Kuta y Seminyak (Bali)
Kuta es el destino de playa más famoso de Bali, un paraíso para los surfistas con olas gigantescas y una inmensa franja de arena dorada de muchos kilómetros de longitud. La ciudad de Kuta se toca con las vecinas localidades de Legian y Seminyak, formando entre todas una gran conurbación playera, que recibe a miles y miles de turistas de todo el mundo, aunque para los australianos esto es casi como su segunda residencia.
Seminyak y Kuta están separadas por unos 12 kilómetros de playa, con Legian en medio, y se puede ir de una a otra dando un agradable paseo por la arena. De hecho, es complicado saber dónde termina una ciudad y empieza la otra. Esta interminable playa está repleta de puestos donde alquilan hamacas y sombrillas, así como de centenares de tiendas de surf.
Se puede alquilar una tabla de surf por unos pocos euros y, aunque seas un novato, vale la pena probar la experiencia porque las olas son espectaculares. Si el surf echa un poco para atrás, también siempre se puede recurrir al bodyboard, que es más sencillo.
La playa de Kuta también está llena de cientos de rudimentarios chiringuitos, que consisten en simples sillas de plástico bajo una sombrilla y neveras cargadas de Bintangs heladas. Todos estos puestecillos suelen estar a la sombra de las palmeras que flanquean la línea de costa.
Hacia el interior, Kuta está formada por un laberinto de callejuelas llenas de hoteles, restaurantes y tiendas de surf. Las calles principales están casi siempre colapsadas por el tráfico y frecuentadas por turistas paseando en bañador. Muchos guiris suelen alquilar motos y muchas de ellas están preparadas con anclajes para transportar la tabla de surf.
La vida en Kuta consiste en disfrutar de la playa, hacer surf y tomarte unas copas por la tarde-noche. También se puede ir de compras porque hay montones de mercadillos y tiendas con las principales marcas de ropa, especialmente las especializadas en ropa surfera, como Rip Curl o Quiksilver. Los precios no son nada baratos.
También se puede visitar el memorial del atentado de 2002, el peor de la historia de Indonesia, en el que murieron 202 personas. Fue provocado por un terrorista suicida y un coche bomba, que estallaron casi de forma sincronizada frente al Club Sari, cuando estaba lleno de turistas. El atentado fue reivindicado por Jemaah Islamiya, una sucursal de Al Qaeda en el sudeste asiático. En una pared del memorial están escritos los nombres de todas las víctimas, la mayoría de ellas australianas.
La zona de Seminyak es algo más tranquila que Kuta y también algo más sofisticada. Aquí, en lugar de los rudimentarios bares de playa con sillas de plástico y nevera, podemos encontrar restaurantes modernos y bares con música chill-out, que al atardecer llenan la arena de pufs para que los turistas se tumben a contemplar la puesta de sol con una Bintang en la mano. Durante todo el día sirven comida y son un buen lugar para cenar junto al mar.
Las tiendas de surf y las hamacas en la playa con los clásicos anuncios de Air Asia están igual de presentes que en Kuta. Alquilar una hamaca para todo el día no es barato y sale por unos 10 euros. Eso sí, tienes tu propia sombrilla y puedes irte a comer o tomarte algo a los restaurantes de la playa dejando tus cosas porque los que alquilan las hamacas se encargan de vigilarte tus pertenencias (tampoco se os ocurra dejar una cámara a la vista, claro).
Por las playas de Kuta y Seminyak pasan a diario miles de vendedores ambulantes, con todo tipo de mercancías: bebidas, comida, camisetas, sombreros, gafas de sol, tejidos, cometas... No son muy insistentes, pero la verdad es que resulta complicado estar más de media hora seguida tumbado en la hamaca sin que vengan a venderte algo.
Nosotros nos alojamos en Seminyak, en el Ping hotel, que está muy bien situado cerca de la playa. La habitación doble con desayuno nos costó 770.000 rupias (52 euros). Tiene wifi, piscina y alquilan motos muy baratas. En recepción contratamos también un chófer para que nos llevara a visitar el templo Tanah Lot por 300.000 rupias (20 euros).
