Yakarta (Isla de Java)
La capital de Indonesia es una de las ciudades más grandes del mundo, con más de 20 millones de habitantes en su área metropolitana, pero su elevada contaminación, el tráfico caótico y la falta de monumentos o edificios históricos hacen que apenas figure en los circuitos turísticos. La ciudad es fea, no hay que engañarse, y, aunque seguramente tendrá su encanto oculto, es difícil encontrárselo a primera vista (y a la segunda, también).
El aeropuerto de Yakarta, Sukarno-Hatta, es, sin embargo, el más transitado de Indonesia y la principal puerta de entrada al país. Suele tener la mejor oferta de vuelos internacionales y es por eso que muchos viajeros acabamos pisando la ciudad. Nosotros aterrizamos al mediodía y aprovechamos para visitar el centro de esta gigantesca megalópolis durante unas horas, antes de coger un tren nocturno a Yogyakarta, que salía a las 20.30 horas.
Llegar al centro de Yakarta ya supone una considerable pérdida de tiempo, sobre todo si se hace el trayecto en autobús como hicimos nosotros. El billete cuesta solo 40.000 rupias (2,5 euros), pero tardamos casi dos horas en llegar. Luego nos arrepentimos de no haber cogido un taxi, aunque el tráfico seguramente también nos habría retrasado bastante. El autobús, por suerte, para en un lugar estratégico como es la plaza Merdeka y te deja al lado de la estación de ferrocarril de Gambir, desde donde salen los trenes a Yogyakarta.
En la estación de Gambir dejamos las mochilas en la consigna (5.000 rupias la hora/0,30 céntimos de euro) y nos comimos unos noodles en uno de sus restaurantes. También imprimimos en una máquina de autocheck-in los billetes a Yogyakarta, que habíamos reservado por internet desde España. Vale la pena comprar los billetes de tren con antelación porque las plazas se agotan. En la web Tiket.com, que está en inglés, se pueden comprar fácilmente. Te mandan un localizador y solo tienes que imprimir los billetes en las máquinas de la estación, como en cualquier aeropuerto. Una vez realizadas todas las gestiones, salimos a visitar la ciudad.
La gran plaza Merdeka es el centro neurálgico de Yakarta. Mide un kilómetro de largo por otro de ancho y es una de las más extensas del mundo, más grande, incluso, que la de Tiananmen, en Pekín. En el centro de la plaza Merdeka se levanta el Monumento Nacional, también conocido como Monas. Se trata de un gran obelisco de mármol de 132 metros de altura, coronado por una llama de oro. Fue ideado en 1961 por Sukarno, el primer presidente del país, aunque no se inauguró hasta 1975, bajo el mandato de su sucesor, el dictador Suharto.
El Monas está en medio de un gran parque al que acuden muchos lugareños y también centenares de turistas indonesios procedentes de toda la isla de Java y de otras islas del país. Los extranjeros somos una atracción para estos turistas procedentes de las provincias indonesias, a los que les encanta hacerse fotos con los guiris. A nosotros nos pidieron como cinco o seis durante nuestro paseo por los alrededores del Monumento Nacional, eso sin contar la infinidad de fotos 'robadas' que nos hacían los más tímidos desde la lejanía.
Los alrededores de la plaza Merdeka están formados por amplias avenidas un tanto desangeladas y sucias. Faltan aceras y algunas calles pueden ser realmente difíciles de cruzar porque los semáforos son invisibles para los conductores. Otro detalle que sorprende son los montones de vendedores ambulantes que hay por la calle y por todos los parques y jardines del centro.
No muy lejos de la plaza se encuentra la mezquita Mesjid Istiqlal, la más grande del sudeste asiático, con capacidad para 120.000 fieles. Se inauguró en 1978 y destaca por su gran cúpula central. Enfrente de la mezquita está la catedral católica de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo neogótico. Se construyó en 1901 y, con sus dos agujas centrales, es uno de los edificios más bonitos de Yakarta. La cercanía entre la mezquita y la catedral pone de manifiesto la tolerancia religiosa del país, de mayoría musulmana.
