Aqaba
Desde Petra se puede llegar a Aqaba en una hora y media. Hay que conducir unos 40 km en dirección sur por la carretera del Rey hasta enlazar con la llamada autopista del desierto y una vez en esta vía rápida de doble carril, los 80 km restantes se completan enseguida.
Autopista del desierto, en dirección a Aqaba.
Algún camello puede cruzar la autopista de vez en cuando.
Montañas peladas a pocos kilómetros de Aqaba.
Un wadi, o río seco, junto a la carretera.
Entrando en Aqaba.
Aqaba es la única salida de Jordania a mar abierto y el único puerto marítimo del país, que apenas cuenta con 27 km de costa, en el mar Rojo. Esta diminuta franja de litoral, encorsetada entre las fronteras de Israel y Arabia Saudí, se ubica en el extremo norte del golfo de Aqaba y es fundamental para la economía jordana porque la mayoría de las mercancías que entran y salen del país, lo hacen por aquí.
La ciudad se rige por un régimen económico especial, con ventajas fiscales que han fomentado su desarrollo urbanístico y que le permiten disfrutar de tasas de crecimiento superiores a las del resto del país.
El tráfico en el puerto de Aqaba es frenético y está comunicado directamente con Ammán a través de la autopista del desierto, siempre repleta de camiones, y de una línea de ferrocarril exclusivamente para mercancías.
Además de la actividad vinculada al puerto, la otra gran fuente de ingresos de Aqaba es el turismo, aunque eso no quiere decir que la ciudad sea bonita. La mayoría de los turistas llegan atraídos por su clima tropical para disfrutar de la playa y no por los escasos encantos que ofrece la urbe.
Las playas, todo hay que decirlo, también dejan bastante que desear, pero podríamos decir que 'es lo que hay' porque son las únicas en toda Jordania. Eso sí, la posibilidad de bucear o hacer snorkel en las cristalinas aguas del mar Rojo, uno de los mejores lugares del planeta para sumergirse, hacen que merezca la pena visitarlas.
También es curioso observar cómo en este rincón del golfo de Aqaba confluyen las costas de cuatro países (Jordania, Israel, Egipto y Arabia Saudí) en una franja de muy pocos kilómetros. Desde Aqaba es posible divisar las costas de Israel y Egipto justo enfrente y siguiendo la línea de costa no se tarda en llegar a la frontera saudí.
Vistas de Israel desde el puerto de Aqaba.
El paseo marítimo de Aqaba es el principal punto de interés de la ciudad y está presidido por una gigantesca bandera de Jordania en uno de sus extremos, donde también se erige el Fuerte de Aqaba, una pequeña fortaleza del siglo XVI.
La Corniche, así es como se conoce al paseo marítimo, es un lugar muy agradable para pasear observando los huertos que todavía se conservan junto al mar y viendo a los lugareños disfrutar en familia de la playa. Las mujeres suelen remojarse las pantorrillas tapadas hasta arriba, mientras los hombres fuman tabaco en pipas de agua y los niños corretean por la arena.
Esta estampa tan conservadora contrasta con la imagen de las cercanas playas de Eilat, en Israel, donde abundan las desenfrenadas fiestas de etílicos adolescentes hebreos y chicas en bikini. Eilat es, sin duda, un mundo aparte en esta región del golfo de Aqaba, porque solo hay que tener en cuenta que a escasos kilómetros está la costa de Egipto, todavía más puritana que la jordana, y sobre todo la costa de Arabia Saudí donde la playa prácticamente está vetada para las mujeres.
En Aqaba, no obstante, nada impide a una turista bañarse en bikini, aunque seguro que llamaría la atención y despertaría más interés del necesario. Y eso que Aqaba es, junto a Ammán, la ciudad más liberal de Jordania, algo que se nota especialmente en las decenas de licorerías que abundan en sus calles, donde venden las cervezas más baratas del país gracias a un menor gravamen sobre el alcohol.
La ciudad también conserva las ruinas del antiguo puerto de Ayla, como se conocía la ciudad en la antigüedad. Se pueden ver desde la Corniche, aunque hay que echarle un poco de imaginación porque están bastante deterioradas. Las calles que se extienden por detrás del paseo marítimo suelen estar repletas de mercadillos ambulantes, principalmente de ropa y calzado.
Playa urbana de Aqaba.
Jordanos disfrutando de la playa.
Playa de Aqaba.
Pequeño espigón de madera en la playa de Aqaba.
Una gran bandera jordana, al final de la playa.
Mujeres tapadas en la playa de Aqaba.
La costa de Israel, al otro lado del golfo de Aqaba.
Paseando por la playa con la clásica kufiya, el pañuelo jordano.
Vistas de la ciudad israelí de Eilat, al otro lado del golfo.
Costa de Israel.
