Phnom Penh
Phonm Penh se levanta en la confluencia de los ríos Tonlé Sap y Tonlé Bassac con el Mekong, una gran autopista de agua que comunica la capital camboyana con el mar. Y a través de esta vía fluvial llegamos nosotros después de cuatro horas de navegación, en un barco procedente de Vietnam.
Desembarcamos en los muelles del paseo Sisowath Quay, que recorre la ribera del río Tonlé Sap en pleno centro de la ciudad. Esta zona es la más animada de Phnom Penh y el mejor lugar para alojarse porque está repleta de bares y restaurantes para cenar. Nosotros nos quedamos en la Waterview Guesthouse por 15 dólares en habitación doble sin desayuno. Hay internet en recepción y es un establecimiento muy recomendable teniendo en cuenta que los precios de los hoteles son bastante elevados por esta zona.
Phnom Penh cuenta con poco más de un millón de habitantes y es una de las ciudades más atractivas del sudeste asiático. Las distancias son manejables y sus calles agradables para pasear sin el caos de tráfico propio de las grandes urbes asiáticas. Siguiendo el paseo fluvial Sisowath Quay se pueden visitar los principales reclamos turísticos de la ciudad.
Destaca el recinto del Palacio Real compuesto por un conjunto de pabellones y palacetes de estilo jemer rodeados de bonitos jardines. La entrada cuesta 25.000 rieles (5 euros) y es obligatorio entrar con prendas que cubran las rodillas y los codos. En las taquillas alquilan ropa para vestirse apropiadamente. Dentro del recinto se encuentra la Pagoda de Plata, llamada así por su suelo compuesto por 5.000 baldosas del preciado metal. La mayoría del piso está cubierto para proteger la deteriorada plata, que solo se puede observar en un pequeño rincón.
Cerca del Palacio Real se encuentra el Museo Nacional, un bonito edificio de principios del siglo XX, con interesantes piezas del imperio Angkor. A poca distancia también se puede visitar el Wat Ounalom, el centro religioso del budismo camboyano. Otro templo destacado es el Wat Phnom, erigido en lo alto de una colina de 27 metros de altura, el punto más elevado de la ciudad. Hay que subir unas escaleras para llegar a lo alto y de vez en cuando se puede ver algún macaco.
Desembarcamos en los muelles del paseo Sisowath Quay, que recorre la ribera del río Tonlé Sap en pleno centro de la ciudad. Esta zona es la más animada de Phnom Penh y el mejor lugar para alojarse porque está repleta de bares y restaurantes para cenar. Nosotros nos quedamos en la Waterview Guesthouse por 15 dólares en habitación doble sin desayuno. Hay internet en recepción y es un establecimiento muy recomendable teniendo en cuenta que los precios de los hoteles son bastante elevados por esta zona.
Phnom Penh cuenta con poco más de un millón de habitantes y es una de las ciudades más atractivas del sudeste asiático. Las distancias son manejables y sus calles agradables para pasear sin el caos de tráfico propio de las grandes urbes asiáticas. Siguiendo el paseo fluvial Sisowath Quay se pueden visitar los principales reclamos turísticos de la ciudad.
Destaca el recinto del Palacio Real compuesto por un conjunto de pabellones y palacetes de estilo jemer rodeados de bonitos jardines. La entrada cuesta 25.000 rieles (5 euros) y es obligatorio entrar con prendas que cubran las rodillas y los codos. En las taquillas alquilan ropa para vestirse apropiadamente. Dentro del recinto se encuentra la Pagoda de Plata, llamada así por su suelo compuesto por 5.000 baldosas del preciado metal. La mayoría del piso está cubierto para proteger la deteriorada plata, que solo se puede observar en un pequeño rincón.
Cerca del Palacio Real se encuentra el Museo Nacional, un bonito edificio de principios del siglo XX, con interesantes piezas del imperio Angkor. A poca distancia también se puede visitar el Wat Ounalom, el centro religioso del budismo camboyano. Otro templo destacado es el Wat Phnom, erigido en lo alto de una colina de 27 metros de altura, el punto más elevado de la ciudad. Hay que subir unas escaleras para llegar a lo alto y de vez en cuando se puede ver algún macaco.
Palacio Real de Phnom Penh.
Pabellón de estilo jemer, dentro del recinto del Palacio Real.
Pagoda de plata.
Las calles que rodean el Palacio Real se cortan al tráfico.
Reservoir monks.
