Manuel Antonio
Para ir desde La Fortuna a Manuel Antonio fuimos bordeando la laguna Arenal por la estrecha carretera que serpentea a lo largo del perímetro de este gran lago artificial. El paisaje es pintoresco, aunque la espesa vegetación dificulta la visión de la laguna y hay pocos sitios adecuados para detener el coche y disfrutar del paisaje.
Se tarda una hora y media en rodear la laguna Arenal antes de desembocar en la carretera Interamericana. A partir de aquí, solo hay que continuar en direccion sur a lo largo de 200 kilómetros, unas 4 horas de viaje, hasta llegar a Quepós, donde se coge el desvío a Manuel Antonio (5 km).
Entre las ciudades de Puntarenas y Jacó es prácticamente obligatorio detenerse en el puente sobre el río Tárcoles para contemplar los enormes cocodrilos que reposan en las riberas del río. Algunos miden más de tres metros. El puente suele ser fácilmente reconocible porque casi siempre hay coches aparcados en los alrededores y turistas asomados a las barandillas para contemplar los cocodrilos.
La carretera que bordea la laguna Arenal.
Panorámica de la laguna Arenal.
Carretera Interamericana.
En Costa Rica suele haber muchos cortes de tráfico por obras.
Puente sobre el río Tárcoles.
Los cocodrilos del río Tárcoles.
Los cocodrilos, desde más cerca.
¡Y todavía más cerca de los cocodrilos!
En los alrededores de Quepós abundan las plantaciones de palmeras para producir aceite de palma.
Manuel Antonio es un pueblo diminuto bañado por el Pacífico y siempre repleto de turistas. Tiene una playa agradable y algunos bares con terraza, que no están mal para tomarse una cerveza frente al mar. Sin embargo, los cuatro restaurantes del pueblo son demasiado caros para lo que ofrecen, así que suele ser mejor idea cenar en el hotel o coger el coche para buscar un restaurante en la carretera que va de Quepós a Manuel Antonio.
Algunos turistas prefieren alojarse en los hoteles situados a lo largo de esta carretera entre Quepós y Manuel Antonio. La mayoría son grandes resorts caros, que ofrecen todo tipo de comodidades, pero que tienen el inconveniente de depender del coche para moverte. Por ejemplo, para ir a la playa o al parque nacional de Manuel Antonio habrá que coger el coche y, en temporada alta, pasarlas canutas para encontrar aparcamiento. En cambio, si estás alojado en el pueblo, podrás ir caminando sin problemas hasta la entrada del parque nacional o darte un baño en la playa sin coger el coche.
Nosotros nos alojamos en el pueblo de Manuel Antonio, en el hotel Vela Bar. La habitación doble con aire acondicionado, sin desayuno, nos costó 42 dólares. Tiene parking y está cerca de la entrada al parque nacional. El restaurante no está mal, aunque al lado del hotel se encuentra el hostel del pueblo, que sirve ricos casados a precios más económicos. El hostel también es un buen sitio para desayunar.
Aunque se esté alojado en el pueblo de Manuel Antonio, no es mala idea coger el coche para tomarse una cerveza al atardecer en el bar El Avión, situado en el punto más elevado de la carretera a Quepós. Además de sus buenas vistas del Pacífico, el bar en sí ya merece una visita porque está dentro de un avión auténtico de los años 50.
Pueblo de Manuel Antonio.
Otra calle del pueblo.
Taxis de Manuel Antonio.
La playa del pueblo.
Otro vistazo a la playa del pueblo.
Bar El Avión.
Interior del bar El Avión.
Puesta de sol desde el bar El Avión.
La habitación de nuestro hotel, Vela Bar.
Pero el gran atractivo de Manuel Antonio es su parque nacional, que cuenta con una gran diversidad de fauna y con excelentes playas, quizás las mejores que vimos durante nuestro viaje por Costa Rica. Eso sí, hay que tener en cuenta que no son ningún secreto y suelen estar llenas de turistas. La entrada al parque cuesta 10 dólares y te dan un pequeño mapa.
