Praga
Capital de la República Checa y del antiguo reino de Bohemia, Praga es una de las ciudades más bonitas de Centroeuropa, con un precioso centro histórico medieval, reminiscencias de su pasado bajo la órbita soviética y multitud de rincones mágicos para perderse. Vale la pena dedicarle al menos tres días para poder explorar los principales lugares de interés, que son muchos. Aquí van algunos de los imprescindibles:
1. Castillo de Praga: Es un complejo palaciego que se levanta en lo alto de una colina en el barrio de Malá Strana, el más pintoresco de la ciudad. En su interior se puede visitar el antiguo Palacio Real, la Catedral de San Vito, la basílica de San Jorge, la Torre Daliborka o el famoso Callejón de Oro, entre otros lugares, además de presenciar el cambio de guardia, que se realiza todos los días al mediodía en uno de los patios frente al Palacio Real. La entrada que da acceso a todos los lugares cuesta 405 coronas (unos 18 euros), pero también se puede acceder gratis al recinto y recorrer los patios y calles exteriores sin entrar en ningún edificio. No obstante, vale la pena pagar la entrada, aunque solo sea por atravesar el famoso Callejón de Oro, seguramente el lugar más fotografiado de la ciudad. Nosotros visitamos Praga hace muchos años y el acceso a este callejón era gratis, pero debido a la gran afluencia de turistas se ha limitado la entrada y ahora se incluye dentro de las atracciones de pago. El Callejón de Oro (Golden Lane) es una estrecha callejuela de coloridas casas medievales en la que antiguamente vivieron orfebres, de ahí el nombre heredado, aunque también han residido alquimistas y trabajadores de otros gremios, además del célebre escritor checo Franz Kafka. Se puede entrar en las casitas de colores, en las que hay pequeñas exposiciones. Al final del Callejón de Oro se encuentra la Torre Daliborka, una antigua prisión en la que se exponen elementos de tortura y esqueletos, que seguro gustarán a los niños.
2. Malá Strana: Es el barrio más pintoresco de Praga y se levanta en la ribera izquierda del río Moldava. Se extiende a los pies del castillo de Praga y está formado por un laberinto de callejuelas en las que se respira el aroma medieval de la ciudad. Por todo el barrio hay montones de restaurantes, viejas tabernas y agradables terrazas para tomar una buena cerveza checa. Vale la pena perderse por las calles de este barrio y deleitarse con cada uno de sus rincones. Entre sus principales atracciones turísticas están la iglesia barroca de San Nicolás, el Museo Kafka o la Isla Kampa. También se puede caminar hasta el Monte Petrin, en cuya cima hay una Torre Eiffel en miniatura con uno de los mejores miradores de la ciudad.
3. Puente de Carlos: De la casi veintena de puentes que atraviesan el río Moldava, el puente de Carlos es el más antiguo (data del siglo XIV) y también el más transitado por los turistas. Es un puente peatonal flanqueado por 30 estatuas que comunica los barrios de Malá Strana y Stare Mesto, los dos que forman el centro histórico de la ciudad. Para recorrerlo sin gente hay que ir a primera hora de la mañana porque conforme avanza el día hay cada vez hay más gente, sobre todo al atardecer, cuando se llena de pintores y músicos callejeros.
4. Catedral de Nuestra Señora de Tyn: Las dos torres góticas de esta catedral son la imagen más icónica de Praga y su seña de identidad. Se construyó en el siglo XV y es Patrimonio de la Humanidad. Se encuentra en la Plaza de la Ciudad Vieja (Staromák), en el corazón del barrio de Stare Mesto. En esta plaza también se levanta el Ayuntamiento, con su famoso reloj astronómico, toda una atracción cada vez que da las horas.
5. Stare Mesto: En esta parte de la ciudad vieja, además de la plaza Staromák, se pueden recorrer algunas de las calles más emblemáticas de Praga, como la calle Celetna, principal eje comercial del centro histórico. Esta calle termina en la Torre de la Pólvora, construcción gótica que servía de puerta de acceso a la ciudad vieja en la época medieval. El Klementinum, un conjunto de edificios históricos que alberga la Biblioteca Nacional y sirvió como universidad, es otro de los lugares destacados en esta zona del casco antiguo. El barrio también está lleno de restaurantes y bares, y es un buen lugar para probar el dulce típico de Praga, el trdelnik, una masa de harina enrollada que se asa al fuego y que en su versión moderna suele rellenarse de helado.
6. Barrio judío: Pegado a Stare Mesto se encuentra el antiguo barrio judío de Praga, en el que hoy día se puede visitar el viejo cementerio, con tumbas que datan del siglo XV, y varias sinagogas, siendo las más interesantes la Española, la Pinkas y la Maisel. Para visitar cualquier sinagoga o el cementerio hay que pagar una conjunta que cuesta 20 euros y que da acceso a todas ellas.
7. Nove Mesto: El barrio de la ciudad nueva de Praga se identifica con la gran Plaza de Wenceslao, un amplio bulevar peatonal (en 2024 se está acabando de peatonalizar) presidido por el majestuoso Museo Nacional Checo. Es el centro neurálgico de Praga y donde han tenido lugar los episodios más trascendentes de la historia reciente del país. Aquí hubo duros enfrentamientos contra los tanques soviéticos durante la Primavera de Praga y fue el lugar de concentración de los checos durante las manifestaciones de la Revolución de Terciopelo, que provocaron la caída del comunismo en el país, en 1989.
8. Torre de la televisión: También llamada Torre Zizkov, fue una de las últimas grandes construcciones realizadas bajo el régimen comunista, poco antes de la caída del Telón de Acero. Tiene 216 metros de altura y se puede subir a lo alto para obtener magníficas vistas de la capital checa, pero su gran atractivo son los bebés gigantes del escultor checo David Cerny, que trepan por la torre. Aunque parecen pequeños vistos desde el suelo, en realidad son bastante grandes. Para hacerse una idea de su tamaño, también se puede ver una pareja de estos bebés en la isla Kampa.
9. Esculturas de Cerny: Además de los bebés gigantes, toda Praga está llena de estrambóticas esculturas de David Cerny y es muy divertido ir buscándolas por la ciudad. La cabeza giratoria de Kafka es una de las más conocidas, un gran rostro del escritor checo situado en el exterior de un centro comercial que está formado por placas de acero que se mueven cada cierto tiempo. Otra de esas raras estatuas es la de San Wenceslao, situada en el interior del pasaje comercial Lucerna y que representa al héroe nacional cabalgando un caballo del revés. Por las calles también destacan la estatua del hombre colgado, que representa a Sigmund Freud, o un embrión humano colocado en el interior del canalón de desagüe de una fachada. Otra escultura curiosa es la de dos hombres haciendo pis frente al Museo de Kafka.
10. Casa Danzante: Es obra del arquitecto canadiense Frank Gehry, autor del Guggenheim de Bilbao, y se encuentra junto al río Moldava.
11. Navegar por el Moldava: Aunque hay cruceros fluviales de muchos tipos por el río Moldava, una forma original de recorrerlo es alquilando un patín como los de la playa para navegar por tu cuenta. Hay varios embarcaderos donde los alquilan y es una actividad muy divertida si vais con niños.
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