Tamarindo

Después de visitar Rincón de la Vieja pusimos rumbo hacia la península de Nicoya, en la costa del Pacífico. Como ya no disponíamos de mucho tiempo antes de que empezara a atardecer, decidimos hacer noche en Tamarindo, a poco más de una hora de Liberia.

Tamarindo es uno de los principales destinos playeros de la península de Nicoya y en la época seca, entre diciembre y abril, se llena de guiris americanos, muchos de los cuales han comprado apartamentos en el pueblo. En la época de lluvias, Tamarindo es un lugar mucho más tranquilo, de aspecto incluso algo desangelado porque la mayoría de sus bares y restaurantes están casi vacíos.

El pueblo no tiene ningún encanto y la única razón para venir aquí es su fácil acceso por carretera desde Liberia o desde cualquier otro punto de la provincia del Guanacaste, que permite darte un chapuzón en el Pacífico sin tener que hacer demasiados kilómetros. La playa es muy extensa y de arena fina.

Aparte de la playa, Tamarindo es un conglomerado de bares, hoteles y apartamentos sin ningún interés, salvo el de ofrecer una amplia oferta de lugares para dormir, cenar o tomarte una cerveza. También es fácil conseguir un poco de marihuana. La calle principal, que discurre paralela a la costa, es la única que está asfaltada.

Nosotros nos alojamos en el hostel La Botella de Leche, que cuenta con una pequeña piscina, aire acondicionado y café gratis por las mañanas. La habitación doble es muy sencilla, pero cuesta solo 30 dólares. Se puede aparcar el coche en la puerta.