Bolonia
Aterrizamos en Bolonia poco después de las 8 de la mañana (el madrugón siempre va incluido en el precio de Ryanair) y un autobús nos dejó en la estación central por 5 euros en 20 minutos. Enfrente de la estación estaba el hotel que habíamos reservado por internet, el Mercure Bologna Centro; un cuatro estrellas, pero donde nos salió por 60 euros la habitación doble a través de la web de booking. Recomendable e ideal para coger el tren a Florencia a la mañana siguiente.
Bolonia, capital de la Emilia-Romaña, cuenta con la universidad más antigua de Europa, o mejor dicho, de la Europa cristiana porque en el califato de Córdoba ya existió una dos siglos antes. Fue fundada en el año 1088 y desde entonces ha atraído a intelectuales de la talla de Dante, Copérnico o Erasmo de Rotterdam.
Hoy día sigue siendo un importante centro universitario que atrae a estudiantes de toda Europa. Ese ambiente universitario se nota en cada esquina con botellones nocturnos, muchos bares y restaurantes baratos para cenar o tomar una cerveza.
Pero si una cosa sorprende al viajero al llegar a Bolonia es el laberinto de callejuelas que forman su casco antiguo. Es el más extenso del continente después del de Venecia y es ideal para perderse por cualquier rincón. Las fachadas rojizas de los edificios (los italianos llaman a Bolonia 'la rossa') obligan a levantar la vista a cada paso, con viejas iglesias y palacios medievales para acabar de completar el cuadro.
Otra sorpresa al pisar Bolonia es encontrarse con las arcadas de sus calles. Prácticamente todas las vías del casco antiguo cuentan con pórticos con arcos a ambos lados de la calzada hundiendo cualquier negocio de venta de paraguas. Si está lloviendo (como nos pasó a nosotros) puedes recorrer perfectamente el casco antiguo a través de sus porches casi sin mojarte. En total el centro histórico de la ciudad son 50 kilómetros de arcadas. ¡Casi nada!
Para observar el casco antiguo nada mejor que subir los 498 escalones de la Torre degli Asinelli, que ofrece excelentes panorámicas (3 euros) desde sus 98 metros de altura. Fue construida en el siglo XII y es uno de los símbolos de Bolonia junto a la vecina Torre inclinada de Garisenda, del siglo XI.
La Plaza del Neptuno y la Piazza Maggiore son el centro neurálgico de Bolonia. En ellas se levanta la fuente de Neptuno, obra de Juan de Bolonia en el siglo XVI, y el Palacio Comunal, sede del ayuntamiento desde 1336. Más antiguo aún es el Palacio Re Enzo, una fortaleza en medio de la Plaza que en su día sirvió de prisión. La iglesia de San Stefano, una de las más antiguas de la ciudad, se levanta en otra preciosa plaza, que recrea a la perfección el pasado medieval de Bolonia.
Para cenar o tomar unas cervezas se puede acudir a la Via del Pratello o a los alrededores de la Plaza Verdi.
Bolonia, capital de la Emilia-Romaña, cuenta con la universidad más antigua de Europa, o mejor dicho, de la Europa cristiana porque en el califato de Córdoba ya existió una dos siglos antes. Fue fundada en el año 1088 y desde entonces ha atraído a intelectuales de la talla de Dante, Copérnico o Erasmo de Rotterdam.
Hoy día sigue siendo un importante centro universitario que atrae a estudiantes de toda Europa. Ese ambiente universitario se nota en cada esquina con botellones nocturnos, muchos bares y restaurantes baratos para cenar o tomar una cerveza.
Pero si una cosa sorprende al viajero al llegar a Bolonia es el laberinto de callejuelas que forman su casco antiguo. Es el más extenso del continente después del de Venecia y es ideal para perderse por cualquier rincón. Las fachadas rojizas de los edificios (los italianos llaman a Bolonia 'la rossa') obligan a levantar la vista a cada paso, con viejas iglesias y palacios medievales para acabar de completar el cuadro.
Otra sorpresa al pisar Bolonia es encontrarse con las arcadas de sus calles. Prácticamente todas las vías del casco antiguo cuentan con pórticos con arcos a ambos lados de la calzada hundiendo cualquier negocio de venta de paraguas. Si está lloviendo (como nos pasó a nosotros) puedes recorrer perfectamente el casco antiguo a través de sus porches casi sin mojarte. En total el centro histórico de la ciudad son 50 kilómetros de arcadas. ¡Casi nada!
Para observar el casco antiguo nada mejor que subir los 498 escalones de la Torre degli Asinelli, que ofrece excelentes panorámicas (3 euros) desde sus 98 metros de altura. Fue construida en el siglo XII y es uno de los símbolos de Bolonia junto a la vecina Torre inclinada de Garisenda, del siglo XI.
La Plaza del Neptuno y la Piazza Maggiore son el centro neurálgico de Bolonia. En ellas se levanta la fuente de Neptuno, obra de Juan de Bolonia en el siglo XVI, y el Palacio Comunal, sede del ayuntamiento desde 1336. Más antiguo aún es el Palacio Re Enzo, una fortaleza en medio de la Plaza que en su día sirvió de prisión. La iglesia de San Stefano, una de las más antiguas de la ciudad, se levanta en otra preciosa plaza, que recrea a la perfección el pasado medieval de Bolonia.
Para cenar o tomar unas cervezas se puede acudir a la Via del Pratello o a los alrededores de la Plaza Verdi.
La torre degli Asinelli se levanta al fondo.
La fortaleza del Palacio Re Enzo.
Fuente de Neptuno.
Calle adoquinada del centro histórico de Bolonia.
El centro de Bolonia, visto desde la Torre degli Asinelli.
El centro histórico es un laberinto de calles.
Otra callejuela del centro.
Casi todas las calles de Bolonia tienen arcadas.
Pintoresco callejón.
La plaza de la Iglesia de San Stefano.
Iglesia de San Stefano.
Bonitas fachadas adornan las calles de Bolonia.
Vía de la Independencia, la principal arteria comercial de la ciudad.
muy buenas fotos
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