Puestecillo para alquilar pipas de agua en la playa.
Una pareja de jordanos, junto al mar.
La Corniche de Aqaba.
Pequeños huertos urbanos junto al mar.
Ruinas de Ayla.
Tráfico en el centro de Aqaba.
Paseando por la ciudad.
Muchas calles de Aqaba son auténticos mercadillos al aire libre.
Otra calle de Aqaba.
Aqaba Fashion Week.
El retrato del rey Abdalá está presente por toda Jordania.
Seguimos de paseo por Aqaba.
Preparando pan de pita.
Mezquita de Sherif Al-Hussein.
Para disfrutar de las mejores playas de Jordania hay que coger el coche y dirigirse hacia el sur, en dirección a la frontera saudí, por una autopista que va siguiendo la línea de costa con fabulosas vistas del mar Rojo y del desierto, según la ventanilla del coche por la que se mire.
Esta autopista lleva hasta el complejo turístico de Tala Bay, donde los jordanos más ricos del país suelen tener un chalet y un yate atracado en el moderno puerto deportivo. Es un sitio lujoso con playas privadas donde las mujeres pueden tomar el sol en bikini sin problemas.
Nosotros nos alojamos aquí, en el Marina Plaza Hotel, uno de los complejos más económicos de la zona. La habitación doble con desayuno incluido nos costó 90 dinares. Tiene piscina, aire acondicionado y todo tipo de comodidades, además de permitir el acceso a las playas privadas de Tala Bay. El hotel también dispone de un servicio de minibús gratuito a Aqaba, ideal para ir a cenar a la ciudad y dejar el coche aparcado en el hotel.
En la playa se pueden alquilar gafas y tubos para practicar snorkel (5 dinares), una actividad altamente recomendable. El agua del mar Rojo es increíblemente transparente porque no hay ningún río que desemboque en él y la enturbie. Además, no es necesario coger ningún barco para deleitarse con un fabuloso fondo marino repleto de corales y peces tropicales. En diciembre, el agua está fresca, pero nada impide disfrutar del baño.
Autopista del desierto, en dirección a Aqaba.
Algún camello puede cruzar la autopista de vez en cuando.
Montañas peladas a pocos kilómetros de Aqaba.
Un wadi, o río seco, junto a la carretera.
Entrando en Aqaba.
Aqaba es la única salida de Jordania a mar abierto y el único puerto marítimo del país, que apenas cuenta con 27 km de costa, en el mar Rojo. Esta diminuta franja de litoral, encorsetada entre las fronteras de Israel y Arabia Saudí, se ubica en el extremo norte del golfo de Aqaba y es fundamental para la economía jordana porque la mayoría de las mercancías que entran y salen del país, lo hacen por aquí.
La ciudad se rige por un régimen económico especial, con ventajas fiscales que han fomentado su desarrollo urbanístico y que le permiten disfrutar de tasas de crecimiento superiores a las del resto del país.
El tráfico en el puerto de Aqaba es frenético y está comunicado directamente con Ammán a través de la autopista del desierto, siempre repleta de camiones, y de una línea de ferrocarril exclusivamente para mercancías.
Además de la actividad vinculada al puerto, la otra gran fuente de ingresos de Aqaba es el turismo, aunque eso no quiere decir que la ciudad sea bonita. La mayoría de los turistas llegan atraídos por su clima tropical para disfrutar de la playa y no por los escasos encantos que ofrece la urbe.
Las playas, todo hay que decirlo, también dejan bastante que desear, pero podríamos decir que 'es lo que hay' porque son las únicas en toda Jordania. Eso sí, la posibilidad de bucear o hacer snorkel en las cristalinas aguas del mar Rojo, uno de los mejores lugares del planeta para sumergirse, hacen que merezca la pena visitarlas.
También es curioso observar cómo en este rincón del golfo de Aqaba confluyen las costas de cuatro países (Jordania, Israel, Egipto y Arabia Saudí) en una franja de muy pocos kilómetros. Desde Aqaba es posible divisar las costas de Israel y Egipto justo enfrente y siguiendo la línea de costa no se tarda en llegar a la frontera saudí.
Vistas de Israel desde el puerto de Aqaba.
El paseo marítimo de Aqaba es el principal punto de interés de la ciudad y está presidido por una gigantesca bandera de Jordania en uno de sus extremos, donde también se erige el Fuerte de Aqaba, una pequeña fortaleza del siglo XVI.
La Corniche, así es como se conoce al paseo marítimo, es un lugar muy agradable para pasear observando los huertos que todavía se conservan junto al mar y viendo a los lugareños disfrutar en familia de la playa. Las mujeres suelen remojarse las pantorrillas tapadas hasta arriba, mientras los hombres fuman tabaco en pipas de agua y los niños corretean por la arena.