Después de cruzar las taquillas hay que caminar un kilómetro a lo largo de un sendero en el que es posible ver algún perezoso, pero hay que fijarse muy bien en las copas de lo árboles porque estos simpáticos animales son unos genios del camuflaje. El camino llega luego a una bifurcación, en la que un sendero asciende por el interior del bosque tropical hasta un mirador con vistas al Pacífico, aunque la espesa vegetación limita las panorámicas.
Más atractivo es el sendero que desciende hasta las playas del parque y que bordea una península rocosa que se adentra en el mar. Aquí suele haber bastante fauna y no es difícil encontrarse con monos aulladores y capuchinos, mapaches, coatíes o perezosos, además de una gran variedad de aves.
Lo mejor es recorrer los senderos del parque a primera hora de la mañana, cuando todavía no hay muchos turistas, y luego disfrutar de las playas del parque hasta la hora de cierre, entre las 4 y las 5 de la tarde. No hay que olvidar llevar agua abundante y comida porque dentro del parque no venden.
Ciervos en la entrada del parque nacional de Manuel Antonio.
Sendero en el parque de Manuel Antonio.
Paradisíaca playa en Manuel Antonio.
El Pacífico lame las playas de Manuel Antonio.
Otra cautivadora playa.
¡Dan ganas de zambullirse en el mar!
Un par de cocos caídos sobre la arena.
Más playas de Manuel Antonio.
Un mono capuchino.
Otro capuchino en las alturas de los árboles.
Bonito lagarto.
Parque nacional de Manuel Antonio.
Un mono congo, también llamado mono aullador.
Más playas paradisíacas.
Playa de Espadilla.
Un manzanillo de playa, la resina de su tronco provoca sarpullidos y quemaduras en la piel.
Esta otra especie de árbol muda su corteza cuando está llena de plantas parásitas para librarse de ellas. Se quedan así de suaves.
Un perezoso.
La mejor playa es la Manuel Antonio, de arena clara, rodeada de cocoteros y perfecta para nadar. Además de su idílico aspecto, es también una playa muy divertida, debido a los mapaches y monos capuchinos, que constantemente intentan robar las pertenencias de los turistas. Si se lleva comida en la mochila, nunca hay que perderla de vista porque estos animales son muy sigilosos. Además de los mapaches y los monos capuchinos, la playa también suele estar frecuentada por iguanas.
La playa de Manuel Antonio es la mejor, pero también las más concurrida y a última hora de la tarde puede estar saturada de turistas. Si se busca un poco más de tranquilidad, siempre se puede ir a la cercana playa de Espadilla, situada al otro lado de un pequeño istmo de tierra. Por el interior de este istmo discurre un riachuelo con algún caimán, aunque, según dicen los guardas del parque, estos depredadores no suelen visitar las playas. Nunca deja de sorprenderte, sin embargo, que a unos 100 metros de la playa te encuentres con un cartel de 'cuidado con los cocodrilos'.
Playa de Manuel Antonio.
Iguana paseando por la playa de Manuel Antonio.
Bonita iguana.
Iguana tomando el sol.
Muchos turistas en la playa de Manuel Antonio.
Mono capuchino buscando alguna mochila para robarla.
Mono capuchino.
Un mapache, estos animales también son muy ladronzuelos.
Mapache buscanco comida en una papelera del parque.
Mapache buscando una víctima a la que robarle la mochila.
Al salir del parque se puede cruzar este riachuelo, pero con precaución.
Saliendo del parque de Manuel Antonio por la costa.
Se tarda una hora y media en rodear la laguna Arenal antes de desembocar en la carretera Interamericana. A partir de aquí, solo hay que continuar en direccion sur a lo largo de 200 kilómetros, unas 4 horas de viaje, hasta llegar a Quepós, donde se coge el desvío a Manuel Antonio (5 km).
