Peñafiel
Peñafiel, situado en la provincia de Valladolid, es uno de los pueblos más visitados de la región por la popularidad de sus vinos y bodegas.
Bañado por el río Duratón, afluente del Duero, este pueblo es pura gastronomía. Destacan sus vinos, denominación de origen Ribera del Duero, y el lechazo asado al horno de leña, plato típico castellano, que puede ser degustado en cualquier restaurante del pueblo. Tampoco hay que olvidarse de sus quesos, panes y todos aquellos productos de la matanza del cerdo. En definitiva, no se puede abandonar Peñafiel sin haber disfrutado de un delicioso homenaje gastronómico.
Antiguamente, Peñafiel estaba rodeado por una muralla, la cual ha ido desapareciendo y ahora sólo podemos admirarla en lienzos de la época. Pero esta villa es realmente conocida por su castillo, una de las más bellas fortificaciones de la Edad Media de nuestro país. Estamos en el corazón de Castilla, y esta es una tierra de castillos.
Construido en el siglo X se le denomina también roquero debido a su emplazamiento en lo alto de un monte, magnífica situación que le concedía una posición privilegiada para defenderse de los invasores. En la actualidad alberga el Museo del Vino, una de las mayores atracciones turísticas de la zona, donde se pueden catar algunos caldos de la región. En las laderas del castillo se esconden varias bodegas subterráneas que pueden ser visitadas, una de las más famosas es la de Protos.
No hay que despedirse de Peñafiel sin admirar la Plaza del Coso, construida en la Edad Media para dar cabida a espectáculos taurinos que aún hoy se siguen celebrando, y la Torre del Reloj, superviviente de lo que en su día fue la iglesia románica de San Esteban. Fue en el siglo XIX cuando se decidió instalar un reloj en lo alto y así tomó su nombre actual desvinculándose definitivamente de sus orígenes eclesiásticos.
Bañado por el río Duratón, afluente del Duero, este pueblo es pura gastronomía. Destacan sus vinos, denominación de origen Ribera del Duero, y el lechazo asado al horno de leña, plato típico castellano, que puede ser degustado en cualquier restaurante del pueblo. Tampoco hay que olvidarse de sus quesos, panes y todos aquellos productos de la matanza del cerdo. En definitiva, no se puede abandonar Peñafiel sin haber disfrutado de un delicioso homenaje gastronómico.
Antiguamente, Peñafiel estaba rodeado por una muralla, la cual ha ido desapareciendo y ahora sólo podemos admirarla en lienzos de la época. Pero esta villa es realmente conocida por su castillo, una de las más bellas fortificaciones de la Edad Media de nuestro país. Estamos en el corazón de Castilla, y esta es una tierra de castillos.
Construido en el siglo X se le denomina también roquero debido a su emplazamiento en lo alto de un monte, magnífica situación que le concedía una posición privilegiada para defenderse de los invasores. En la actualidad alberga el Museo del Vino, una de las mayores atracciones turísticas de la zona, donde se pueden catar algunos caldos de la región. En las laderas del castillo se esconden varias bodegas subterráneas que pueden ser visitadas, una de las más famosas es la de Protos.
No hay que despedirse de Peñafiel sin admirar la Plaza del Coso, construida en la Edad Media para dar cabida a espectáculos taurinos que aún hoy se siguen celebrando, y la Torre del Reloj, superviviente de lo que en su día fue la iglesia románica de San Esteban. Fue en el siglo XIX cuando se decidió instalar un reloj en lo alto y así tomó su nombre actual desvinculándose definitivamente de sus orígenes eclesiásticos.
El Castillo de Peñafiel se vislumbra entre los árboles sobre las casas del pueblo.
Un rebaño de ovejas asciende por la ladera del castillo.
La Torre del Reloj.
Un puente de piedra cruza las aguas del río Duratón.
Muy bonito parece este lugar y la verdad que me suena mucho por sus vinos
ResponderEliminargracias por acercarnos esta maravilla
un abrazo
Hola Bleid. Es una buena excursión para visitar alguna bodega y comprar algún vinito.
ResponderEliminarUn abrazo.