Estocolmo
La capital sueca se levanta en una enclave natural único, entre el lago Mälaren y el mar Báltico, y está repartida en 14 islas, algunas comunicadas por puentes y metro, otras sólo por ferry.
La ciudad original está en la isla de Gamla Stan, en el centro de este archipiélago, y es, sin duda, de mayor atractivo. Es un conjunto histórico repleto de callejuelas estrechas, alguna de menos de un metro, iglesias y plazas medievales. También está aquí el Castillo Real. Pasear por estas calles, que en diciembre esconden mercadillos navideños y fantásticos abetos de Navidad, es encantador.
Al sur de Gamla Stan se encuentra el barrio de Sodermalm edificado en la falda de una colina. Es una zona tradicionalmente obrera, que cuenta con alguna iglesia de interés, y desde dónde se obtienen buenas panorámicas de la ciudad. Comer por aquí es mucho más barato que en Gamla Stan.
Otras islas de interés son Skeppshalmen y Djurgarden. Para llegar a ellas desde Gamla Stan lo mejor es el ferry. En la primera hay varios museos como el de Arte Moderno que saca sus esculturas por los jardines y bosques que lo rodean. En la segunda se encuentra el fantástico parque de Skansen, con renos, osos, caballos y casas tradicionales nórdicas. Todo esto en medio de un frondoso bosque. También está en Djurgarden el Museo del Wasa, un barco que se hundió en el siglo XVII y que ha sido rescatado en perfecto estado de conservación. La entrada es cara.
Vale la pena también recorrer parte de la línea 10 de metro, ya que sus estaciones han sido decoradas por artistas y hay alguna muy bonita. Esta visita te ayuda a entrar en calor después de haber pateado todo el día a bajo cero. Pero si el frío no te molesta, se puede entrar al Absolut Ice Bar, una especie de bar-nevera gigante dónde te tomas un cocktel de vodka sueco (Absolut) en un vaso de hielo.
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