De Hvammstangi a Keflavik (310 km)

El último día lo dedicamos a visitar la Península de Snaefellsnes, donde Julio Verne localizó su novela Viaje al centro de la tierra. Esta península cuenta con uno de los paisajes más bellos de Islandia, aunque el mal tiempo, con lluvia y muchísimo viento, nos complicó la visita.

La idea era ir directamente desde Hvammstangi a Stykkisholmur, el principal pueblo de la Península de Snaefellsnes, pero la carretera sin asfaltar que los comunica sólo es apta para un 4x4. Tuvimos que hacer un pequeño rodeo y llegar hasta Borganes para empezar la ruta por este brazo de tierra que se adentra en el Atlántico.

Stykkisholmur suele ser el punto de partida para visitar Snaefellsnes. Viene a ser la capital de la región, aunque no deja de ser un pequeño pueblo de pescadores para comprar comida y bebida. Desde aquí seguimos la costa norte hasta el extremo occidental de la península atravesando otras coloridas aldeas de pescadores junto a un magnífico paisaje de campos de lava, playas y acantilados sobre el océano.

Destaca la playa de Skarosvik, una de las pocas de arena dorada que hay en Islandia, flanqueada por preciosos acantilados de lava negra. Casi parece que la han sacado del Caribe y la han pegado allí.

Continuando hacia el oeste nos desviamos de la carretera principal para ir hasta los faros que marcan el final de la península. Para llegar hay que atravesar un desértico campo de lava por una estrecha carretera sin asfaltar. Al final de todo hay unos magníficos acantilados de roca negra contra los que se estampan las olas del Atlántico. Como hacía mal tiempo el océano estaba muy revuelto y ver las olas desde lo alto de los acantilados era todo un espectáculo.

Después de ver los acantilados intentamos llegar hasta la base del volcán Snaefell, que da nombre a la península, y por cuyo cráter iniciaron el viaje hacia el centro de la tierra los personajes de Julio Verne. Por el camino se puede hacer un pequeño trekking hasta una catarata, pero llovía a cántaros y desistimos. Conseguimos llegar hasta una de las lenguas del glaciar del volcán, pero allí nos dimos la vuelta porque el camino era cada vez peor y sin un 4x4 nos arriesgábamos a quedarnos tirados en medio de la tormenta. En días soleados se puede subir hasta la cima del volcán (1.446 m), pero se necesita material de escalada porque 1.000 metros en Islandia son más complicados que en otras latitudes.

Regresamos a la carretera principal, la 574, y visitamos las magníficas playas de arena negra de Djupalonssandur. Por aquí también hay acantilados y las enormes olas del Atlántico volvieron a ofrecernos su espectáculo. Hellnar y Arnarstapi son otros pequeños pueblos interesantes en la costa sur de la península de Snaefellsnes.

Desde aquí volvimos hacia Borganes y la Ring Road para llegar hasta Keflavik, ciudad situada al lado del aeropuerto internacional. Habíamos reservado habitación en el hostel para madrugar menos al día siguiente al coger el avión. El hostel está en un polígono industrial en Njardvik, tocando a Keflavik, pero es barato y las habitaciones no están mal. La doble cuesta 6.000 coronas (35 euros) con cocina y baño compartidos.

Puerto de Stykkisholmur.

Calle principal de Stykkisholmur.

Montones de gaviotas se concentran en el mar.

Preciosa costa de la península de Snaefellsnes.

La carretera cruza por encima del mar.

El pueblo de Grundarfjordur.

La carretera sigue pegada al Atlántico.

Otra villa pesquera en Snaefellsnes.

Típicas casas con tejado de hierba.

Escultura en honor a los pescadores.

Esqueleto de una ballena.

El mal tiempo nos dio un respiro y vimos el sol durante un rato.

Nuestro coche bajo un cielo gris.

Playa de Skarosvik, de arena dorada.

Otra vista de la playa de Skarosvik.

Las olas golpean la roca negra en Skarosvik.

Imponentes acantilados en el extremo occidental de Snaefellsnes.

Los negros acantilados se pierden en el horizonte.

Un solitario faro sobre los negros acantilados.

El camino hacia el volcán Snaefell no es muy apropiado para turismos.

Una lengua del glaciar del volcán Snaefell.

Un macho cabrío, o un cabrón.

Playa de Djupalonssandur.

El Atlántico embravecido.

Otra vista de la playa de Djupalonssandur.

Casi que no apetece darse un chapuzón.

Campo de lava cubierto de musgo.

Panorámica de los acantilados de Snaefellsnes.

Iglesia perdida en la península de Snaefellsnes.

Más acantilados de roca negra.

Pequeña aldea junto al océano.

Un enorme troll de piedra de la mitología nórdica.

Aves marinas emprendiendo el vuelo.

Los islandeses construyen casas en cualquier lugar.

Otra vista de los acantilados.

El Arco Iris emerge de las aguas del océano sobre un pequeño cementerio.