Machu Picchu
Los trenes al Machu Picchu paran en Aguas Calientes, que es el pueblo más cercano a la ciudadela inca. No llega ninguna carretera y la única formar de viajar hasta aquí es en tren o caminando. El trayecto en tren es precioso porque atraviesa valles y recorre el sinuoso cauce del río Urubamba.
Aguas Calientes es un pequeño pueblo hipermasificado por el turismo, aunque con el encanto de encontrarse en medio de un profundo e inaccesible valle. El sonido de las aguas del bravo río Aguas Calientes, que desemboca en el Urubamba, crean una atmósfera relajante a pesar de los bares y discotecas que inundan sus calles. Los precios, cómo no, son caros.
El pueblo está situado a 2.400 metros, casi 1.000 menos que Cuzco, y su clima subtropical es totalmente diferente al de Cuzco. Aquí se nota mucho la humedad y el calor. La diferencia es todavía más grande por las noches, que aquí son cálidas y en Cuzco son heladoras.
Llegamos a Aguas Calientes sobre las 7.00 h. de la mañana y nos alojamos en el hotel Wiracocha por unos 40 euros la habitación doble con desayuno. Dejamos las mochilas y nos fuimos al Machu Picchu.
Cada 10 minutos hay microbuses que suben desde Aguas Calientes al Machu Picchu, situado a unos 7 km montaña arriba. El viaje cuesta 10 euros, a sumar a la ya de por sí elevada cuenta que supone visitar esta maravilla del mundo.
La visita a Machu Picchu, sin embargo, no decepciona a nadie. Pasear por estas ruinas incas, escondidas de la civilización hasta 1911, es una delicia a pesar de los cientos y cientos de turistas que las recorren a diario.
Las vistas desde lo alto de las montañas que rodean al Machu Picchu son impresionantes, con enormes barrancos cubiertos de vegetación y las nubes engullendo las cumbres. Vale la pena subir hasta la Puerta del Sol, también llamada Intipunku, donde termina el Camino Inca antes de descender hasta las ruinas.
Otro lugar para ascender es el Huayna Picchu, pero la entrada está limitada a un número de personas al día y cuando nosotros llegamos ya estaba completo el cupo. Los tours de las agencias suelen reservar muchas plazas y es difícil encontrar un hueco en agosto.
Pasamos todo el día en el Machu Picchu hasta el anochecer. Sobre las 14.00 h. empiezan a marcharse los tours de las agencias y las ruinas son cada vez más solitarias y encantadoras. Hay que informarse de cuál es el último microbús que vuelve a Aguas Calientes si no se quiere bajar de noche la montaña.
Por la noche hay mucha animación en las calles de Aguas Calientes y muchas terrazas para refrescar la garganta con una buena cerveza aprovechando que las noches son más cálidas. Al día siguiente volvimos en tren a Ollantaytambo y allí compartimos un taxi hasta Cuzco con otra pareja española. Si vas cuatro personas sale a menos de 3 euros por barba.
Aguas Calientes es un pequeño pueblo hipermasificado por el turismo, aunque con el encanto de encontrarse en medio de un profundo e inaccesible valle. El sonido de las aguas del bravo río Aguas Calientes, que desemboca en el Urubamba, crean una atmósfera relajante a pesar de los bares y discotecas que inundan sus calles. Los precios, cómo no, son caros.
El pueblo está situado a 2.400 metros, casi 1.000 menos que Cuzco, y su clima subtropical es totalmente diferente al de Cuzco. Aquí se nota mucho la humedad y el calor. La diferencia es todavía más grande por las noches, que aquí son cálidas y en Cuzco son heladoras.
Llegamos a Aguas Calientes sobre las 7.00 h. de la mañana y nos alojamos en el hotel Wiracocha por unos 40 euros la habitación doble con desayuno. Dejamos las mochilas y nos fuimos al Machu Picchu.
Cada 10 minutos hay microbuses que suben desde Aguas Calientes al Machu Picchu, situado a unos 7 km montaña arriba. El viaje cuesta 10 euros, a sumar a la ya de por sí elevada cuenta que supone visitar esta maravilla del mundo.
