Asuán
Asuán es la ciudad más meridional de Egipto, a unos 220 kilómetros de la frontera con Sudán. Se levanta donde antiguamente se encontraba la primera catarata del Nilo, emplazamiento que fue elegido para construir la presa baja de Asuán a principios del siglo XX.
Esta presa se quedó pequeña para contener las poderosas aguas del Nilo y en 1959, con el apoyo de la Unión Soviética, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser ordenó la construcción de la faraónica presa alta de Asuán, que se encuentra solo seis kilómetros río arriba. Se terminó en 1970 y sigue siendo en la actualidad una de las más grandes del mundo.
La nueva presa de Asuán provocó un drástico impacto medioambiental al originarse el gigantesco embalse artificial conocido como lago Nasser, un auténtico mar en medio del desierto de más de 500 kilómetros de largo.
La enorme área inundada por el lago Nasser estaba repleta de restos arqueológicos del antiguo Egipto, muchos de los cuáles fueron rescatados y trasladados a otras zonas, como por ejemplo el gran templo de Ramsés II de Abu Simbel.
El traslado de esos templos, piedra a piedra, y su posterior montaje en tierra firme se hizo con ayuda internacional, pues fueron varios los países que colaboraron en esa titánica labor tras un llamamiento de la Unesco. Entre ellos, España, que a cambio recibió el templo de Debod, otro de los rescatados del fondo del lago Nasser y que actualmente se puede ver en Madrid.
La presa de Asuán se puede visitar, pero es una zona militar especialmente sensible y tanto las fotografías como las grabaciones en vídeo están muy controladas por las autoridades.
Además de esta gran obra de la ingeniería moderna, en Asuán se pueden dar paseos por el Nilo en faluca, las tradicionales barcas de vela que surcan sus aguas. Una excursión muy popular es a la isla de Agilkia para ver los templos de Philae, que también fueron cambiados de ubicación hasta esta pequeña isla cuando se construyó la presa.
La isla de Agilkia se encuentra entre la presa alta y baja de Asuán y en ella se pueden visitar varios templos, que forman el conjunto de santuarios de Philae. El más importante es el templo de Isis, dedicado a la gran diosa madre.
Otra excursión muy divertida es visitar un pueblo nubio, los habitantes autóctonos del sur de Egipto, que todavía conservan su lengua y muchas de sus tradiciones. Aunque son visitas muy turísticas, vale la pena visitar estos coloridos poblados cerca del desierto en los que también podrás dar un paseo en camello y pisar la arena del Sáhara.
En Asuán también se puede visitar el obelisco inacabado, que se cree iba a colocarse en el templo de Karnak y, con más de 40 metros, iba a ser el más grande de todos los conocidos. No se terminó, pero se puede ver el trabajo realizado en una antigua cantera de granito. El mausoleo del Aga Khan o el zoco de Asuán son otros lugares destacados de la ciudad.
Desde Asuán también parten las excursiones a Abu Simbel, pero nosotros no fuimos porque era una paliza de más de tres horas de autobús para ir y otras tantas para volver. Existe la posibilidad de hacer el trayecto en avioneta, pero el precio subía bastante. Sin duda, el gran templo de Ramsés II merece mucho la pena, así que lo tenemos pendiente para otra visita a Egipto.
Esta presa se quedó pequeña para contener las poderosas aguas del Nilo y en 1959, con el apoyo de la Unión Soviética, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser ordenó la construcción de la faraónica presa alta de Asuán, que se encuentra solo seis kilómetros río arriba. Se terminó en 1970 y sigue siendo en la actualidad una de las más grandes del mundo.
La nueva presa de Asuán provocó un drástico impacto medioambiental al originarse el gigantesco embalse artificial conocido como lago Nasser, un auténtico mar en medio del desierto de más de 500 kilómetros de largo.
La enorme área inundada por el lago Nasser estaba repleta de restos arqueológicos del antiguo Egipto, muchos de los cuáles fueron rescatados y trasladados a otras zonas, como por ejemplo el gran templo de Ramsés II de Abu Simbel.
El traslado de esos templos, piedra a piedra, y su posterior montaje en tierra firme se hizo con ayuda internacional, pues fueron varios los países que colaboraron en esa titánica labor tras un llamamiento de la Unesco. Entre ellos, España, que a cambio recibió el templo de Debod, otro de los rescatados del fondo del lago Nasser y que actualmente se puede ver en Madrid.
La presa de Asuán se puede visitar, pero es una zona militar especialmente sensible y tanto las fotografías como las grabaciones en vídeo están muy controladas por las autoridades.
Además de esta gran obra de la ingeniería moderna, en Asuán se pueden dar paseos por el Nilo en faluca, las tradicionales barcas de vela que surcan sus aguas. Una excursión muy popular es a la isla de Agilkia para ver los templos de Philae, que también fueron cambiados de ubicación hasta esta pequeña isla cuando se construyó la presa.
La isla de Agilkia se encuentra entre la presa alta y baja de Asuán y en ella se pueden visitar varios templos, que forman el conjunto de santuarios de Philae. El más importante es el templo de Isis, dedicado a la gran diosa madre.
Otra excursión muy divertida es visitar un pueblo nubio, los habitantes autóctonos del sur de Egipto, que todavía conservan su lengua y muchas de sus tradiciones. Aunque son visitas muy turísticas, vale la pena visitar estos coloridos poblados cerca del desierto en los que también podrás dar un paseo en camello y pisar la arena del Sáhara.
En Asuán también se puede visitar el obelisco inacabado, que se cree iba a colocarse en el templo de Karnak y, con más de 40 metros, iba a ser el más grande de todos los conocidos. No se terminó, pero se puede ver el trabajo realizado en una antigua cantera de granito. El mausoleo del Aga Khan o el zoco de Asuán son otros lugares destacados de la ciudad.
Desde Asuán también parten las excursiones a Abu Simbel, pero nosotros no fuimos porque era una paliza de más de tres horas de autobús para ir y otras tantas para volver. Existe la posibilidad de hacer el trayecto en avioneta, pero el precio subía bastante. Sin duda, el gran templo de Ramsés II merece mucho la pena, así que lo tenemos pendiente para otra visita a Egipto.
Una faluca navega por el Nilo en Asuán.
Llegando en faluca a la isla de Agilkia.
Templo de Isis, en el complejo de Philae.
La presa baja de Asuán, al fondo.
Mausoleo del Aga Khan.
Llegando al poblado nubio.
La arena del desierto nubio.
No hay comentarios