Pequeño Gobi
Como para llegar al gran desierto de Gobi se necesitan al menos cinco días (dos para ir, uno para estar y dos para volver) nos quedamos sin verlo porque no teníamos días suficientes. Como sucedáneo visitamos las dunas de Mongol Els, también conocidas como el Pequeño Gobi o el Mini-Gobi.
Es un pequeño campo de dunas de arena de unos cinco kilómetros de largo por uno de ancho, que sirve para mitigar un poco las ganas de ver desierto. Evidentemente no es una zona tan árida como el Gran Gobi y entre las dunas siempre crece un poco de vegetación. También hay camellos para dar paseos por las dunas.
Tardamos unas cinco horas en llegar a nuestro campamento de Mongol Els, que estaba al lado del campo de dunas. Una vez allí se puede pasear por la arena, montar en camello y recorrer los alrededores, un bonito paisaje árido parecido a los desiertos del oeste americano. La puesta de sol es magnífica.
Cerca de nuestro campamento hay un Tourist Camp donde se pueden comprar provisiones y cervezas. A la mañana siguiente partimos rumbo a Ulan Bator para pasar la última noche en la UB Guesthouse y darnos la mejor ducha de la vida. Esta vez nos quedamos en una doble privada con baño compartido que nos costó 16 dólares.
Al día siguiente los del hostel nos llevaron temprano al aeropuerto Gengis Khan por 15 dólares. Es un pequeño aeródromo tranquilo, pero que se colapsa cuando coinciden dos o tres vuelos como nos ocurrió a nosotros al llegar.
Por cada mongol que volaba, con sus correspondientes fardos, habían ido a despedirle 20 familiares que intentaban saltarse los controles de seguridad para decirle el último adiós en la misma puerta del avión. La policía tenía que echar constantemente a los familiares y tardamos bastante en poder embarcar. Un auténtico espectáculo.
Es un pequeño campo de dunas de arena de unos cinco kilómetros de largo por uno de ancho, que sirve para mitigar un poco las ganas de ver desierto. Evidentemente no es una zona tan árida como el Gran Gobi y entre las dunas siempre crece un poco de vegetación. También hay camellos para dar paseos por las dunas.
Tardamos unas cinco horas en llegar a nuestro campamento de Mongol Els, que estaba al lado del campo de dunas. Una vez allí se puede pasear por la arena, montar en camello y recorrer los alrededores, un bonito paisaje árido parecido a los desiertos del oeste americano. La puesta de sol es magnífica.
Cerca de nuestro campamento hay un Tourist Camp donde se pueden comprar provisiones y cervezas. A la mañana siguiente partimos rumbo a Ulan Bator para pasar la última noche en la UB Guesthouse y darnos la mejor ducha de la vida. Esta vez nos quedamos en una doble privada con baño compartido que nos costó 16 dólares.
Al día siguiente los del hostel nos llevaron temprano al aeropuerto Gengis Khan por 15 dólares. Es un pequeño aeródromo tranquilo, pero que se colapsa cuando coinciden dos o tres vuelos como nos ocurrió a nosotros al llegar.
Por cada mongol que volaba, con sus correspondientes fardos, habían ido a despedirle 20 familiares que intentaban saltarse los controles de seguridad para decirle el último adiós en la misma puerta del avión. La policía tenía que echar constantemente a los familiares y tardamos bastante en poder embarcar. Un auténtico espectáculo.
Carretera asfaltada de camino al Pequeño Gobi.
Un pueblo perdido donde paramos a comer.
Lugareños del pueblo charlando un rato.
El restaurante donde comimos.
Preparando la comida en el restaurante.
Continuamos camino al Pequeño Gobi por carreteras desiertas.
Camellos en las cercanías del Pequeño Gobi.
Joven jinete a lomos de su camello.
Nuestra furgoneta, aparcada en la arena del Pequeño Gobi.
El Pequeño Gobi.
Pequeño matorrales crecen en las dunas del Pequeño Gobi.
Una duna del Pequeño Gobi.
Huellas en la arena del Pequeño Gobi.
En lo alto de una duna.
Mas dunas del Pequeño Gobi.
Las montañas son la frontera del Pequeño Gobi.
Nuestro campamento, cerca de las dunas del Pequeño Gobi.
De regreso a Ulan-Bator.
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