Brujas y Gante

Brujas y Gante son dos históricas ciudades de la región flamenca de Bélgica, donde el idioma más utilizado es el flamenco y sus habitantes son protestantes, en contraposición a la francófona y católica región belga de Valonia.

Volamos con Ryanair al aeropuerto de Charleroi por 40 euros y allí cogimos un autobús que nos llevó hasta la estación de trenes de Bruselas Sur en algo menos de una hora (22 euros, ida y vuelta). Luego cogimos un tren a Brujas por 13 euros. El trayecto dura una hora y los trenes salen con mucha frecuencia.

Brujas es la capital de la región flamenca de Flandes occidental y su casco histórico es patrimonio de la humanidad. La ciudad es pequeña y fácil de recorrer a pie, además el tráfico de vehículos está muy limitado en el centro.

Destaca la plaza del mercado, auténtico corazón de Brujas, rodeada de pintorescas casas de arquitectura flamenca. En esta plaza se levanta el palacio provincial del siglo XIX y el campanario Hallen, del siglo XIII y 83 metros de altura. La panorámica es buena, pero limitada por rejas y por los 8 euros que te clavan por subir sus 366 escalones.

La plaza del ayuntamiento, la de Jan Van Eyck o la catedral de San Salvador son otros lugares interesantes, aunque lo mejor es perderse por sus adoquinadas calles medievales escuchando, de vez en cuando, las carrozas de caballos que las recorren. Los antiguos canales que transportaban las mercancías del mar del Norte completan la agradable atmósfera de la ciudad.

En Brujas nos alojamos en el hotel Ibis Brugge Centrum, bien situado y recomendable. La habitación doble nos costó 64 euros a través de la web de booking.

Casas flamencas en la plaza del mercado.

El campanario Halle domina la plaza del mercado.

Coches de caballos recorren el centro de Brujas.

Otra encantadora calle.

Una de las imágenes más típicas de Brujas.

Una red de canales cruza el centro histórico de Brujas.

Bonitas fachadas en la plaza Jan Van Eyck.

Estatua de Jan Van Eyck.

Tranquila callejuela.

Bonitas vistas del canal desde las casas.

Un puente de piedra cruza el canal.

En Brujas hay montones de modernas estatuas como ésta que se asoma al canal.

Nieve junto al canal.

El agua del canal, completamente helada.

La bici es el principal medio de transporte en el centro de Brujas.

Un coche de caballos.

Steenstraat, la calle más comercial de Brujas.

Buenas vistas desde los puentes.

El campanario Halle aparece al fondo del callejón.

Delicioso gofre, una especialidad belga.

Hay cientos de chocolaterías por las calles.

Las casas se iluminan por la noche.

Fantástica iluminación de la plaza del mercado.

A la mañana siguiente fuimos en tren a Gante. El billete cuesta 5,90 euros y el trayecto dura media hora. Dejamos las mochilas en la consigna de la estación y cogimos el tranvía número 1 que nos llevó al centro de la ciudad.

Gante es la capital de la región flamenca de Flandes Oriental y su esplendoroso pasado medieval todavía se aprecia en cada esquina del centro histórico. A pesar de las obras del tranvía, que tenían toda la ciudad patas arriba, de la nieve y de los -3 grados de temperatura, disfrutamos mucho paseando por sus callejuelas.

En la Edad Media Gante fue, después de París, la ciudad europea más poblada al norte de los Alpes y uno de los centros comerciales más importantes de la época. Fue la cuna de Carlos I, que curiosamente batalló contra sus paisanos cuando la ciudad se rebeló contra el imperio español en el siglo XVI.

El Puente de San Miguel es el lugar más fotogénico de Gante porque desde aquí se divisan alineadas las tres torres de la ciudad: la Iglesia de San Nicolás, el campanario municipal y la Catedral de San Bavón.

Desde el puente también se obtienen buenas panorámicas de los muelles del grano y de las hierbas, en el río Lys, cuya actividad mercantil era frenética en la Edad Media. Vale la pena contemplar las fachadas de las casas de los ricos mercaderes flamencos.

En el barrio de Patershol, de estrechos callejones, se pueden contemplar algunas de las casas más antiguas de la ciudad. Otros lugares destacados son la gran plaza del mercado, la lonja de carne o el castillo de los condes de Flandes.

Gante, que hoy día es un importante centro universitario, también cuenta con cientos de restaurantes y bares para saborear la infinita variedad de cervezas belgas.

Por la noche regresamos a la estación de tren para ir a Bruselas donde pasamos la noche para poder coger el autobús al aeropuerto de Charleroi a primera hora del día siguiente. Nos alojamos en el hotel Galia, básico y un poco alejado del centro, pero a 15 minutos andando de la estación de Bruselas Sur, desde donde salen los autobuses al aeropuerto de Charleroi. La doble con baño nos costó 50 euros.

Las tres torres de Gante, vistas desde el puente de San Miguel.

El antiguo edificio de correos.

Un frío que pela en Gante.

Magníficas fachadas alineadas.

El puente de San Miguel, sobre el río Lys.

El muelle de las hierbas.

El muelle del grano.

Otra perspectiva del muelle del grano.

La antigua lonja de carne, a la izquierda.

Cervecerías junto al canal.

Las casas se reflejan en las aguas del río Lys.

Bonita callejuela en el barrio de Patershol.

Colorido callejón, en Patershol.

Fantásticas vistas del río Lys a su paso por Gante.

Otra panorámica del río.

Bellas fachadas de los edificios.

Más fachadas, ricamente decoradas.

Plaza del mercado.

El campanario de Gante.

Todo tipo de cervezas en Bélgica.

La nevada estación de trenes de Gante.

Otra manera de esconderse en Brujas