La visita a Machu Picchu, sin embargo, no decepciona a nadie. Pasear por estas ruinas incas, escondidas de la civilización hasta 1911, es una delicia a pesar de los cientos y cientos de turistas que las recorren a diario.
Las vistas desde lo alto de las montañas que rodean al Machu Picchu son impresionantes, con enormes barrancos cubiertos de vegetación y las nubes engullendo las cumbres. Vale la pena subir hasta la Puerta del Sol, también llamada Intipunku, donde termina el Camino Inca antes de descender hasta las ruinas.
Otro lugar para ascender es el Huayna Picchu, pero la entrada está limitada a un número de personas al día y cuando nosotros llegamos ya estaba completo el cupo. Los tours de las agencias suelen reservar muchas plazas y es difícil encontrar un hueco en agosto.
Pasamos todo el día en el Machu Picchu hasta el anochecer. Sobre las 14.00 h. empiezan a marcharse los tours de las agencias y las ruinas son cada vez más solitarias y encantadoras. Hay que informarse de cuál es el último microbús que vuelve a Aguas Calientes si no se quiere bajar de noche la montaña.
Por la noche hay mucha animación en las calles de Aguas Calientes y muchas terrazas para refrescar la garganta con una buena cerveza aprovechando que las noches son más cálidas. Al día siguiente volvimos en tren a Ollantaytambo y allí compartimos un taxi hasta Cuzco con otra pareja española. Si vas cuatro personas sale a menos de 3 euros por barba.
¡Amanece camino del Machu Picchu!
El tren sigue el curso del río Urubamba.
El Machu Picchu. ¡Impresionante!
Subiendo hasta la Puerta del Sol.
Un precioso paisaje rodea al Machu Picchu.
Llamas pastando entre las ruinas del Machu Picchu.
Más llamas.
Tranquilamente reposa junto al Machu Picchu.
La típica imagen. Desde la cabaña del vigilante de la roca funeraria.
Acercándonos a las ruinas.
Las ruinas asoman tras la ventana inca.
Las terrazas para el cultivo, muy empinadas.
Otra vista de las terrazas.
Caminando entre las ruinas del Machu Picchu.
Las ventanas incas siempre son trapezoidales.
El Machu Picchu se queda solitario al atardecer.
De regreso a Aguas Calientes.
Calle de Aguas Calientes.
El ruidoso río de montaña Aguas Calientes.
Bello lugar. El hospedaje y alimentación no siempre es caro, hay que saber buscar. Si uno se hospeda en la entrada de Machu Picchu pueblo (antes Aguascalientes) sale más caro. Por ello hay que subir un poco, pasando el 2do puente (lo que es el mercado artesanal) se encuentran hospedajes más accesibles, que pueden rondar los US$15 (baño incluido con agua caliente y TV con cable), y lo mismo con la comida. Hasta puedes ir al mercadillo del pueblo.
ResponderEliminarDe igual manera, los buses a Machu Picchu salen desde madrugada, las 5pm aprox. Es mejor tomar los buses a esa hora para llegar entre los primeros y tener la oportunidad de ver el amanecer en Machu Picchu, otro espectáculo aparte, sin tanta gente aún. También te puede dar tiempo para apuntarte a lo del Huayna Picchu. Ahora, si te gusta el trekk y eres avezado, también puedes subir al centro arqueólogico (no ruinas) a pie, claro es algo agotador, pero hay viajeros que lo hacen. También tienes la opción de regresar a Machu Picchu pueblo a pie, ya no en bus. De bajada es mucho más fácil y te puede tomar unos 40-50 m depende de tu ritmo, la verdad se pasa rápido pues el camino es muy simpático, lindo, todo con escaleras de piedra bien señalizado, entre la vegetacion y los árboles, de esa manera puedes disfrutar más del Machu Picchu sin preocuparte de si se va el último bus. No se pierdan la experiencia. :)