Potosí
El viaje de Uyuni a Potosí (200 km) dura unas seis horas por una carretera sin asfaltar llena de curvas y en un autobús rudimentario que desafía a los precipicios de los arcenes. Eso sí, el paisaje es espectacular. Los pinchazos no son nada raros y suelen retrasar el viaje. Por suerte, el nuestro solo pinchó una vez.
Llegamos a Potosí sobre las 16.00 h. y nos alojamos en el hotel Macuquina, que habíamos reservado desde Uyuni. Cuesta 260 bolivianos (26 euros) la doble con baño y está bien situado.
Potosí, situada a 4.000 metros, es la ciudad más alta de Bolivia y una de las más elevadas del mundo. Si uno no está bien aclimatado a la altitud puede acabar el día reventado porque hay muchas cuestas.
El casco antiguo de Potosí, patrimonio de la UNESCO, es precioso, con montones de iglesias, conventos y coloridas casas coloniales. Callejear por sus calles es retroceder en el tiempo. También merece la pena visitar sus animados mercados siempre repletos de gente.
La Torre de la Compañía de Jesús es un lugar excelente para obtener buenas panorámicas de la ciudad con el majestuoso Cerro Rico de fondo. Este cerro es precisamente el mayor atractivo de Potosí, ya que en su interior esconde las galerías de las históricas minas de plata.
Actualmente todavía se sigue extrayendo plata, aunque el estaño y el zinc son ahora las principales fuentes de ingresos de los mineros. El trabajo continúa siendo muy rudimentario y ha evolucionado muy poco desde la época de los conquistadores españoles.
La mayoría de las minas son cooperativas autogestionadas por los mineros, que trabajan todo el día con pico y martillo para extraer los metales. Todos mastican hoja de coca durante todo el día para soportar mejor la dureza del trabajo. Cada vez hay menos niños trabajando, pero todavía se ve alguno de 14 o 15 años.
Para visitar las minas hay que apuntarse al tour de alguna agencia. Todos son similares, duran unas tres o cuatro horas y no son demasiado caros. Las agencias te proporcionan ropa, botas, casco y linterna.
Primero se hace una parada en el barrio de los mineros donde el guía, un antiguo trabajador de la mina, te enseña la técnica para mascar hoja de coca y te muestra la dinamita que utilizan los mineros, además de otros utensilios para la extracción del metal. Hay que aportar 10 bolivianos para que el guía compre coca, refrescos y otros regalos para entregar luego a los mineros.
Una vez en la mina se recorren las estrechas y oscuras galerías viendo como los mineros continúan trabajando mientras mastican coca. Hay que estar preparado para caminar agachado en algún tramo, descender por estrechas escaleras y respirar aire insano cargado de polvo. La visita a las minas es increíble, pero no es apta para claustrofóbicos.
Durante el recorrido por las galerías de la mina también se hace una visita al Tío, que es una especie de diablillo con un enorme falo al que los mineros veneran una vez al mes ofreciéndole alcohol, coca y tabaco. Es el protector de los mineros y toda mina tiene a su Tío escondido en alguna profunda galería.
Llegamos a Potosí sobre las 16.00 h. y nos alojamos en el hotel Macuquina, que habíamos reservado desde Uyuni. Cuesta 260 bolivianos (26 euros) la doble con baño y está bien situado.
Potosí, situada a 4.000 metros, es la ciudad más alta de Bolivia y una de las más elevadas del mundo. Si uno no está bien aclimatado a la altitud puede acabar el día reventado porque hay muchas cuestas.
El casco antiguo de Potosí, patrimonio de la UNESCO, es precioso, con montones de iglesias, conventos y coloridas casas coloniales. Callejear por sus calles es retroceder en el tiempo. También merece la pena visitar sus animados mercados siempre repletos de gente.
La Torre de la Compañía de Jesús es un lugar excelente para obtener buenas panorámicas de la ciudad con el majestuoso Cerro Rico de fondo. Este cerro es precisamente el mayor atractivo de Potosí, ya que en su interior esconde las galerías de las históricas minas de plata.
Actualmente todavía se sigue extrayendo plata, aunque el estaño y el zinc son ahora las principales fuentes de ingresos de los mineros. El trabajo continúa siendo muy rudimentario y ha evolucionado muy poco desde la época de los conquistadores españoles.
La mayoría de las minas son cooperativas autogestionadas por los mineros, que trabajan todo el día con pico y martillo para extraer los metales. Todos mastican hoja de coca durante todo el día para soportar mejor la dureza del trabajo. Cada vez hay menos niños trabajando, pero todavía se ve alguno de 14 o 15 años.
Para visitar las minas hay que apuntarse al tour de alguna agencia. Todos son similares, duran unas tres o cuatro horas y no son demasiado caros. Las agencias te proporcionan ropa, botas, casco y linterna.
Primero se hace una parada en el barrio de los mineros donde el guía, un antiguo trabajador de la mina, te enseña la técnica para mascar hoja de coca y te muestra la dinamita que utilizan los mineros, además de otros utensilios para la extracción del metal. Hay que aportar 10 bolivianos para que el guía compre coca, refrescos y otros regalos para entregar luego a los mineros.
Una vez en la mina se recorren las estrechas y oscuras galerías viendo como los mineros continúan trabajando mientras mastican coca. Hay que estar preparado para caminar agachado en algún tramo, descender por estrechas escaleras y respirar aire insano cargado de polvo. La visita a las minas es increíble, pero no es apta para claustrofóbicos.
Durante el recorrido por las galerías de la mina también se hace una visita al Tío, que es una especie de diablillo con un enorme falo al que los mineros veneran una vez al mes ofreciéndole alcohol, coca y tabaco. Es el protector de los mineros y toda mina tiene a su Tío escondido en alguna profunda galería.
Nuestro autobús pinchó de camino a Potosí.
Vista de Potosí bajo las faldas del Cerro Rico.
Panorámica de Potosí.
Colorida calle del casco histórico de Potosí.
Una bonita plaza de la ciudad.
Muchas calles son cuestas.
El campanario del convento de Santa Teresa se asoma al fondo de la calle.
Torres de la iglesia de San Lorenzo de Carangas.
Ornamentada fachada de San Lorenzo de Carangas.
Otra calle del centro.
Vendiendo periódicos.
Más calles del centro.
Interior del mercado central.
Puestos de comida en el interior del mercado.
Comiendo al sol en la calle.
Nuestro guía en la mina nos muestra la coca.
Y ahora juega con la dinamita.
Trabajando en el exterior de la mina.
Jóvenes mineros mascando hoja de coca.
Listos para entrar en la mina.
Mineros en las profundidades de la mina.
Minero trabajando.
Por aquí había que bajar.
Ofreciendo hoja de coca y alcohol al Tío.
Más mineros trabajando.
En las galerías más profundas el aire te quita años de vida.
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