
Esta playa es famosa por la gran cantidad de estrellas de mar que se pueden ver en la orilla y es también muy pintoresca: cocoteros, arena blanca y agua cristalina ideal para nadar. En un extremo de la playa hay unos cuantos chiringuitos frecuentados por lugareños en los que se puede comer langosta o pescado a la brasa.
Autobús hacia Boca del Drago.
Boca del Drago.
Caminando hacia la playa de la Estrella.
Preciosa vista de la costa.
Seguimos de camino hacia playa de la Estrella.
El camino se separa en algún momento del mar.
Playa de la Estrella.
Y aquí las protagonistas de la playa de la Estrella.
Se pueden ver montones de estrellas de mar en la orilla.
Hay estrellas de cinco y de seis puntas.
Otro vistazo a playa de la Estrella.
Una barca de pescadores.
Zona de bares y chiringuitos en un extremo de playa de la Estrella.
Playa de la Estrella.
La tercera excursión que hicimos en Bocas del Toro fue a Red Frog Beach, la playa de las ranas rojas, situada en la Isla de Bastimentos. Aquí fuimos por nuestra cuenta contratando el trayecto con un barquero, que nos cobró 7 dólares por persona (ida y vuelta). Nos llevó por la mañana y nos vino a buscar al atardecer.
Red Frog Beach es una playa de aspecto más salvaje y con mucho oleaje porque se encuentra en mar abierto. Cuenta con un par de hoteles básicos frecuentados por surfistas. Para llegar a la playa desde el embarcadero hay que atravesar una propiedad privada y pagar 3 dólares. La playa de Red Frog también es famosa por las ranas rojas venenosas, que le dan nombre, aunque, por más que lo intentamos, no vimos ninguna.
En el muelle para coger la barca hacia Red Frog Beach.
Paramos a repostar en una gasolinera para barcas.
Llegamos a la isla de Bastimentos.
Hay que atravesar la isla para llegar a la playa de Red Frog.
Red Frog Beach.
Oleaje en Red Frog.
Otro vistazo a Red Frog.
Animado restaurante en un extremo de Red Frog.
Después de pasar cuatro días de sol y playa (y alguna que otra tormenta) en Bocas del Toro, nos fuimos en avión a Ciudad de Panamá. Es importante reservar los billetes con antelación porque suelen estar muy solicitados, ya que la otra opción es pegarse diez horas de autobús. El vuelo de solo una hora nos costó 120 dólares con Air Panamá. El pequeño aeropuerto de Bocas está a las afueras del pueblo y se puede llegar caminando.
Primero hay que coger un autobús hasta Sixaola, en la frontera con Panamá. El billete cuesta 1.600 colones (3 dólares) y el trayecto dura una hora. Una vez allí hay que obtener el sello de salida de Costa Rica y cruzar a pie un antiguo puente ferroviario sobre el río Sixaola, que sirve de frontera natural entre ambos países.
Al otro lado del puente está la oficina de inmigración de Panamá, donde hay que sellar el pasaporte. Como ocurría al entrar en Costa Rica, las autoridades panameñas exigen un billete de salida del país, así que, si no se dispone de él, habrá que comprar un billete de autobús a algún destino de Costa Rica en la frontera. Como nosotros teníamos el billete de avión para regresar a España desde Ciudad de Panamá, no fue necesario discutir con el funcionario de la aduana.
Completados los trámites fronterizos, la mejor forma de continuar el viaje es en una furgoneta compartida hasta los muelles de Almirante, desde donde parten las lanchas a Bocas del Toro. Después de negociar con varios conductores conseguimos un precio de 15 dólares para dos personas (7,5 por cabeza). El trayecto dura una hora. La lancha a Bocas del Toro cuesta 4 dólares y tarda media hora.
En autobús hacia la frontera de Sixaola.
El pueblo de Sixaola.
Entrada al puente que separa Costa Rica de Panamá.
Cruzando el puente.
El río Sixaola sirve de frontera natural entre Costa Rica y Panamá.
Llegamos a Panamá, en la otra orilla del puente.
Entrando en Panamá.
Furgonetas esperando a los turistas en la frontera panameña.
Muelles de Almirante.
Nuestra lancha para ir a Bocas del Toro.
Listos para partir hacia Bocas.
Las lanchas te dejan en el pueblo de Bocas del Toro, capital del archipiélago del mismo nombre, situada en Isla Colón. Esta pintoresca villa marinera de coloridas casas de madera está repleta de hoteles, restaurantes y bares de copas. Si se busca un poco de animación y oferta gastronómica, este es, sin duda, el mejor lugar para alojarse. En otras islas del archipiélago se pueden encontrar hoteles y alojamientos más aislados.
Nosotros nos quedamos en el pueblo de Bocas del Toro y nos recorrimos unos cuantos hoteles en busca de descuentos, ya que agosto es temporada baja y se pueden encontrar buenas ofertas. Al final nos quedamos en el hotel Swan's Cay, uno de los mejores del pueblo, donde nos dejaron la habitación doble por 30 dólares al pagar de golpe cuatro noches. Tiene piscina y las habitaciones están impecables, con aire acondicionado y nevera. El desayuno no estaba incluido, pero aun así el precio era una ganga.
Llegando a Bocas del Toro.
Casas junto al mar en Bocas.
Más fachadas bocatoreñas junto al mar.
Desembarcamos en Isla Colón.
Calle principal del pueblo de Bocas del Toro.
Coloridas casitas de madera en Bocas.
Más fachadas de colores.
Paseando por el pueblo de Bocas.
La puerta de un supermercado.
