Novgorod | Новгород
Novogorod es una de las capitales históricas de Rusia, que llegó a ser la más poblada del país en la alta Edad Media. Su importancia decayó con la fundación de San Petersburgo, en el siglo XVIII, pero su legado histórico todavía es visible en su imponente Kremlin junto al río Voljov y en los cientos de iglesias desperdigadas por sus calles.
El Kremlin es la principal atracción de la ciudad y sus robustas murallas esconden la preciosa catedral bizantina de Santa Sofía, del siglo XI, ricamente decorada en su interior. El resto de iglesias se encuentran en su mayoría al otro lado del río. Las más alejadas del centro suelen presentar un estado ruinoso.
También destaca la gran plaza Sofiyskaya, con su estatua de Lenin, y el parque Kremlevsky, que rodea las murallas del Kremlin. Para tomar algo el mejor sitio son los chiringuitos que hay junto a la playa del río. Son ideales para saborear una cerveza viendo a los rusos bañarse, tomar el sol o jugar al voley en la arena como si estuvieran en Benidorm.
En un día se puede ver perfectamente la ciudad y no es necesario hacer noche. Si se piensa dormir, como hicimos nosotros, un buen lugar es el hotel Volkhov, sin duda el mejor que tuvimos durante todo el viaje. La doble con baño y un completo desayuno buffet nos costó 2.700 rublos (68 euros). El registro del visado es gratis.
Al día siguiente, con los billetes que habíamos comprado en San Petersburgo, cogimos el tren nocturno 042 que sale a las 21.20 para ir a Moscú (2.800 rublos / 71 euros). Tarda 8 horas y el tren es moderno, con pantalla de plasma en el camarote. Nuestros primeros compañeros fueron un chico joven en viaje de negocios, que chapurreó el inglés con nosotros, y una mujer más mayor que sólo hablaba ruso.
El Kremlin es la principal atracción de la ciudad y sus robustas murallas esconden la preciosa catedral bizantina de Santa Sofía, del siglo XI, ricamente decorada en su interior. El resto de iglesias se encuentran en su mayoría al otro lado del río. Las más alejadas del centro suelen presentar un estado ruinoso.
También destaca la gran plaza Sofiyskaya, con su estatua de Lenin, y el parque Kremlevsky, que rodea las murallas del Kremlin. Para tomar algo el mejor sitio son los chiringuitos que hay junto a la playa del río. Son ideales para saborear una cerveza viendo a los rusos bañarse, tomar el sol o jugar al voley en la arena como si estuvieran en Benidorm.
En un día se puede ver perfectamente la ciudad y no es necesario hacer noche. Si se piensa dormir, como hicimos nosotros, un buen lugar es el hotel Volkhov, sin duda el mejor que tuvimos durante todo el viaje. La doble con baño y un completo desayuno buffet nos costó 2.700 rublos (68 euros). El registro del visado es gratis.
Al día siguiente, con los billetes que habíamos comprado en San Petersburgo, cogimos el tren nocturno 042 que sale a las 21.20 para ir a Moscú (2.800 rublos / 71 euros). Tarda 8 horas y el tren es moderno, con pantalla de plasma en el camarote. Nuestros primeros compañeros fueron un chico joven en viaje de negocios, que chapurreó el inglés con nosotros, y una mujer más mayor que sólo hablaba ruso.
Las murallas del Kremlin de Novgorod.
El monumento del Milenio, en el interior del Kremlin.
Catedral de Santa Sofía.
Lenin vigila la gran plaza Sofiyskaya.
El calor anima a bañarse en las fuentes.
La corte de Yaroslav, al otro lado del río Voljov.
Jugando al voley en la playa fluvial de Novgorod.
Otra vista de la playa de Novgorod.
La pasarela peatonal que cruza el río Voljov.
Iglesia de Pedro y Pablo, de ladrillo.
Hay cientos de pequeñas iglesias repartidas por toda la ciudad.
Y otra iglesia de ladrillo.
Un improvisado mercadillo en la calle.
No podía faltar el memorial soviético.
Un niño jugando con la maquinaria bélica.
Paseando por una calle de Novgorod.
La blanca estación de trenes de Novgorod.
Nuestro tren nocturno con destino a Moscú.
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