Entre las ciudades de Puntarenas y Jacó es prácticamente obligatorio detenerse en el puente sobre el río Tárcoles para contemplar los enormes cocodrilos que reposan en las riberas del río. Algunos miden más de tres metros. El puente suele ser fácilmente reconocible porque casi siempre hay coches aparcados en los alrededores y turistas asomados a las barandillas para contemplar los cocodrilos.
La carretera que bordea la laguna Arenal.
Panorámica de la laguna Arenal.
Carretera Interamericana.
En Costa Rica suele haber muchos cortes de tráfico por obras.
Puente sobre el río Tárcoles.
Los cocodrilos del río Tárcoles.
Los cocodrilos, desde más cerca.
¡Y todavía más cerca de los cocodrilos!
En los alrededores de Quepós abundan las plantaciones de palmeras para producir aceite de palma.
Manuel Antonio es un pueblo diminuto bañado por el Pacífico y siempre repleto de turistas. Tiene una playa agradable y algunos bares con terraza, que no están mal para tomarse una cerveza frente al mar. Sin embargo, los cuatro restaurantes del pueblo son demasiado caros para lo que ofrecen, así que suele ser mejor idea cenar en el hotel o coger el coche para buscar un restaurante en la carretera que va de Quepós a Manuel Antonio.
Algunos turistas prefieren alojarse en los hoteles situados a lo largo de esta carretera entre Quepós y Manuel Antonio. La mayoría son grandes resorts caros, que ofrecen todo tipo de comodidades, pero que tienen el inconveniente de depender del coche para moverte. Por ejemplo, para ir a la playa o al parque nacional de Manuel Antonio habrá que coger el coche y, en temporada alta, pasarlas canutas para encontrar aparcamiento. En cambio, si estás alojado en el pueblo, podrás ir caminando sin problemas hasta la entrada del parque nacional o darte un baño en la playa sin coger el coche.
Nosotros nos alojamos en el pueblo de Manuel Antonio, en el hotel Vela Bar. La habitación doble con aire acondicionado, sin desayuno, nos costó 42 dólares. Tiene parking y está cerca de la entrada al parque nacional. El restaurante no está mal, aunque al lado del hotel se encuentra el hostel del pueblo, que sirve ricos casados a precios más económicos. El hostel también es un buen sitio para desayunar.
Aunque se esté alojado en el pueblo de Manuel Antonio, no es mala idea coger el coche para tomarse una cerveza al atardecer en el bar El Avión, situado en el punto más elevado de la carretera a Quepós. Además de sus buenas vistas del Pacífico, el bar en sí ya merece una visita porque está dentro de un avión auténtico de los años 50.
Pueblo de Manuel Antonio.
Otra calle del pueblo.
Taxis de Manuel Antonio.
La playa del pueblo.
Otro vistazo a la playa del pueblo.
Bar El Avión.
Interior del bar El Avión.
Puesta de sol desde el bar El Avión.
La habitación de nuestro hotel, Vela Bar.
Pero el gran atractivo de Manuel Antonio es su parque nacional, que cuenta con una gran diversidad de fauna y con excelentes playas, quizás las mejores que vimos durante nuestro viaje por Costa Rica. Eso sí, hay que tener en cuenta que no son ningún secreto y suelen estar llenas de turistas. La entrada al parque cuesta 10 dólares y te dan un pequeño mapa.
Después de cruzar las taquillas hay que caminar un kilómetro a lo largo de un sendero en el que es posible ver algún perezoso, pero hay que fijarse muy bien en las copas de lo árboles porque estos simpáticos animales son unos genios del camuflaje. El camino llega luego a una bifurcación, en la que un sendero asciende por el interior del bosque tropical hasta un mirador con vistas al Pacífico, aunque la espesa vegetación limita las panorámicas.
Más atractivo es el sendero que desciende hasta las playas del parque y que bordea una península rocosa que se adentra en el mar. Aquí suele haber bastante fauna y no es difícil encontrarse con monos aulladores y capuchinos, mapaches, coatíes o perezosos, además de una gran variedad de aves.
