Lisboa
Fuimos a Lisboa en plena Eurocopa de Portugal, en un Talgo desde Madrid. El viaje dura unas nueve horas, así que se puede pensar en coger un vagón-cama porque el trayecto nocturno se hace un poco pesado. Nosotros, para economizar, dormimos sentados.
La fiebre del fútbol llenó de colorido esos días las calles de Lisboa. De cada balcón colgaba una bandera o bufanda de Portugal, por las noches los bares estaban a tope y los hooligans ingleses vomitaban cerveza en las esquinas del Bairro Alto. Pese a todo, hubo muy buen ambiente entre aficiones, al menos durante los tres días que estuvimos.
Nos alojamos en una pensión del barrio de Alfama, uno de los más pintorescos de la ciudad. Calles destartaladas, fachadas desconchadas y pequeñas tabernas dónde comer unas sardinhas asadas del Atlántico. Desde lo alto de la colina hay buenas vistas de la ciudad. En Alfama está también la catedral de Lisboa y el castillo.
Enfrente de la colina de Alfama está la del Bairro Alto, la zona de marcha por las noches. De día hay montones de restaurantes y un excelente mirador, el de San Pedro de Alcántara, para observar el Tajo y la otra orilla de su estuario. Al Bairro Alto se puede subir en un tranvía de época, típicamente lisboeta.
En el llano destaca su preciosa plaza Rossio y la del Comercio, así como el paseo que recorre la orilla del Tajo. Más lejos del centro está el barrio de Belem, con su famosa torre y el monasterio de los Jerónimos. El tranvía es el mejor medio para acercarse al barrio portuario de Belem.
Lisboa también es un excelente destino gastronómico por su calidad y buenos precios. El pescado a la brasa es una de sus especialidades.
Uno de los días hicimos una excursión a Sintra. Ciudad de recreo y descanso para los lisboetas, situada a unos 30 km al oeste de la capital. Es una villa palaciega en medio de un bonito paraje natural de bosque atlántico. Las ruinas de un antiguo castillo dominan una colina desde donde se puede ver el océano en días claros. Se puede llegar a Sintra fácilmente en tren.
Tengo que decir que Sintra me decepcionó un poco y considero que es un sitio prescindible si el tiempo del que se dispone es muy justo. Lisboa es fascinante y tiene suficientes encantos como para desaprovechar un día en esta excursión. Lo digo porque nosotros nos arrepentimos de haber malgastado uno de nuestros tres días en esta visita. Con una semana de tiempo quizás sí vale la pena acercarse.
La fiebre del fútbol llenó de colorido esos días las calles de Lisboa. De cada balcón colgaba una bandera o bufanda de Portugal, por las noches los bares estaban a tope y los hooligans ingleses vomitaban cerveza en las esquinas del Bairro Alto. Pese a todo, hubo muy buen ambiente entre aficiones, al menos durante los tres días que estuvimos.
Nos alojamos en una pensión del barrio de Alfama, uno de los más pintorescos de la ciudad. Calles destartaladas, fachadas desconchadas y pequeñas tabernas dónde comer unas sardinhas asadas del Atlántico. Desde lo alto de la colina hay buenas vistas de la ciudad. En Alfama está también la catedral de Lisboa y el castillo.
Enfrente de la colina de Alfama está la del Bairro Alto, la zona de marcha por las noches. De día hay montones de restaurantes y un excelente mirador, el de San Pedro de Alcántara, para observar el Tajo y la otra orilla de su estuario. Al Bairro Alto se puede subir en un tranvía de época, típicamente lisboeta.
En el llano destaca su preciosa plaza Rossio y la del Comercio, así como el paseo que recorre la orilla del Tajo. Más lejos del centro está el barrio de Belem, con su famosa torre y el monasterio de los Jerónimos. El tranvía es el mejor medio para acercarse al barrio portuario de Belem.
Lisboa también es un excelente destino gastronómico por su calidad y buenos precios. El pescado a la brasa es una de sus especialidades.
Uno de los días hicimos una excursión a Sintra. Ciudad de recreo y descanso para los lisboetas, situada a unos 30 km al oeste de la capital. Es una villa palaciega en medio de un bonito paraje natural de bosque atlántico. Las ruinas de un antiguo castillo dominan una colina desde donde se puede ver el océano en días claros. Se puede llegar a Sintra fácilmente en tren.
Tengo que decir que Sintra me decepcionó un poco y considero que es un sitio prescindible si el tiempo del que se dispone es muy justo. Lisboa es fascinante y tiene suficientes encantos como para desaprovechar un día en esta excursión. Lo digo porque nosotros nos arrepentimos de haber malgastado uno de nuestros tres días en esta visita. Con una semana de tiempo quizás sí vale la pena acercarse.
La plaza de Rossio, corazón de Lisboa.
Vista del barrio de Alfama.
Callejuela del Bairro Alto.
Ropa tendida al sol en los balcones.
Los tranvías que suben al Bairro Alto.
El Tajo, o Tejo en portugués.
Bufandas de Portugal en los balcones.
La plaza del Comercio.
El barrio de Belem.
La torre de Belem.
Monasterio de los Jerónimos.
Ambiente nocturno en el Bairro Alto.
Estación de Rossio para coger el tren a Sintra.
Sintra.
La villa de Sintra se funde con la naturaleza.
La muralla del castillo de Sintra.
Quizás haya visitado únicamente el casco urbano de Sintra pero el municipio merece la pena. Tienes el Castelo da Pena, el Palacio de Monserrate, el Castelo dos Mouros y la Quinta da Regaleira. La villa en sí no es nada del otro mundo pero el Palacio Nacional impresiona.
ResponderEliminarEstoy deacuerdo con Francisco. Sintra tiene muchos sitios interesantes para visitar. A nosotros un día entero en Sintra se nos hizo cort´simo. Si tuviera que escojer me quedaría con el palacio nacional y, sobretotdo, con el castillo de los moros. Fantástico!
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