Vendedora en los aledaños del Palacio Real.
Museo Nacional de Camboya.
Vendiendo gasolina en las calles de Phnom Penh.
Calle del centro de Phnom Penh.
Escaleras hacia el Wat Phnom.
Monje budista subiendo al Wat Phnom.
Wat Phnom, en lo alto de la colina.
Se empiezan a construir rascacielos en el centro de Phnom Penh.
Monje con paraguas a juego.
Monumento a la amistad camboyano-vietnamita.
Señal de stop camboyana.
Patos asados colgando en la calle.
Centro de Phnom Penh.
Paseando por Phnom Penh.
Mercadillo de Psar Chaa.
Vendedora en el Psar Chaa.
Frutas tropicales en el mercado.
VÍDEO: Pollo asado en el mercado de Psar Chaa
Pulpitos, calamares, gambas...
Edificio del mercado cubierto de Psar Thmei.
Pescador en la ribera del río Tonlé Sap.
Paseo fluvial Sisowath Quay, al atardecer.
Parejas camboyanas junto al río Tonlé Sap.
VÍDEO: Gimnasia comunitaria junto al río Tonlé Sap
Todos estos templos y palacios sobrevivieron con más pena que gloria al terror implantado por los Jemeres Rojos a finales de la década de los años 70. Este grupo guerrillero de inspiración maoísta estuvo liderado por Pol Pot, uno de los mayores genocidas de la historia, que convirtió Camboya en un enorme campo de exterminio. Solo gobernó durante cuatro años, entre 1975 y 1979, pero en ese corto periodo asesinó a casi dos millones de personas, entonces la cuarta parte de la población del país.
Los habitantes de Phom Penh sufrieron más que nadie las atrocidades de los Jemeres Rojos, cuya primera medida fue vaciar la capital camboyana y deportar a toda su población hasta las zonas rurales, para que trabajara en los campos de arroz bajo un régimen esclavista. Pol Pot solo quería campesinos en su Kampuchea Democrática, prohibió la escolarización y asesinó a miles de profesores, abogados y otros profesionales liberales, la mayoría residentes en Phnom Penh.
Paradójicamente, los restos de aquella terrorífica dictadura se han convertido ahora en los principales reclamos turísticos de la capital camboyana. El lugar más visitado es la famosa Prisión S-21, una antigua escuela infantil que durante el régimen de los Jemeres Rojos se transformó en una sangrienta cárcel para presos políticos. En sus aulas fueron torturadas y asesinadas miles de personas. La mayoría de estas clases se conservan tal y como las dejaron los Jemeres. Dentro hay exposiciones que recuerdan aquel holocausto camboyano y fotografías de sus víctimas. La prisión está un poco apartada del centro, pero se puede llegar caminando.
Para continuar con la ruta del genocidio se pueden visitar los Campos de Exterminio de Choeung Ek, situados a 15 km de la Phnom Penh. Casi todos los detenidos que sobrevivieron a las torturas de la Prisión S-21 terminaron en estos campos para ser asesinados y enterrados en fosas comunes. Más de 10.000 personas fueron aniquiladas en Choeung Ek. La orden del régimen era malgastar el mínimo de balas posible y muchos de los detenidos murieron apaleados, apedreados o acuchillados.
Pasear por estos campos es una visita espeluznante. En la actualidad todavía se siguen exhumando fosas comunes y no es difícil encontrarse con restos de ropa o huesos humanos de las víctimas. El lugar más infame es el llamado árbol de los niños, donde los Jemeres Rojos asesinaban a bebés agarrándolos por los pies y aplastándolos contra el tronco del árbol, siempre en presencia de sus madres.
En el centro de Choeung Ek se ha levantado una pagoda en cuyo interior se guardan varias urnas de cristal con los cráneos de las víctimas asesinadas en estos campos. El recinto también cuenta con un pequeño museo. Para recorrer los campos de Choeung Ek es imprescindible alquilar una audioguía, que explica todos los detalles de este macabro lugar. La hay en varios idiomas, entre ellos el español. La entrada cuesta 5 dólares con audioguía. Para llegar a Choeung Ek hay que coger un tuk-tuk (8 dólares ida y vuelta).