Esta estampa tan conservadora contrasta con la imagen de las cercanas playas de Eilat, en Israel, donde abundan las desenfrenadas fiestas de etílicos adolescentes hebreos y chicas en bikini. Eilat es, sin duda, un mundo aparte en esta región del golfo de Aqaba, porque solo hay que tener en cuenta que a escasos kilómetros está la costa de Egipto, todavía más puritana que la jordana, y sobre todo la costa de Arabia Saudí donde la playa prácticamente está vetada para las mujeres.
En Aqaba, no obstante, nada impide a una turista bañarse en bikini, aunque seguro que llamaría la atención y despertaría más interés del necesario. Y eso que Aqaba es, junto a Ammán, la ciudad más liberal de Jordania, algo que se nota especialmente en las decenas de licorerías que abundan en sus calles, donde venden las cervezas más baratas del país gracias a un menor gravamen sobre el alcohol.
La ciudad también conserva las ruinas del antiguo puerto de Ayla, como se conocía la ciudad en la antigüedad. Se pueden ver desde la Corniche, aunque hay que echarle un poco de imaginación porque están bastante deterioradas. Las calles que se extienden por detrás del paseo marítimo suelen estar repletas de mercadillos ambulantes, principalmente de ropa y calzado.
Playa urbana de Aqaba.
Jordanos disfrutando de la playa.
Playa de Aqaba.
Pequeño espigón de madera en la playa de Aqaba.
Una gran bandera jordana, al final de la playa.
Mujeres tapadas en la playa de Aqaba.
La costa de Israel, al otro lado del golfo de Aqaba.
Paseando por la playa con la clásica kufiya, el pañuelo jordano.
Vistas de la ciudad israelí de Eilat, al otro lado del golfo.
Costa de Israel.
Puestecillo para alquilar pipas de agua en la playa.
Una pareja de jordanos, junto al mar.
La Corniche de Aqaba.
Pequeños huertos urbanos junto al mar.
Ruinas de Ayla.
Tráfico en el centro de Aqaba.
Paseando por la ciudad.
Muchas calles de Aqaba son auténticos mercadillos al aire libre.
Otra calle de Aqaba.
Aqaba Fashion Week.
El retrato del rey Abdalá está presente por toda Jordania.
Seguimos de paseo por Aqaba.
Preparando pan de pita.
Mezquita de Sherif Al-Hussein.
Para disfrutar de las mejores playas de Jordania hay que coger el coche y dirigirse hacia el sur, en dirección a la frontera saudí, por una autopista que va siguiendo la línea de costa con fabulosas vistas del mar Rojo y del desierto, según la ventanilla del coche por la que se mire.
Esta autopista lleva hasta el complejo turístico de Tala Bay, donde los jordanos más ricos del país suelen tener un chalet y un yate atracado en el moderno puerto deportivo. Es un sitio lujoso con playas privadas donde las mujeres pueden tomar el sol en bikini sin problemas.
Nosotros nos alojamos aquí, en el Marina Plaza Hotel, uno de los complejos más económicos de la zona. La habitación doble con desayuno incluido nos costó 90 dinares. Tiene piscina, aire acondicionado y todo tipo de comodidades, además de permitir el acceso a las playas privadas de Tala Bay. El hotel también dispone de un servicio de minibús gratuito a Aqaba, ideal para ir a cenar a la ciudad y dejar el coche aparcado en el hotel.
En la playa se pueden alquilar gafas y tubos para practicar snorkel (5 dinares), una actividad altamente recomendable. El agua del mar Rojo es increíblemente transparente porque no hay ningún río que desemboque en él y la enturbie. Además, no es necesario coger ningún barco para deleitarse con un fabuloso fondo marino repleto de corales y peces tropicales. En diciembre, el agua está fresca, pero nada impide disfrutar del baño.
Autopista hacia las playas de Tala Bay.
La costa egipcia, visible desde Jordania.
Otro vistazo a la costa de Egipto.
Playas públicas junto a la autopista.
Playa pública, fuera del casco urbano de Aqaba.
Otra playa pública, de camino a Tala Bay.
Una pareja jordana y otra pareja de turistas, paseando por la playa.
Vista del lujoso complejo turístico de Tala Bay.
Llegando a Tala Bay.
Yates en el puerto deportivo de Tala Bay.
Playa privada de Tala Bay.
Sombrillas en la playa de Tala Bay.
Otro vistazo a la playa de Tala Bay.
Tala Bay se encuentra muy cerca de la frontera con Arabia Saudí.
Piscina del hotel Marina Plaza.
Nuestra habitación en el hotel Marina Plaza.
Atardecer sobre el mar Rojo.
La verdad es que más y mejor información acompañada por imágenes, imposible. Asi si da gusto orientarse en la visita de cualquier lugar.
ResponderEliminarDe nuevo muchísimas gracias.