Aparte de la mezquita y de la catedral, hay pocos lugares de interés en el centro de Yakarta, más allá de algún mercadillo ambulante o edificios gubernamentales. Nuestra intención era coger un taxi para visitar la zona portuaria del barrio de Kota, el lugar donde los holandeses levantaron la ciudad de Batavia, germen de la actual Yakarta, pero el tiempo se nos echó encima. Como ya estaba oscureciendo y no sabíamos cuánto tiempo nos iba a atrapar el tráfico (hay 5 km desde Merdeka a Kota), decidimos no arriesgarnos a perder el tren y nos quedamos sin ver Kota.
A las 20.30 horas salió puntual el tren nocturno a Yogyakarta, que tarda 8 horas en llegar. En los trenes indonesios hay varias clases de vagones, pero vale la pena comprar la más cara, Executive, porque los asientos son mucho más cómodos. Es especialmente importante en los trenes nocturnos para poder dormir razonablemente bien. Los billetes no son caros. El trayecto a Yogyakarta en clase Executive nos costó 343.000 rupias (22 euros).
El aeropuerto de Yakarta, Sukarno-Hatta, es, sin embargo, el más transitado de Indonesia y la principal puerta de entrada al país. Suele tener la mejor oferta de vuelos internacionales y es por eso que muchos viajeros acabamos pisando la ciudad. Nosotros aterrizamos al mediodía y aprovechamos para visitar el centro de esta gigantesca megalópolis durante unas horas, antes de coger un tren nocturno a Yogyakarta, que salía a las 20.30 horas.
Llegar al centro de Yakarta ya supone una considerable pérdida de tiempo, sobre todo si se hace el trayecto en autobús como hicimos nosotros. El billete cuesta solo 40.000 rupias (2,5 euros), pero tardamos casi dos horas en llegar. Luego nos arrepentimos de no haber cogido un taxi, aunque el tráfico seguramente también nos habría retrasado bastante. El autobús, por suerte, para en un lugar estratégico como es la plaza Merdeka y te deja al lado de la estación de ferrocarril de Gambir, desde donde salen los trenes a Yogyakarta.
En la estación de Gambir dejamos las mochilas en la consigna (5.000 rupias la hora/0,30 céntimos de euro) y nos comimos unos noodles en uno de sus restaurantes. También imprimimos en una máquina de autocheck-in los billetes a Yogyakarta, que habíamos reservado por internet desde España. Vale la pena comprar los billetes de tren con antelación porque las plazas se agotan. En la web Tiket.com, que está en inglés, se pueden comprar fácilmente. Te mandan un localizador y solo tienes que imprimir los billetes en las máquinas de la estación, como en cualquier aeropuerto. Una vez realizadas todas las gestiones, salimos a visitar la ciudad.
La gran plaza Merdeka es el centro neurálgico de Yakarta. Mide un kilómetro de largo por otro de ancho y es una de las más extensas del mundo, más grande, incluso, que la de Tiananmen, en Pekín. En el centro de la plaza Merdeka se levanta el Monumento Nacional, también conocido como Monas. Se trata de un gran obelisco de mármol de 132 metros de altura, coronado por una llama de oro. Fue ideado en 1961 por Sukarno, el primer presidente del país, aunque no se inauguró hasta 1975, bajo el mandato de su sucesor, el dictador Suharto.
El Monas está en medio de un gran parque al que acuden muchos lugareños y también centenares de turistas indonesios procedentes de toda la isla de Java y de otras islas del país. Los extranjeros somos una atracción para estos turistas procedentes de las provincias indonesias, a los que les encanta hacerse fotos con los guiris. A nosotros nos pidieron como cinco o seis durante nuestro paseo por los alrededores del Monumento Nacional, eso sin contar la infinidad de fotos 'robadas' que nos hacían los más tímidos desde la lejanía.
El Monumento Nacional, en el centro de la plaza Merdeka.
Turistas indonesios visitando el Monumento Nacional, o Monas.
