Kampot
De Sihanoukville a Kampot fuimos en furgoneta compartida. El trayecto no es largo, solo 70 kilómetros, y en menos de dos horas se puede cubrir el trayecto. El billete nos costó 4 dólares.
Kampot es una decadente capital provincial situada en la desembocadura del río Prek Kampong. Está situada en el interior, a unos 20 km de la costa, pero fue el principal puerto de Camboya hasta la fundación de Sihanoukville en los años 50. A partir de entonces, el tráfico de mercancías en el Prek Kampong disminuyó y en la actualidad solo surcan sus aguas pequeñas barcas de pescadores.
La decadencia de Kampot se aprecia en las decrépitas fachadas de sus calles. Viejas mansiones francesas y otros edificios de arquitectura colonial, de vivos colores, han perdido su antiguo esplendor y muestran al visitante el peso de los años. El puente de hierro, reconstruido tras su destrucción por los Jemeres Rojos, es, quizás, el monumento más destacado de la ciudad.
A parte de esa decrépita arquitectura colonial, Kampot cuenta con pocos reclamos turísticos, salvo pasear por sus tranquilas calles contemplando la sosegada vida de sus habitantes. Recorriendo el paseo fluvial se pueden contemplar las fachadas coloniales mejor conservadas. Junto al río se concentran también la mayoría de bares y restaurantes, algunos muy acogedores para cenar. Por las noches apenas hay alumbrado, así que no está de más llevarse una linterna para volver al hotel.
Kampot es una decadente capital provincial situada en la desembocadura del río Prek Kampong. Está situada en el interior, a unos 20 km de la costa, pero fue el principal puerto de Camboya hasta la fundación de Sihanoukville en los años 50. A partir de entonces, el tráfico de mercancías en el Prek Kampong disminuyó y en la actualidad solo surcan sus aguas pequeñas barcas de pescadores.
La decadencia de Kampot se aprecia en las decrépitas fachadas de sus calles. Viejas mansiones francesas y otros edificios de arquitectura colonial, de vivos colores, han perdido su antiguo esplendor y muestran al visitante el peso de los años. El puente de hierro, reconstruido tras su destrucción por los Jemeres Rojos, es, quizás, el monumento más destacado de la ciudad.
A parte de esa decrépita arquitectura colonial, Kampot cuenta con pocos reclamos turísticos, salvo pasear por sus tranquilas calles contemplando la sosegada vida de sus habitantes. Recorriendo el paseo fluvial se pueden contemplar las fachadas coloniales mejor conservadas. Junto al río se concentran también la mayoría de bares y restaurantes, algunos muy acogedores para cenar. Por las noches apenas hay alumbrado, así que no está de más llevarse una linterna para volver al hotel.
Puente de hierro de Kampot.
Cruzando el puente de hierro.
Coloridas fachadas de estilo colonial.
Calle del centro de Kampot.
Plaza de la sal. En los alrededores de Kampot hay muchas salinas.
Paseando por Kampot.
Un cerdo cargado en la moto.
Otra céntrica plaza.
Calles de Kampot.
Callejeando por la ciudad.
Motorista cargado de fardos.
La rotonda del año 2000, todo un alarde de ingenio y diseño.
Novicio budista.
Saliendo de la escuela.
Paseo fluvial de Kampot.
A la sombra de un árbol, junto al río.
Pescando en el río Prek Kampong.
Cargando barcas en un muelle de Kampot.
Monumento a la amistad camboyano-vietnamita.
Pero la principal razón para visitar Kampot no es la ciudad, sino perderse por su idílico entorno rural. La mejor forma de hacerlo es alquilando una moto (5 dólares el día) porque aquí, a diferencia de lo que ocurría en Sihanoukville, la policía no atosiga al turista con multas incoherentes. Solo hace falta recorrer unos kilómetros para perderse entre campos de arroz y pequeñas aldeas de campesinos.
De excursión en moto por los alrededores de Kampot.
Pequeñas aldeas junto al río.
Hay montones de caminos para perderse con la moto.
Arrozales en las cercanías de Kampot.
Niños pescando ranas en los arrozales.
Un pescador de ranas.
Más campos de arroz.
Una mezquita se yergue entre los arrozales.
Modestas casas de madera entre los cultivos de arroz.