Calle de Bocas del Toro.
Un comercio del pueblo.
Ambiente muy caribeño.
Un autobús transformado en bar.
Frutería y cartel electoral sobre el poste de madera.
Volvemos a la calle principal de Bocas.
Cuartel de los bomberos.
Una agencia de turismo.
Carteles indicativos en una calle de Bocas.
Otro supermercado del pueblo.
El hotel Swan's Cay, donde nos alojamos.
Nuestra habitación.
El gran atractivo de Bocas del Toro, sin embargo, son sus excelentes playas. Y para disfrutar de ellas hay que moverse un poco o contratar alguna excursión. Las más recomendables son las que te llevan a Cayo Zapatilla, un par de islotes con playas vírgenes y aguas cristalinas.
En el pueblo de Bocas hay decenas de agencias que ofertan excursiones de snorkel a Cayo Zapatilla y también se puede negociar el precio directamente con algún barquero. Nosotros nos decidimos por la agencia Under Sea Tours, gestionada por unos españoles, porque ofrece la posibilidad de practicar deep-board y nos apeteció probarlo.
Se trata de una forma diferente de practicar snorkel en la que vas remolcado por una lancha con un cable. Permite sumergirse con facilidad y es una actividad muy divertida, aunque para que os hagáis una idea de en qué consiste, mejor observad este vídeo:
VÍDEO: Deep board en Cayo Zapatilla.
La excursión de día completo cuesta 45 dólares por persona e incluye, además del deep-board, la comida en Cayo Zapatilla, donde hay tiempo suficiente para disfrutar de sus paradisíacas playas. También te llevan a practicar snorkel convencional a Cayo Coral y a ver delfines.
Muelle de madera para coger la lancha hacia Cayo Zapatilla.
Parada para ver delfines salvajes por el camino.
Una pareja de delfines.
Llegando a Cayo Zapatilla.
Cayo Zapatilla.
Pisando Cayo Zapatilla.
Cayo Zapatilla, un pequeño paraíso.
Cocoteros bañados por el Caribe.
La vegetación prácticamente acaricia el mar.
Cayo Zapatilla.
Tumbados a la bartola en Cayo Zapatilla.
Dan ganas de zambullirse en el agua.
Barcas amarradas en Cayo Zapatilla.
Toallas en el tronco del cocotero.
Último vistazo a Cayo Zapatilla.
Otro día fuimos a la playa de la Estrella, conocida en inglés como Starfish Beach, situada en el otro extremo de Isla Colón. Para llegar hay que coger un autobús, que tarda media hora. El billete de ida y vuelta cuesta 5 dólares. El autobús te deja en Boca del Drago, un diminuto pueblo con cuatro casas y un embarcadero. Desde aquí se puede ir caminando hasta la playa de la Estrella en 10 minutos.
Esta playa es famosa por la gran cantidad de estrellas de mar que se pueden ver en la orilla y es también muy pintoresca: cocoteros, arena blanca y agua cristalina ideal para nadar. En un extremo de la playa hay unos cuantos chiringuitos frecuentados por lugareños en los que se puede comer langosta o pescado a la brasa.
Autobús hacia Boca del Drago.
Boca del Drago.
Caminando hacia la playa de la Estrella.
Preciosa vista de la costa.
Seguimos de camino hacia playa de la Estrella.
El camino se separa en algún momento del mar.
Playa de la Estrella.
Y aquí las protagonistas de la playa de la Estrella.
Se pueden ver montones de estrellas de mar en la orilla.
Hay estrellas de cinco y de seis puntas.
Otro vistazo a playa de la Estrella.
Una barca de pescadores.
Zona de bares y chiringuitos en un extremo de playa de la Estrella.
Playa de la Estrella.
La tercera excursión que hicimos en Bocas del Toro fue a Red Frog Beach, la playa de las ranas rojas, situada en la Isla de Bastimentos. Aquí fuimos por nuestra cuenta contratando el trayecto con un barquero, que nos cobró 7 dólares por persona (ida y vuelta). Nos llevó por la mañana y nos vino a buscar al atardecer.
Red Frog Beach es una playa de aspecto más salvaje y con mucho oleaje porque se encuentra en mar abierto. Cuenta con un par de hoteles básicos frecuentados por surfistas. Para llegar a la playa desde el embarcadero hay que atravesar una propiedad privada y pagar 3 dólares. La playa de Red Frog también es famosa por las ranas rojas venenosas, que le dan nombre, aunque, por más que lo intentamos, no vimos ninguna.
En el muelle para coger la barca hacia Red Frog Beach.
Paramos a repostar en una gasolinera para barcas.
Llegamos a la isla de Bastimentos.
Hay que atravesar la isla para llegar a la playa de Red Frog.
Red Frog Beach.
Oleaje en Red Frog.
Otro vistazo a Red Frog.
Animado restaurante en un extremo de Red Frog.
Después de pasar cuatro días de sol y playa (y alguna que otra tormenta) en Bocas del Toro, nos fuimos en avión a Ciudad de Panamá. Es importante reservar los billetes con antelación porque suelen estar muy solicitados, ya que la otra opción es pegarse diez horas de autobús. El vuelo de solo una hora nos costó 120 dólares con Air Panamá. El pequeño aeropuerto de Bocas está a las afueras del pueblo y se puede llegar caminando.
Aeropuerto de Bocas del Toro.
Subiendo al avión para volar a Ciudad de Panamá.
Muy buen artículo!! Muchas gracias!!
ResponderEliminarEn 10 días, estamos allí!
Yuuuujuuuuuuu