El Tanah Lot es una de las estampas más clásicas de Bali por su privilegiada situación sobre un promontorio rocoso junto al mar. Las olas del océano rompen con fuerza contra las rocas y, cuando el oleaje es intenso, el espectáculo es digno de ver. Hay un mirador desde el que se obtienen buenas panorámicas del templo, pero también vale la pena acercarse hasta él, con cuidado siempre de que una ola no acabe bañando tus pies.
El mejor momento para visitar el templo es al atardecer para ver la puesta de sol, aunque también es la hora de mayor afluencia de turistas y suele estar abarrotado. El mayor problema de visitar el templo por la tarde es a la hora de volver a Kuta o Seminyak porque se montan grandes atascos en la carretera. La entrada al Tanah Lot cuesta 30.000 rupias (2 euros).
Seminyak y Kuta están separadas por unos 12 kilómetros de playa, con Legian en medio, y se puede ir de una a otra dando un agradable paseo por la arena. De hecho, es complicado saber dónde termina una ciudad y empieza la otra. Esta interminable playa está repleta de puestos donde alquilan hamacas y sombrillas, así como de centenares de tiendas de surf.
Se puede alquilar una tabla de surf por unos pocos euros y, aunque seas un novato, vale la pena probar la experiencia porque las olas son espectaculares. Si el surf echa un poco para atrás, también siempre se puede recurrir al bodyboard, que es más sencillo.
La playa de Kuta también está llena de cientos de rudimentarios chiringuitos, que consisten en simples sillas de plástico bajo una sombrilla y neveras cargadas de Bintangs heladas. Todos estos puestecillos suelen estar a la sombra de las palmeras que flanquean la línea de costa.
Hacia el interior, Kuta está formada por un laberinto de callejuelas llenas de hoteles, restaurantes y tiendas de surf. Las calles principales están casi siempre colapsadas por el tráfico y frecuentadas por turistas paseando en bañador. Muchos guiris suelen alquilar motos y muchas de ellas están preparadas con anclajes para transportar la tabla de surf.
La vida en Kuta consiste en disfrutar de la playa, hacer surf y tomarte unas copas por la tarde-noche. También se puede ir de compras porque hay montones de mercadillos y tiendas con las principales marcas de ropa, especialmente las especializadas en ropa surfera, como Rip Curl o Quiksilver. Los precios no son nada baratos.
También se puede visitar el memorial del atentado de 2002, el peor de la historia de Indonesia, en el que murieron 202 personas. Fue provocado por un terrorista suicida y un coche bomba, que estallaron casi de forma sincronizada frente al Club Sari, cuando estaba lleno de turistas. El atentado fue reivindicado por Jemaah Islamiya, una sucursal de Al Qaeda en el sudeste asiático. En una pared del memorial están escritos los nombres de todas las víctimas, la mayoría de ellas australianas.
Playa de Kuta.
Una gran bandera de Indonesia en la playa de Kuta.
Pescando en la playa de Kuta.
Marea baja en la playa de Kuta.
Los chiringuitos de la playa de Kuta.
Chiringuitos a pie de playa.
Más chiringuitos playeros.
Un chiringuito clásico de Kuta.
Playa de Kuta.
Alquiler de tablas de surf.
En la playa de Kuta hay montones de vendedores a la sombra.
¿Apetece una Bintang?
La calle a pie de playa.
Volvemos a la playa de Kuta.
La extensión de arena es interminable.
Surfistas en el mar.
El paseo marítimo de Kuta.
El surf está presente en todos los rincones de Kuta.
Calle de Kuta.
Las principales marcas de ropa surfera están presentes en Kuta.
Tráfico en una calle de Kuta.
Callejuelas de Kuta.
Por todas las calles hay tiendas.
Venta de gasolina en botellas de cristal para las motos.
Memorial del atentado de 2002.
Los nombres de los 202 fallecidos en el mortal atentado.