Lo mejor es recorrer los senderos del parque a primera hora de la mañana, cuando todavía no hay muchos turistas, y luego disfrutar de las playas del parque hasta la hora de cierre, entre las 4 y las 5 de la tarde. No hay que olvidar llevar agua abundante y comida porque dentro del parque no venden.
Ciervos en la entrada del parque nacional de Manuel Antonio.
Sendero en el parque de Manuel Antonio.
Paradisíaca playa en Manuel Antonio.
El Pacífico lame las playas de Manuel Antonio.
Otra cautivadora playa.
¡Dan ganas de zambullirse en el mar!
Un par de cocos caídos sobre la arena.
Más playas de Manuel Antonio.
Un mono capuchino.
Otro capuchino en las alturas de los árboles.
Bonito lagarto.
Parque nacional de Manuel Antonio.
Un mono congo, también llamado mono aullador.
Más playas paradisíacas.
Playa de Espadilla.
Un manzanillo de playa, la resina de su tronco provoca sarpullidos y quemaduras en la piel.
Esta otra especie de árbol muda su corteza cuando está llena de plantas parásitas para librarse de ellas. Se quedan así de suaves.
Un perezoso.
La mejor playa es la Manuel Antonio, de arena clara, rodeada de cocoteros y perfecta para nadar. Además de su idílico aspecto, es también una playa muy divertida, debido a los mapaches y monos capuchinos, que constantemente intentan robar las pertenencias de los turistas. Si se lleva comida en la mochila, nunca hay que perderla de vista porque estos animales son muy sigilosos. Además de los mapaches y los monos capuchinos, la playa también suele estar frecuentada por iguanas.
La playa de Manuel Antonio es la mejor, pero también las más concurrida y a última hora de la tarde puede estar saturada de turistas. Si se busca un poco más de tranquilidad, siempre se puede ir a la cercana playa de Espadilla, situada al otro lado de un pequeño istmo de tierra. Por el interior de este istmo discurre un riachuelo con algún caimán, aunque, según dicen los guardas del parque, estos depredadores no suelen visitar las playas. Nunca deja de sorprenderte, sin embargo, que a unos 100 metros de la playa te encuentres con un cartel de 'cuidado con los cocodrilos'.
Playa de Manuel Antonio.
Iguana paseando por la playa de Manuel Antonio.
Bonita iguana.
Iguana tomando el sol.
Muchos turistas en la playa de Manuel Antonio.
Mono capuchino buscando alguna mochila para robarla.
Mono capuchino.
Un mapache, estos animales también son muy ladronzuelos.
Mapache buscanco comida en una papelera del parque.
VÍDEO: Un mapache se encuentra con otro en la papelera.
Mapache buscando una víctima a la que robarle la mochila.
Al salir del parque se puede cruzar este riachuelo, pero con precaución.
Saliendo del parque de Manuel Antonio por la costa.
Qué chulo Manuel Antonio! No había oído nunca hablar de este lugar y me ha parecido muy bonito. Sin duda yo preferiría alojarme en el hotel del pueblo para tener todo más a mano. Porque los resorts estarán muy bien pero no suelen ser para hacer turismo me parece a mí...
ResponderEliminarQué miedo daba el cocodrilo ese con la boca abierta jejeje. Y los mapaches y monitos qué ladronzuelos! Por cierto genial la foto del mapache acechando a sus víctimas jejeje.
Un saludo!
Es un Parque precioso. Lo que me llamó más la atención fueron las iguanas paseándose por la playa entre la gente.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Aran BL y M. Teresa. A nosotros fue uno de los parques que más nos gustaron de Costa Rica. La playa de Manuel Antonio es preciosa y muy divertida por los 'ataques piratas' de mapaches y monos. Las iguanas dándose una vuelta por la arena también son muy graciosas. Saludos y Feliz Navidad!!!
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