Otro vistazo al Monas, construido por Sukarno.
Escultura en el inmenso parque de la plaza Merdeka.
Paseando por la plaza Merdeka.
Modernos edificios de oficinas rodean la plaza Merdeka.
La interminable plaza Merdeka.
Seguimos recorriendo la plaza Merdeka.
Coches de caballos para turistas en el exterior de la plaza Merdeka.
Una carroza perfectamente tuneada.
Tuk-tuks esperando en los alrededores de la plaza Merdeka.
Una fila de tuk-tuks, muy presentes en Indonesia.
Los alrededores de la plaza Merdeka están formados por amplias avenidas un tanto desangeladas y sucias. Faltan aceras y algunas calles pueden ser realmente difíciles de cruzar porque los semáforos son invisibles para los conductores. Otro detalle que sorprende son los montones de vendedores ambulantes que hay por la calle y por todos los parques y jardines del centro.
No muy lejos de la plaza se encuentra la mezquita Mesjid Istiqlal, la más grande del sudeste asiático, con capacidad para 120.000 fieles. Se inauguró en 1978 y destaca por su gran cúpula central. Enfrente de la mezquita está la catedral católica de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo neogótico. Se construyó en 1901 y, con sus dos agujas centrales, es uno de los edificios más bonitos de Yakarta. La cercanía entre la mezquita y la catedral pone de manifiesto la tolerancia religiosa del país, de mayoría musulmana.
Aparte de la mezquita y de la catedral, hay pocos lugares de interés en el centro de Yakarta, más allá de algún mercadillo ambulante o edificios gubernamentales. Nuestra intención era coger un taxi para visitar la zona portuaria del barrio de Kota, el lugar donde los holandeses levantaron la ciudad de Batavia, germen de la actual Yakarta, pero el tiempo se nos echó encima. Como ya estaba oscureciendo y no sabíamos cuánto tiempo nos iba a atrapar el tráfico (hay 5 km desde Merdeka a Kota), decidimos no arriesgarnos a perder el tren y nos quedamos sin ver Kota.
Venta ambulante en las calles del centro de Yakarta.
Las calles están bastante sucias.
Una gran avenida en el centro de la ciudad.
Calles de los alrededores de la plaza Merdeka.
Un mercadillo callejero.
De compras en un mercadillo callejero del centro.
Puestos de ropa en el mercadillo.
La mayoría de las mujeres utilizan velo en Yakarta.
Vendedor de fruta.
La cúpula y el minarete de la mezquita Mesjid Istiqlal se divisan al fondo.
Mezquita Mesjid Istiqlal.
Uno de los múltiples accesos a la mezquita Mesjid Istiqlal.
Entrada principal a la mezquita Mesjid Istiqlal.
Catedral católica de Nuestra Señora de la Asunción.
Echándonos una foto con su móvil.
Pintando los bordillos a mano.
Un campo de fútbol en medio de un parque.
Monumento en honor a la liberación de la provincia de Irian Jaya (isla de Nueva Guinea) del dominio holandés.
El Palacio Daendels, actual Ministerio de Finanzas, es uno de los pocos ejemplos de arquitectura colonial que resisten en pie.
Más vendedores ambulantes en las calles de Yakarta.
Puesto de comida callejero.
En casi todos los parques hay montones de vendedores ambulantes.
Jóvenes indonesias posando para foto.
Edificio gubernamental en las cercanías de la plaza Merdeka.
A las 20.30 horas salió puntual el tren nocturno a Yogyakarta, que tarda 8 horas en llegar. En los trenes indonesios hay varias clases de vagones, pero vale la pena comprar la más cara, Executive, porque los asientos son mucho más cómodos. Es especialmente importante en los trenes nocturnos para poder dormir razonablemente bien. Los billetes no son caros. El trayecto a Yogyakarta en clase Executive nos costó 343.000 rupias (22 euros).
Entrada a la estación de trenes de Gambir.
Interior de la estación de Gambir.
Cogiendo el tren nocturno a Yogyakarta.
Interior de un vagón de clase Executive.
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