Colina de las Cruces (Lituania)
A la mañana siguiente salimos temprano porque teníamos la etapa más larga del viaje. Unos 600 km desde Klaipeda hasta Tartu, ya en Estonia. Por el camino hicimos un par de paradas. La primera en la Colina de las Cruces.
Esta colina repleta de cruces de todos los tamaños, colores y materiales se encuentra cerca de la ciudad de Siauliai, en el norte del país, y es un símbolo nacional para los lituanos. Actualmente da cobijo a más de medio millón de cruces y su número sigue aumentando día tras día.
Sin ir más lejos, durante nuestra visita vimos como un par de señores clavaban una de considerable tamaño para añadirla al santuario.
Durante la era comunista, a los soviéticos no les hacía ninguna gracia este lugar porque se identificaba con el nacionalismo lituano y se encargaron de arrasarlo unas cuantas veces.
Sin embargo, las cruces volvían a aparecer al día siguiente aumentando, incluso, de número. Hoy día, continúa creciendo.
Pasear entre montañas de cruces se convierte en algo mágico, sobre todo si sopla el viento y se escucha el repiquetear de los cientos de miles de crucifijos.
Modestas casas de campesinos en la campiña lituana.
La carretera hacia Siauliai.
Campos de cultivo lituanos, seguramente antiguos Kolkhozes soviéticos.
La Colina de las Cruces.
El sonido del viento golpeando las cruces es embriagador.
Montañas de cruces.
Detalle de algunos crucifijos.
Los hay para todos los gustos.
Hay pequeños senderos entre las cruces.
La montaña de las cruces no solo es mágica, realmente te llena de una paz sobrecogedora. Cuando colocas tu cruz sientes que no solo la suerte te va a llegar sino el amor, la unión y todo lo más bello que una madre pueda pedir para los suyos.
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