Los habitantes de Phom Penh sufrieron más que nadie las atrocidades de los Jemeres Rojos, cuya primera medida fue vaciar la capital camboyana y deportar a toda su población hasta las zonas rurales, para que trabajara en los campos de arroz bajo un régimen esclavista. Pol Pot solo quería campesinos en su Kampuchea Democrática, prohibió la escolarización y asesinó a miles de profesores, abogados y otros profesionales liberales, la mayoría residentes en Phnom Penh.
Paradójicamente, los restos de aquella terrorífica dictadura se han convertido ahora en los principales reclamos turísticos de la capital camboyana. El lugar más visitado es la famosa Prisión S-21, una antigua escuela infantil que durante el régimen de los Jemeres Rojos se transformó en una sangrienta cárcel para presos políticos. En sus aulas fueron torturadas y asesinadas miles de personas. La mayoría de estas clases se conservan tal y como las dejaron los Jemeres. Dentro hay exposiciones que recuerdan aquel holocausto camboyano y fotografías de sus víctimas. La prisión está un poco apartada del centro, pero se puede llegar caminando.
Para continuar con la ruta del genocidio se pueden visitar los Campos de Exterminio de Choeung Ek, situados a 15 km de la Phnom Penh. Casi todos los detenidos que sobrevivieron a las torturas de la Prisión S-21 terminaron en estos campos para ser asesinados y enterrados en fosas comunes. Más de 10.000 personas fueron aniquiladas en Choeung Ek. La orden del régimen era malgastar el mínimo de balas posible y muchos de los detenidos murieron apaleados, apedreados o acuchillados.
Pasear por estos campos es una visita espeluznante. En la actualidad todavía se siguen exhumando fosas comunes y no es difícil encontrarse con restos de ropa o huesos humanos de las víctimas. El lugar más infame es el llamado árbol de los niños, donde los Jemeres Rojos asesinaban a bebés agarrándolos por los pies y aplastándolos contra el tronco del árbol, siempre en presencia de sus madres.
En el centro de Choeung Ek se ha levantado una pagoda en cuyo interior se guardan varias urnas de cristal con los cráneos de las víctimas asesinadas en estos campos. El recinto también cuenta con un pequeño museo. Para recorrer los campos de Choeung Ek es imprescindible alquilar una audioguía, que explica todos los detalles de este macabro lugar. La hay en varios idiomas, entre ellos el español. La entrada cuesta 5 dólares con audioguía. Para llegar a Choeung Ek hay que coger un tuk-tuk (8 dólares ida y vuelta).
La Prisión S-21 es un remanso de paz en la actualidad.
Las alambradas recuerdan el horror que se vivió en estas aulas.
Recorriendo los tétricos pasillos de la Prisión S-21.
Camastro para atar y torturar a los detenidos.
Ventana al interior de una sala de tortura.
Fotos de las víctimas de la Prisión S-21.
Algunas imágenes muestran los efectos de las torturas.
Otra vista de la Prisión S-21.
La infame prisión, vista a través de la alambrada.
VÍDEO: En tuk-tuk hacia los campos de Exterminio de Choeung Ek
La pagoda de los cráneos, en los Campos de Exterminio de Choeung Ek.
Los agujeros de la tierra son viejas fosas comunes de Choeung Ek.
Restos de ropa y huesos humanos todavía son visibles entre la tierra.
El árbol donde asesinaban a los bebés.
Cráneos en los Campos de Exterminio de Choeung Ek.
Los gritos del silencio
Un completísimo reportaje de Phnom Penh que me ha traído muy buenos recuerdos y un sentimiento de añoranza a la vez.
ResponderEliminarRecuerdo lo de los grupos de gimnasia al lado del río... estuvimos un buen rato observando sus movimientos. De hecho, el paseo fluvial es un lugar para pasarse horas.
Un abrazo
Hola M. Teresa. Phnom Penh también nos gustó mucho. Es una de las capitales más interesantes del sudeste asiático. Y los atardeceres junto al río son magníficos para pasear. Un abrazo!!!
ResponderEliminarMuy buen reportaje
ResponderEliminarla verdad es que Phnom penh es una ciudad llena de muy buenas cosas, pero que particularmente me decepciono y la vi muy gris y un tanto corrupta.
Pero son varios los articulos que leo que muestran lo contrario, así que quizas lo mejor sera volver para cerciorarme
gran entrada
Hola Bleid. A nosotros nos pareció una ciudad muy atractiva y manejable. Con la zona del río muy animada por las noches y sitios espeluznantes como la prisión S21. Saludos!
ResponderEliminarMuy buenas las fotos! Una entrada con muchisima informacion!
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