La zona de Seminyak es algo más tranquila que Kuta y también algo más sofisticada. Aquí, en lugar de los rudimentarios bares de playa con sillas de plástico y nevera, podemos encontrar restaurantes modernos y bares con música chill-out, que al atardecer llenan la arena de pufs para que los turistas se tumben a contemplar la puesta de sol con una Bintang en la mano. Durante todo el día sirven comida y son un buen lugar para cenar junto al mar.
Las tiendas de surf y las hamacas en la playa con los clásicos anuncios de Air Asia están igual de presentes que en Kuta. Alquilar una hamaca para todo el día no es barato y sale por unos 10 euros. Eso sí, tienes tu propia sombrilla y puedes irte a comer o tomarte algo a los restaurantes de la playa dejando tus cosas porque los que alquilan las hamacas se encargan de vigilarte tus pertenencias (tampoco se os ocurra dejar una cámara a la vista, claro).
Por las playas de Kuta y Seminyak pasan a diario miles de vendedores ambulantes, con todo tipo de mercancías: bebidas, comida, camisetas, sombreros, gafas de sol, tejidos, cometas... No son muy insistentes, pero la verdad es que resulta complicado estar más de media hora seguida tumbado en la hamaca sin que vengan a venderte algo.
Nosotros nos alojamos en Seminyak, en el Ping hotel, que está muy bien situado cerca de la playa. La habitación doble con desayuno nos costó 770.000 rupias (52 euros). Tiene wifi, piscina y alquilan motos muy baratas. En recepción contratamos también un chófer para que nos llevara a visitar el templo Tanah Lot por 300.000 rupias (20 euros).
Playa de Seminyak.
La bandera australiana, ondeando junto a la de Indonesia.
Otra vista de la playa de Seminyak.
Las sombrillas de Air Asia, todo un clásico en Seminyak.
Playa de Seminyak.
Preparando las tablas de surf.
Tumbonas de alquiler en Seminyak.
Vendedora ambulante en la playa de Seminyak.
Vendedor de cometas, muy populares en Bali.
¿Un sombrerito?
En algunos tramos de playa hay banderas alertando del peligro de las corrientes marinas.
Playa de Seminyak.
VÍDEO: Olas en la playa de Seminyak.
Pufs en la playa de Seminyak al atardecer.
Los pufs de Seminyak.
Toda la playa se llena de pufs y mesitas para disfrutar del atardecer.
Tumbados en los pufs de Seminyak.
Calle de Seminyak.
Otra calle de Seminyak.
Mercadillo en Seminyak.
Nuestra habitación en el Ping Hotel.
El Tanah Lot es una de las estampas más clásicas de Bali por su privilegiada situación sobre un promontorio rocoso junto al mar. Las olas del océano rompen con fuerza contra las rocas y, cuando el oleaje es intenso, el espectáculo es digno de ver. Hay un mirador desde el que se obtienen buenas panorámicas del templo, pero también vale la pena acercarse hasta él, con cuidado siempre de que una ola no acabe bañando tus pies.
El mejor momento para visitar el templo es al atardecer para ver la puesta de sol, aunque también es la hora de mayor afluencia de turistas y suele estar abarrotado. El mayor problema de visitar el templo por la tarde es a la hora de volver a Kuta o Seminyak porque se montan grandes atascos en la carretera. La entrada al Tanah Lot cuesta 30.000 rupias (2 euros).
En coche en dirección al Tanah Lot.
Puestecillos de recuerdos al llegar al Tanah Lot.
Murciélagos gigantes, como los flying foxes que vimos en Komodo, en un puesto de souvenirs.
Tiendas de recuerdos en el Tanah Lot.
El templo Tanah Lot, bañado por las olas del océano.
Templo Tanah Lot.
Turistas junto al templo Tanah Lot.
Caminando hacia el Tanah Lot.
Otra perspectiva del Tanah Lot.
Alrededores del Tanah Lot.
La costa de Bali, vista desde el templo Tanah Lot.
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