Niña en bicicleta.
Seguimos de ruta por los caminos de Kampot.
Bello paisaje tropical.
Algunos caminos están muy resbaladizos por la lluvia.
Toda la familia en el motocarro.
Embarcadero en el río Prek Kampong.
Los alrededores de Kampot también son famosos por los templos hindús construidos en el interior de cuevas. El más importante es el de Phom Chhnork, un pequeño templo de ladrillo del siglo VII dedicado a Shiva. La cueva lo ha protegido de las inclemencias meteorológicas y se conserva en buen estado. Para llegar hay que subir 203 escalones después de un agradable paseo entre campos de arroz. Las panorámicas desde la entrada de la cueva son espectaculares.
Kampot también es famosa por sus plantaciones de pimienta, una de las más codiciadas del mundo. Aunque los Jemeres Rojos las destruyeron en los años 70 porque solo querían cultivar arroz, actualmente se han vuelto a extender por toda la provincia. Vale la pena visitar una y probar algún grano de esta especia con denominación de origen.
Para visitar la cueva de Phnom Chhnork y la plantación de pimienta alquilamos un tuk-tuk en Kampot, que nos hizo un recorrido por los alrededores de la ciudad. Llegar en moto y sin guía a estos lugares es un poco complicado porque hay un laberinto de caminos sin apenas indicaciones. La excursión en tuk-tuk fue del día completo y nos costó 17 dólares, pero también nos llevó hasta Kep y a la cercana Rabbit Island (isla del conejo), con barco incluido.
La contratamos en el hotel donde nos alojamos en Kampot, la Orchid Guesthouse. La habitación doble con desayuno y aire acondicionado nos costó 15 dólares.
Kampot también es famosa por sus plantaciones de pimienta, una de las más codiciadas del mundo. Aunque los Jemeres Rojos las destruyeron en los años 70 porque solo querían cultivar arroz, actualmente se han vuelto a extender por toda la provincia. Vale la pena visitar una y probar algún grano de esta especia con denominación de origen.
Para visitar la cueva de Phnom Chhnork y la plantación de pimienta alquilamos un tuk-tuk en Kampot, que nos hizo un recorrido por los alrededores de la ciudad. Llegar en moto y sin guía a estos lugares es un poco complicado porque hay un laberinto de caminos sin apenas indicaciones. La excursión en tuk-tuk fue del día completo y nos costó 17 dólares, pero también nos llevó hasta Kep y a la cercana Rabbit Island (isla del conejo), con barco incluido.
La contratamos en el hotel donde nos alojamos en Kampot, la Orchid Guesthouse. La habitación doble con desayuno y aire acondicionado nos costó 15 dólares.
El tuk-tuk que alquilamos en Kampot.
Verdes campos de arroz.
De excursión en tuk-tuk por los alrededores de Kampot.
Niños de una aldea camboyana.
Más campos de arroz, el principal cultivo de Camboya.
Caminando entre arrozales hacia la cueva de Phnom Chhnork.
Panorámica desde la entrada a la cueva de Phnom Chhnork.
Detalle de los campos.
Entrada a la cueva de Phnom Chhnork.
Descendiendo al interior de la cueva.
Templo hindú, en el interior de la cueva de Phnom Chhnork.
Volvemos a los arrozales de Kampot.
Carro tirado por bueyes.
Los camboyanos suelen construirse rudimentarias vagonetas, los llamados trenes de bambú, para desplazarse por las vías del ferrocarril. En Camboya solo hay trenes de mercancías.
Árboles de mango.
Plantación de pimienta, en las cercanías de Kampot.
Detalle de los granos de pimienta.
Recuerdo Kampot con gran cariño a pesar de que nos llovio incesantemente
ResponderEliminarme gusto mucho la integracion que habia en este lugar a las personas invidentes que hacen masajes para poder integrarse en el mundo laboral
un reportaje genial muy bien ilustrado
abrazos
Hola Bleid. Un lugar tranquilo y relajante. Perfecto para alquilar una moto y perderse entre campos de arroz! Un abrazo!!
ResponderEliminarDirecto a los #tuitsfavoritos del blog porque hay una belleza que se deposita con el paso del tiempo.
ResponderEliminarHola ahoratocaviajar. Gracias por incluirnos en la lista. Un abrazo!!
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