Colonia
El puente Hohenzollern y la catedral al fondo, la clásica imagen de Colonia.
Colonia es la cuarta ciudad más grande de Alemania, su área metropolitana supera el millón de habitantes, y también una de las más antiguas. Fue fundada en el siglo I por los romanos, que levantaron a orillas del Rhin una colonia, de ahí su nombre, en los límites de su imperio.
La ciudad conserva algunas ruinas de la época, como un pequeño arco romano que ha sobrevivido el paso de los siglos en la plaza de la catedral, y con el museo Romano-Germánico, que exhibe todo tipo de piezas del antiguo imperio y es el más importante del país dedicado a la época romana. A escasos metros está el museo Ludwig de arte contemporáneo, que también merece una visita.
Pero el gran símbolo de Colonia es su imponente catedral gótica, declarada Patrimonio de la Humanidad por las Unesco. Su construcción data del siglo XIII aunque no se terminó hasta varios siglos después. Destaca por sus inmensas torres de 157 metros de altura, que la convirtieron en el edificio más alto del mundo hasta el siglo XIX. Su altura sigue impresionando hoy día. Se puede subir a una de las torres, pero en fin de semana suele haber largas colas.
En el interior de la catedral se esconde el relicario de los Reyes Magos, una urna detrás del altar que, se supone, contiene los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar. Para los místicos, también se dice que fue un milagro que la catedral de Colonia resistiera en pie bajo los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, que arrasaron por completo el resto de la ciudad.
El otro icono de Colonia es el puente de Hohenzoller, cuyos enormes arcos de acero atraviesan el Rhin frente a la catedral. Fue destruido en 1945, pero se reconstruyó respetando el estilo original de principios de siglo XX. Cruzando este puente se obtienen desde la otra orilla del río las mejores vistas de las ciudad de Colonia.
Colonia también cuenta con varias iglesias románicas, la mayoría reconstruidas prácticamente en su totalidad, repartidas por toda la ciudad. Destacan la de Santa María del Capitolio y la de Santa Úrsula. Otro edificio notable es la sede del Ayuntamiento, de estilo neogótico.
También se reconstruyó con acierto el casco antiguo de la ciudad, formado por estrechas callejuelas adoquinadas y agradables plazas, en verano repletas de terrazas y en diciembre transformadas en pintorescos mercados navideños.
Son muy típicas de Colonia las tabernas de cerverza tradicionales, establecimientos muy antiguos que fabrican su propia bebida de cebada, llamada kölsch. Eso sí, hay que olvidarse de las enormes jarras de litro alemanas porque en estas tabernas sirven la cerveza en pequeños y estrechos vasitos de 20 cl, más parecidos a las cañas españolas. Los precios de estos vasos van de 1,5 a 2 euros. Estas tabernas son, además, buenos sitios para probar platos típicos de la gastronomía germana.
Nosotros nos alojamos en el hotel Europaischer Hof am Dom, correcto y bien situado a menos de diez minutos caminando de la catedral de Colonia. La habitación doble sin desayuno nos costó 46 euros, más 15 euros por el párking del coche. No tiene wifi.
El primer día recorrimos Colonia bajo una intensa nevada, pero el segundo día salió el sol y nos dejó preciosas estampas de la ciudad cubierta de nieve. Dos formas completamente diferentes de apreciar la misma ciudad.
La ciudad conserva algunas ruinas de la época, como un pequeño arco romano que ha sobrevivido el paso de los siglos en la plaza de la catedral, y con el museo Romano-Germánico, que exhibe todo tipo de piezas del antiguo imperio y es el más importante del país dedicado a la época romana. A escasos metros está el museo Ludwig de arte contemporáneo, que también merece una visita.
Pero el gran símbolo de Colonia es su imponente catedral gótica, declarada Patrimonio de la Humanidad por las Unesco. Su construcción data del siglo XIII aunque no se terminó hasta varios siglos después. Destaca por sus inmensas torres de 157 metros de altura, que la convirtieron en el edificio más alto del mundo hasta el siglo XIX. Su altura sigue impresionando hoy día. Se puede subir a una de las torres, pero en fin de semana suele haber largas colas.
En el interior de la catedral se esconde el relicario de los Reyes Magos, una urna detrás del altar que, se supone, contiene los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar. Para los místicos, también se dice que fue un milagro que la catedral de Colonia resistiera en pie bajo los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, que arrasaron por completo el resto de la ciudad.
El otro icono de Colonia es el puente de Hohenzoller, cuyos enormes arcos de acero atraviesan el Rhin frente a la catedral. Fue destruido en 1945, pero se reconstruyó respetando el estilo original de principios de siglo XX. Cruzando este puente se obtienen desde la otra orilla del río las mejores vistas de las ciudad de Colonia.
Colonia también cuenta con varias iglesias románicas, la mayoría reconstruidas prácticamente en su totalidad, repartidas por toda la ciudad. Destacan la de Santa María del Capitolio y la de Santa Úrsula. Otro edificio notable es la sede del Ayuntamiento, de estilo neogótico.
También se reconstruyó con acierto el casco antiguo de la ciudad, formado por estrechas callejuelas adoquinadas y agradables plazas, en verano repletas de terrazas y en diciembre transformadas en pintorescos mercados navideños.
Son muy típicas de Colonia las tabernas de cerverza tradicionales, establecimientos muy antiguos que fabrican su propia bebida de cebada, llamada kölsch. Eso sí, hay que olvidarse de las enormes jarras de litro alemanas porque en estas tabernas sirven la cerveza en pequeños y estrechos vasitos de 20 cl, más parecidos a las cañas españolas. Los precios de estos vasos van de 1,5 a 2 euros. Estas tabernas son, además, buenos sitios para probar platos típicos de la gastronomía germana.
Nosotros nos alojamos en el hotel Europaischer Hof am Dom, correcto y bien situado a menos de diez minutos caminando de la catedral de Colonia. La habitación doble sin desayuno nos costó 46 euros, más 15 euros por el párking del coche. No tiene wifi.
El primer día recorrimos Colonia bajo una intensa nevada, pero el segundo día salió el sol y nos dejó preciosas estampas de la ciudad cubierta de nieve. Dos formas completamente diferentes de apreciar la misma ciudad.
Bratwurst y vino caliente, ideales para combatir el frío.
Catedral de Colonia, después del temporal de nieve.
Calle adoquinada del casco antiguo, Altstadt.
Adoquines congelados, en una callejuela del casco antiguo.
Torre del Ayuntamiento.
Arquitectura contemporánea en las calles de Colonia.
Qué suerte esa nevada. Me encanta visitar una ciudad con nieve. Ojalá tuviera suerte y la encontrara cuando vaya. Este fin de año haré una escapada a Colonia. Estaba buscando información y he encontrado vuestro blog. Buenas fotos e información. Un saludo desde Cartagena.
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