Pamukkale
Sobre las siete de la tarde recogimos las mochilas del hotel de Gorëmë y fuimos a por el autobús para ir a Pamukkale. Hay que estar atento a la hora de comprar el billete, porque te lo venden como directo a Pamukkale, cuando en realidad el autobús te deja en Denizli, la ciudad más grande de la zona 15 km más al norte.
Por suerte al llegar a Denizli, a las 5.30 de la mañana, el chófer de un hotel de Pamukkale había acudido con su furgoneta a buscar a una pareja de turistas que también venían en el autobús y accedió a llevarnos gratis con ellos. Además nos vino genial porque el hotel donde nos dejó estaba muy bien y nos quedamos.
Como es temporada baja y el hotel no estaba lleno, su propietario nos dejó disponer ya de las habitaciones, que en teoría solo se podrían utilizar a partir de las 12.00. Aprovechamos para echar una siesta matutina y luego nos colamos en el restaurante para desayunar como si hubiéramos pasado la noche allí. Sobre las 10.00 salimos del hotel y fuimos a visitar las piscinas de Travertino de Pamukkale.
Son la atracción más importante de este pequeño pueblo y una de las estampas más famosas de Turquía. El agua que emana de esta montaña tiene un alto contenido en calcio que se ha ido solidificando hasta cubrir toda la montaña de blanco. Parece nieve, pero es calcio sólido. Hay que descalzarse para trepar por ella hasta la cima y puedes mojarte los pies en las piscinas que vas encontrando. La mayoría son artificiales porque la UNESCO ha prohibido el baño en las naturales, y es que se estaban secando por culpa del turismo.
Pamukkale ha sido desde antes de la época romana un importante balneario. Encima de la montaña se levantó la ciudad de Hierápolis, que sirvió como lugar de recreo a emperadores romanos y bizantinos. Las ruinas están muy bien conservadas y vale la pena recorrerlas con calma.
Al día siguiente, para volver a Estambul habíamos reservado por internet un vuelo desde Denizli y con el dueño del hotel arreglamos el traslado hasta el aeropuerto. La broma nos salió cara porque el aeropuerto de Denizli está a unos 70 km de Pamukkale y el del hotel nos cobró 40 euros por llevarnos. Como teníamos que estar en el aeropuerto a las 6.00 no tuvimos más remedio que aceptar, aunque el dueño era muy majo y se pasó todo el rato contándonos historias de su país.
El vuelo duró una hora y como el avión a Madrid no salía hasta las 17.00 horas, todavía nos dio tiempo a acercarnos al centro de Estambul, con el tren ligero, que tarda una media hora.
Por suerte al llegar a Denizli, a las 5.30 de la mañana, el chófer de un hotel de Pamukkale había acudido con su furgoneta a buscar a una pareja de turistas que también venían en el autobús y accedió a llevarnos gratis con ellos. Además nos vino genial porque el hotel donde nos dejó estaba muy bien y nos quedamos.
Como es temporada baja y el hotel no estaba lleno, su propietario nos dejó disponer ya de las habitaciones, que en teoría solo se podrían utilizar a partir de las 12.00. Aprovechamos para echar una siesta matutina y luego nos colamos en el restaurante para desayunar como si hubiéramos pasado la noche allí. Sobre las 10.00 salimos del hotel y fuimos a visitar las piscinas de Travertino de Pamukkale.
Son la atracción más importante de este pequeño pueblo y una de las estampas más famosas de Turquía. El agua que emana de esta montaña tiene un alto contenido en calcio que se ha ido solidificando hasta cubrir toda la montaña de blanco. Parece nieve, pero es calcio sólido. Hay que descalzarse para trepar por ella hasta la cima y puedes mojarte los pies en las piscinas que vas encontrando. La mayoría son artificiales porque la UNESCO ha prohibido el baño en las naturales, y es que se estaban secando por culpa del turismo.
Pamukkale ha sido desde antes de la época romana un importante balneario. Encima de la montaña se levantó la ciudad de Hierápolis, que sirvió como lugar de recreo a emperadores romanos y bizantinos. Las ruinas están muy bien conservadas y vale la pena recorrerlas con calma.
Al día siguiente, para volver a Estambul habíamos reservado por internet un vuelo desde Denizli y con el dueño del hotel arreglamos el traslado hasta el aeropuerto. La broma nos salió cara porque el aeropuerto de Denizli está a unos 70 km de Pamukkale y el del hotel nos cobró 40 euros por llevarnos. Como teníamos que estar en el aeropuerto a las 6.00 no tuvimos más remedio que aceptar, aunque el dueño era muy majo y se pasó todo el rato contándonos historias de su país.
El vuelo duró una hora y como el avión a Madrid no salía hasta las 17.00 horas, todavía nos dio tiempo a acercarnos al centro de Estambul, con el tren ligero, que tarda una media hora.
Las piscinas de Travertino de Pamukkale.
Sobre la montaña blanca se levantan las ruinas de Hierápolis.
Magníficas estalactitas de calcio en Pamukkale.
Otra vista de las Piscinas de Travertino.
Bañarse en estas piscinas es increíble.
Por aquí se asciende la montaña de calcio.
Piscina de agua transparente.
El agua emana sobre el calcio.
Parece una montaña de algodón.
Las ruinas de Hierápolis.
Calzada principal de Hierápolis.
Más restos de la época romana.
El teatro romano.
Todavía se puede nadar entre columnas romanas.
Botella de Efes Pilsen con unos simpáticos saleros en un restaurante de Pamukkale.
Amasando el pan para nuestra cena en Pamukkale.
Preciosas fotos
ResponderEliminarmuchas gracias por tu relato, creo que me servira bastante para mi proximo viaje.
ResponderEliminarA mí tambien me servirá para mi próximo viaje.Gracias Telemaco.
ResponderEliminarEnhorabuena!Es el blog más últil que he encontrado para preparar nuestro segundo viaje a Turquía. Está todo muy bien explicado y las fotos ayudan mucho. Gracias!
ResponderEliminarHola, no conocía tu blog y la verdad que está muy bien, mañana partimos para Turquía y tu información nos ha venido pero que mu bien.
ResponderEliminarun saludo
Hola Israel. Muchas gracias y disfrutad de Turquía!! Saludos.
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