Caen
Después de Etretat nos dirigimos a Caen dónde pasamos nuestra segunda noche. De camino cruzamos la ciudad portuaria de Le Havre, una urbe industrial y gris atravesada por enormes avenidas de estilo soviético. La ciudad fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial y su reconstrucción se llevó a cabo a base de bloques de hormigón.
Al dejar Le Havre aparece el colosal Puente de Normandía que salva la desembocadura del Sena previo pago de 5 euros de peaje. Son dos kilómetros de puente desde dónde hay unas buenas vistas, aunque un poco caras.
Desde el Puente de Normandía hasta a Caen se tarda muy poco por autopista. Como Le Havre, Caen también fue destruida casi en su totalidad durante la Segunda Guerra Mundial y su reconstrucción se llevó a cabo en un estilo muy similar al de su vecina. Abundan las amplias avenidas y los edificios de hormigón que intentan simular piedra blanca.
Pese a todo, Caen, la capital de la Baja Normandía, es una ciudad más humana que Le Havre y cuenta en sus calles con numerosos bares y restaurantes. En lo alto de una colina hay un castillo rodeado por una muralla, una de las pocas construcciones que se salvaron de las bombas.
Dormimos en el Hotel Bernieres, por 40 euros la doble, y cenamos en una crepería junto al canal de Saint Pierre, una zona con mucha oferta para comer o tomar algo.
La iglesia de Saint Pierre de Caen.
Una calle del centro de la ciudad.
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