Marrakech
Para llegar a Marrakech desde Ouarzazate hay que ascender el puerto de Tizi n'Tichka, en el Gran Atlas, que alcanza los 2.092 metros en la cumbre. La carretera empieza a dibujar poco a poco cerradas curvas que van escalando la montaña y ofreciendo magníficas vistas de los valles colindantes. En invierno puede estar cerrado por la nieve.
Superado este obstáculo natural llegamos a Marrakech al atardecer y peleamos con el tráfico de sus calles en hora punta. Conseguimos aparcar el coche en un párking que hay junto a la Koutoubia y que sólo cuesta 30 dirhams (2,5 euros) por dejarlo 24 horas.
Nos alojamos en el hotel Central Palace, situado en la calle de Bab Agnanou, la más comercial de la medina, a dos pasos de Djemaa el-Fna. Las habitaciones son básicas, pero es una ganga por su céntrica situación. La doble con baño cuesta 255 dirhams (22 euros).
Ya habíamos estado anteriormente en Marrakech, pero volvimos a disfrutar el embriagador ambiente de Djemaa el-Fna y alrededores. Nada mejor que tomarse un té en una terraza de la plaza y contemplar cómo se mueve el mundo a tu alrededor.
Para tomar una cerveza se puede ir al bar del hotel Grand Tazi, no muy lejos de Djemaa el-Fna, al final de la calle Bab Agnanou. Para cenar hay un montón de restaurantes de diseño con excelentes cartas y vino, aunque normalmente a precios desorbitados. Más económicos resultan los kebabs de la calle Bab Agnanou o los puestos de comida de Djemaa el-Fna.
Superado este obstáculo natural llegamos a Marrakech al atardecer y peleamos con el tráfico de sus calles en hora punta. Conseguimos aparcar el coche en un párking que hay junto a la Koutoubia y que sólo cuesta 30 dirhams (2,5 euros) por dejarlo 24 horas.
Nos alojamos en el hotel Central Palace, situado en la calle de Bab Agnanou, la más comercial de la medina, a dos pasos de Djemaa el-Fna. Las habitaciones son básicas, pero es una ganga por su céntrica situación. La doble con baño cuesta 255 dirhams (22 euros).
Ya habíamos estado anteriormente en Marrakech, pero volvimos a disfrutar el embriagador ambiente de Djemaa el-Fna y alrededores. Nada mejor que tomarse un té en una terraza de la plaza y contemplar cómo se mueve el mundo a tu alrededor.
Para tomar una cerveza se puede ir al bar del hotel Grand Tazi, no muy lejos de Djemaa el-Fna, al final de la calle Bab Agnanou. Para cenar hay un montón de restaurantes de diseño con excelentes cartas y vino, aunque normalmente a precios desorbitados. Más económicos resultan los kebabs de la calle Bab Agnanou o los puestos de comida de Djemaa el-Fna.
Más información en el viaje a Marrakech y el Valle de Ourika.
Nubes en las montañas del Atlas.
Empieza la ascensión al puerto de Tizi n´Tichka.
En invierno puede haber hielo en la carretera.
Sinuosas curvas ascienden la montaña.
Fantástica vista del Atlas desde lo alto del puerto.
La Koutoubia de Marrakech, al fondo.
Gran ambiente en la plaza Djemaa el-Fna.
Otra vista de Djemaa el-Fna.
Empiezan a montar los puestos de comida en Djemaa el-Fna.
Callejuela de la medina de Marrakech.
Otra concurrida calle de la medina.
El zoco de los orfebres.
Coloridos juegos de té.
Marrakech es una ciudad de contrastes.
Rezando junto a una mezquita.
Tienda de alfombras.
Conversando en un banco.
Tienda de especias.
Pequeños tagines de colores se amontonan.
Cae la noche en la medina de Marrakech.
El sol se esconde tras la torre de la Koutoubia.
Marruecos es muy contrastante pero con una belleza diferente y peculiar.Hice el tour hasta el Sahara que cruza todo el país y es increíble. Creo que lo mas bello de ese país se enconde dentro de sus pequeños pueblos. El desierto te deja una huella imborrable. La gente siempre ofreciendo lo poco que tiene. Viajamos dos mujeres y apesar de los comentarios negativos de personas que dijeron que sería peligroso, no paso nada malo. Sólo ir con prudencia y dirigirse con respeto a todo.
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